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Química del amor: Lo que le pasa a tu cuerpo cuando te enamoras

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¿Cuántas veces hemos escuchado a un enamorado decir que siente mariposas en el estómago, que se siente como caminando en las nubes? Ese momento cuando ves a alguien distraído y hasta sin apetito, pero con un aura radiante…

Y todos lo hemos sentido cuando creemos que hemos encontrado a esa persona especial que tanto tiempo hemos esperado. Pero temo decirles que eso no es resultado de Cupido y sus mágicas flechas de amor, sino de una compleja red de componentes químicos que se activan cuando nos sentimos atraídos por alguien, lo que muchos llaman la química del amor.

En realidad, el enamoramiento es un mundo de complejas interacciones neurológicas que se activan en nuestro cerebro. Desde la primera chispa de atracción hasta el florecimiento de una relación íntima, un gran trabajo en equipo de neurotransmisores, neuro receptores y hormonas, guía nuestros sentimientos, comportamientos y reacciones.

El Olfato: El secreto mejor guardado en la química del amor

Cuando se trata de atracción, el olor es un elemento crucial más allá de los factores físicos, mentales, emocionales e intelectuales de lo que nos atrae hacia alguien. Resulta que el olor es como el condimento secreto en la receta del romance. ¿Sabías que cuando te sientes atraído por alguien, es muy probable que sea su aroma lo que te enganche? ¡Así es! Nuestras narices primitivas son como detectives del amor, buscando ese olor especial que nos hace dar vueltas la cabeza. Tal vez no es amor a primera vista sino a primer olfato.

Síntomas del enamoramiento

Cuando conocemos a alguien y comenzamos a sentir cosquilleos, nuestro cuerpo se vuelve todo un laboratorio químico, de hecho, se ha observado en imágenes neurológicas que se activan hasta 12 partes del cerebro.

Son varias las sensaciones que experimentamos cuando estamos enamorados. Desde el punto de vista bioquímico, el enamoramiento es más un impulso que una emoción. Este impulso se debe a la liberación de feniletilamina, una sustancia parecida a la anfetamina que produce nuestro cuerpo. Esta sustancia activa la liberación de dopamina, que está relacionada con sentir placer y recompensa en el cerebro.

La feniletilamina también desencadena la liberación de norepinefrina, que reduce el apetito y nos hace sentir eufóricos, y oxitocina, que actúa como mensajero químico del deseo sexual y estimula los neurotransmisores relacionados con el enamoramiento. También se producen altos niveles de oxitocina en el orgasmo. La feniletilamina también causa la liberación de adrenalina, lo que acelera nuestro ritmo cardíaco.

Amor vs enamoramiento

Todos estos condimentos mencionados anteriormente permiten la sensación de enamoramiento. “Cuando se conectan todos estos neurotransmisores es que se afianza la relación de pareja”,  dice Olga Albornoz, médico psiquiatra con doctorado en neurodesarrollo y miembro de la Sociedad Colombiana de Psiquiatría.

Albornoz explica que después de que químicamente todo está sincronizado y funcionando, empezamos a diferenciar el enamoramiento del amor. Aquí es cuando entra en acción la parte más racional de nuestro cerebro, la conciencia y la reflexión. Gracias a nuestra ingeniosa psique, podemos tomar el control de los neurotransmisores del enamoramiento y evaluar si esa persona realmente es un buen prospecto para una relación seria o simplemente nos gusta. Empezamos a evaluar diversos factores como la inteligencia, sentido del humor y valores compartidos. Es como si nuestro cerebro se pusiera las gafas de detective para investigar si esa persona especial es la indicada para nosotros.

Por qué sentimos mariposas en el estómago

Albornoz nos revela un secreto jugoso: en nuestro sistema digestivo e intestino, tenemos una fiesta de hormonas. Estamos hablando de altos niveles de catecolaminas como la adrenalina, norepinefrina y dopamina, además de oxitocina y especialmente serotonina. Y aquí viene lo divertido: todas estas hormonas se activan durante la etapa de enamoramiento, creando esa sensación tan peculiar que todos conocemos como “mariposas en el estómago”. Así que la próxima vez que sientas ese cosquilleo, ya sabes quiénes son los culpables detrás de la escena.

Amor, obsesión y adicción

El amor es como una montaña rusa de emociones que se puede comparar con una obsesión o incluso con una adicción. El aumento de norepinefrina nos hace sentir como si estuviéramos en las nubes, mientras que la reducción de serotonina hace que sea casi imposible sacar a esa persona de nuestra cabeza. Es como si estuviéramos atrapados entre nuestros pensamientos y emociones.

Y sí, el amor puede hacernos sentir como si estuviéramos un poco ciegos, porque básicamente desactiva la parte de nuestro cerebro que se encarga de la lógica y el razonamiento. Así que no te sorprendas si te encuentras haciendo cosas un poco locas en nombre del amor.

Pero no te preocupes, ¡no eres el único! Los seres humanos somos adictos al placer, así que nuestro cerebro siempre busca la próxima dosis de dopamina. Es como si estuviéramos programados para repetir una y otra vez las cosas que nos hacen sentir bien.

La química del amor: Hombres vs mujeres

Resulta que hay diferencias entre cómo los hombres y las mujeres se enamoran. En las mujeres, la dopamina activa partes del cerebro relacionadas con la memoria y la nostalgia, lo que hace que tarden más en enamorarse y necesiten más tiempo de interacción. Durante el sexo, las mujeres liberan hasta un 70% más de dopamina que los hombres.

En los hombres, la activación se da en las áreas cerebrales responsables de procesar estímulos visuales. Por eso, se enamoran más rápido, especialmente cuando están atraídos físicamente, ya que estas zonas se activan con mayor rapidez. Esto se debe a que los hombres están biológicamente programados para buscar parejas con las que tener descendencia sana y transmitir información genética para la próxima generación.

Desenamoramiento

Hasta para el desenamoramiento hay una fórmula química secreta. Albornoz nos cuenta: primero, la oxitocina se desploma, por lo tanto, bajan los niveles de cortisol ¿El resultado? Pánico, ansiedad y paranoia. Ahora en lugar de mariposas hay una tormenta en el estómago.

Luego viene el síndrome de abstinencia del amor. Nos golpea con frustración, angustia, insomnio, y por supuesto, nos asaltan las ganas de llorar y el impulso irresistible de llamar o mandar un mensaje de texto a esa persona. ¡Pero no te preocupes, todo estará bien! Es solo otro capítulo en el drama de las reacciones químicas.

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