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Honrando el legado de RBG

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“Ya era hora”, respondió Ruth Bader Ginsburg cuando se le preguntó sobre el movimiento #MeToo, durante una de sus lúcidas y generosas charlas públicas, en el Sundance Film Festival en 2018.  “Durante mucho tiempo, las mujeres guardaron silencio, pensando que no podían hacer nada al respecto, pero ahora la ley está de lado de las mujeres, o de los hombres, que son hostigados y eso el algo bueno”.

Cuando estudiaba la licenciatura en la prestigiosa Cornell University, donde se graduó primera en su clase, Ruth Bader había sido víctima de hostigamiento cuando un profesor le ofreció buenas calificaciones a cambio de favores sexuales.  No fue la única adversidad que encontró en su vida. En 1960 fue rechazada como asistente del magistrado de la Suprema Corte de Justicia Felix Frankfurter por una sencilla razón: era mujer.

Treinta y seis años después, la magistrada de Justicia Ruth Bader Ginsburg escribió la opinión mayoritaria de la Corte Suprema en el caso United States v. Virginia que desmanteló la política de admisiones de “sólo varones” del Instituto Militar de Virginia, bajo el argumento de que era violatoria de la cláusula 14 de la Constitución que garantiza protección igualitaria bajo la ley.

En contra votó su cercano amigo personal y rival ideológico, el magistrado Antonin Scalia. La amistad vitalicia entre una de las más agudas mentes liberales y una de las más inteligentes mentes conservadoras sigue fascinando a las nuevas generaciones. En 2008, Scalia resolvió el enigma de la siguiente manera: “Ataco ideas, no ataco personas, Algunas muy buenas personas tienen muy malas ideas”.

Pero en perspectiva, las ideas que defendió Ruth Bader Ginsburg como la segunda mujer en llegar a la Suprema Corte de Justicia, parecen estar más en sintonía con el sentir del público estadounidense que las de sus colegas conservadores. Fue una campeona de los derechos de las mujeres, de los migrantes, de la comunidad LGBT y de los enfermos mentales.

En uno de sus más recientes casos, la magistrada afectivamente conocida como Notorious R.B.G. se sumó a la opinión mayoritaria de la corte, escrita por el presidente del tribunal, John Roberts, que consideró como “arbitraria y caprichosa” la decisión de la administración Trump de cancelar unilateralmente el Programa DACA. 

En 2016 participó en la opinión mayoritaria de la corte en un caso que ayudó a desmantelar una ley de Texas que imponía restricciones a las clínicas que ofrecían servicios de aborto. Tres años después del caso le dijo a The New York Times que “lo elemental es que el gobierno no tiene derecho a tomar esa decisión por una mujer”. 

Encuestas muestran que la mayoría de los estadounidenses apoyan un alivio para los “Dreamers” y quieren mantener legal el aborto.

¿Cómo honrar entonces el legado de una luchadora que batalló contra la discriminación, contra la adversidad, contra el cáncer, contra la injusticia y nunca se rindió? Ya en su lecho de muerte, peleó su última batalla: Uno de sus últimos deseos fue no ser remplazada hasta la llegada de un nuevo presidente. 

Las espontáneas manifestaciones de jóvenes frente a la Suprema Corte después de la muerte de una mujer físicamente diminuta, pero una luchadora social gigante, muestran que las nuevas generaciones tienen claro cómo honrar ese legado: movilizándose y convocando a votar el 3 de noviembre. En una de las pancartas sepultada en un río de flores póstumas podía leerse claramente: “Hoy lloramos, mañana peleamos”.

Para más información visita www.laredhispana.com



José López Zamorano es el anfitrión del programa de radio Bienvenidos a América, donde se analizan las últimas noticias de inmigración y se responden las preguntas de los oyentes en temas de inmigración.

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