Cómo tus relaciones afectan tu salud
Un nuevo libro argumenta que, para estar saludables, debemos priorizar nuestra salud social tanto como nuestra salud física y mental.
Un nuevo libro sostiene que, para estar sanos, debemos dar prioridad a nuestra salud social tanto como a nuestra salud física y mental.
Todos hemos oído alguna vez directrices sobre la salud física: comer bien, hacer ejercicio, lavarse las manos, descansar lo suficiente. Pero, ¿cuántos de nosotros hemos pensado seriamente en nuestra vida social -la solidez de nuestras relaciones y nuestro sentido de pertenencia a una comunidad- como clave para mantenernos sanos?
Puede que tengamos una vaga idea de que las relaciones son importantes para nuestro bienestar. Pero a menudo no actuamos como si así fuera, dando por sentadas las conexiones sociales en nombre del trabajo u otras actividades.
Kasley Killam, autora del nuevo libro The Art and Science of Connection (El arte y la ciencia de la conexión), considera que esto es un problema. Killam, científica social que lleva más de una década divulgando la ciencia de la conexión social, sostiene que la salud social es tan importante para nuestro bienestar como la salud mental y física y, de hecho, está interrelacionada con ambas y es necesaria para mantenernos en forma. A través de su libro y de su organización, Social Health Labs, intenta animar a más personas a dar prioridad a sus relaciones con los demás.
“Si alimentas tu cuerpo y tu mente pero descuidas tus relaciones, tu salud general puede verse comprometida. Por el contrario, dar prioridad a tus conexiones -además de a los hábitos que favorecen tu salud física y mental- puede ayudarte a vivir más tiempo, más sano y más feliz”, escribe.
Cómo afecta la salud social a todo lo demás
¿Qué entiende Killam por “salud social?” Para ella, se refiere a “una conexión más profunda, apoyo mutuo y una buena relación con uno mismo” y a “tener el apoyo que necesitas y sentirte atendido, comprendido, valorado y como si pertenecieras a algo.”
Puede parecer un extraño indicador de buena salud. Pero, como sostiene Killam, es fundamental, y los investigadores y profesionales de la salud, incluido el Cirujano General de EE. UU., están tomando nota.
Por ejemplo, en un estudio realizado en 1979 con casi 7,000 adultos, los investigadores descubrieron que las personas sin vínculos sociales o comunitarios tenían más del doble de probabilidades de morir en un plazo de nueve años, independientemente de sus hábitos de salud (como fumar, beber o hacer ejercicio con regularidad). Desde entonces, décadas de investigación han corroborado la conexión entre lazos sociales y longevidad, incluyendo un análisis de 2021 de muchos estudios anteriores.
Las relaciones sociales sólidas también son importantes para la prevención de enfermedades, escribe Killam. Por ejemplo, un estudio destacado en el libro descubrió que las personas que tenían relaciones más sólidas eran mucho menos propensas a contraer enfermedades cardiovasculares o sufrir un derrame cerebral. Otro descubrió que las personas que se sentían apoyadas y recibían más abrazos tenían menos probabilidades de resfriarse tras exponerse a un virus. Hay algo en nuestras relaciones que no sólo nos hace sentir menos vulnerables, sino que nos hace literalmente menos vulnerables, afirma.
“Cuando pasa tiempo con la familia o los amigos, invita a comer a un compañero de trabajo o entabla conversación con un vecino, ¿se da cuenta de que esa interacción influye en que usted -y ellos- desarrollen o no enfermedades cardiacas, diabetes, depresión o demencia?”, afirma. “La salud no es sólo física o mental. La salud también es social.”
Por supuesto, con este tipo de estudios es difícil demostrar la relación causa-efecto, y Killam lo reconoce. Pero los investigadores no pueden privar a la gente del contacto social en un experimento para ver qué ocurre; deben basarse en datos de encuestas. Sin embargo, lo mismo ocurre con otros riesgos potenciales para la salud, como el tabaquismo. Del mismo modo, al menos algunos investigadores llegan a la conclusión de que una mala relación social es causa de mala salud física, por lo que es una cuestión urgente para todos nosotros.
A Killam le preocupa que la gente no reconozca lo fuerte que es realmente este vínculo, o que descarte la importancia de los lazos sociales como algo relevante sólo para su vida emocional.
Aunque la salud social es sin duda importante para la salud mental, se espera que centrarse más en cómo afecta a la salud física hará que la gente tenga más presente esta cuestión.
“La gran importancia de las relaciones se pasa por alto y se infravalora porque ha quedado enterrada en la conversación sobre salud mental. Es un problema enorme,” escribe. “La conexión humana es tan importante, tan influyente para nuestra salud general y longevidad, que merece salir de las sombras y destacar en el candelero.”
Cómo trabajar para mejorar la salud social
Para ello, gran parte del libro de Killam está dedicado a ayudar a las personas a mejorar su salud social. Pero en primer lugar, cree que las personas deben evaluar la salud actual de sus relaciones y redes, del mismo modo que se evalúa la salud física.
Para ello, sugiere examinar detenidamente las relaciones en su vida -con sus seres queridos, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y comunidades en general-, así como sus necesidades individuales de contacto social (por ejemplo, si es más introvertido o extrovertido). Al reflexionar sobre la calidad y la cantidad de relaciones que tiene actualmente, puede decidir si necesita hacer ajustes (o no) y cuál de las cuatro estrategias básicas que Killam esboza sería la mejor para usted.
1. Estira si la cantidad es escasa
Si tienes menos lazos sociales de los que deseas, puede que necesites ampliar los lugares en los que buscas conectar con la gente. Por ejemplo, si se muda a una ciudad nueva y no conoce a nadie, puede que necesite unirse a un club local o presentarse a sus vecinos. Incluso si llevas años viviendo en el mismo sitio, podrías ampliar tu círculo yendo a sitios nuevos o simplemente siendo más amigable con la gente que te rodea. Los vínculos periféricos pueden conducir a vínculos más estrechos y también son valiosos para el bienestar por méritos propios, afirma Killam.
2. Descansar si la cantidad es elevada
Algunas personas sienten que tienen demasiados vínculos sociales y se sienten abrumadas por sus responsabilidades sociales -especialmente si son más introvertidas y necesitan tiempo a solas para rejuvenecer-. Si este es tu caso, quizá quieras retirarte un poco de tu red social más amplia y centrarte más en las personas más cercanas a ti -tus amigos íntimos y queridos- mientras dices «no» a múltiples eventos sociales.
3. Tono si la calidad es baja
A veces tenemos muchas conexiones sociales, pero seguimos sintiéndonos solos, porque no nos sentimos cerca de nadie. En este caso, es posible que tengas que arriesgarte más para aumentar la intimidad con las personas que ya conoces, tal vez compartiendo una lucha personal y pidiendo consejo, o expresando gratitud por esa persona, dice Killam. Killam señala la importancia de tener conexiones significativas en la vida y de autores como Marisa Franco, cuyo libro Platonic arroja luz sobre cómo aumentar la intimidad en las amistades.
4. Flexionar si la calidad es alta
Cuando la calidad de tus relaciones es alta, puede que no necesites hacer mucho más que mantenimiento general-continuar haciendo lo que sea que esté funcionando para nutrir tus relaciones. «Para la salud social, flexiona tus músculos sociales para disfrutar de los beneficios de una conexión mutua y significativa en tu vida», escribe Killam.
Por supuesto, podemos necesitar distintas estrategias en distintos momentos. Pero Killam también anima a la gente a ir más allá de su zona de confort de vez en cuando, especialmente cuando se trata de conectar con extraños. Aunque seas reacio a hacerlo, un estudio descubrió que tanto los introvertidos como los extrovertidos se beneficiaban en su vida diaria de mantener conversaciones más frecuentes y profundas con otras personas, aunque no lo esperes en el caso de los introvertidos.
Para los que quieran algo más concreto, unos investigadores canadienses crearon unas directrices numéricas sobre cuánta socialización se necesita, basadas en encuestas masivas. Inspirándose en parte en ellas, Killam ofrece su propia “receta” abreviada para la salud social: “En primer lugar, relacionarse con cinco personas distintas cada semana. Segundo, mantener al menos tres relaciones estrechas en general. Y, tercero, dedicar al menos una hora diaria a la interacción social.”
Al igual que otras directrices sanitarias, no es necesario seguirlas al pie de la letra. Pero intentar seguirlas puede mejorar la salud social.
“Igual que se nos dice que caminemos 10,000 pasos, que durmamos ocho horas o que bebamos ocho vasos de agua al día, las directrices pueden ser útiles,” afirma.
Qué obstaculiza una mayor salud social
No todo el mundo se siente cómodo tendiendo la mano a los demás, quizá por miedo al rechazo o a pasar vergüenza. Pero quizá estés siendo más precavido de lo necesario, escribe Killam, ya que las investigaciones sugieren que las personas tienden a disfrutar de la conexión social más de lo que creen y a subestimar cuánto les gustarán o apreciarán los demás si tienden la mano.
Algunos de los consejos para conectar que promueve Killam son el voluntariado en la comunidad, ser vulnerable y revelarse (de forma selectiva) con los demás, expresar gratitud o realizar buenas acciones, todo lo cual se ha demostrado que mejora las relaciones. Y, aunque muchas de estas estrategias le beneficiarán a usted, también beneficiarán a las personas que le rodean, ayudando a crear un entorno social más cálido y acogedor para todos.
Killam afirma que la salud social no debe dejarse exclusivamente en manos de los individuos. Tenemos que hacer que nuestros barrios, lugares de trabajo, espacios urbanos y gobiernos sean más propicios a la interacción y la conexión social. Para ello, describe proyectos que se están llevando a cabo en todo el mundo con el fin de mejorar la salud social, desde la creación de lugares de reunión en los barrios (como parques públicos) hasta la planificación de actos comunitarios, el apoyo a organizaciones que reúnen a personas con aficiones comunes, el fomento de la conexión intergeneracional y mucho más.
Aunque estos programas pueden empezar como una idea de un individuo, a menudo cuentan con el apoyo de comunidades y organismos gubernamentales que reconocen la necesidad de una mayor interacción social para todos. Y eso, escribe Killam, es bueno para todos.
“Un mejor acceso a los lugares de reunión está vinculado a una mayor familiaridad entre los vecinos, una mayor confianza y una mayor cohesión de la comunidad, factores que benefician a la sociedad en su conjunto», escribe. «Y sabemos que todos estos factores deberían mejorar la salud social, contribuyendo a una vida más larga, más sana y más feliz.”