Cómo hablar con los niños sobre noticias aterradoras
Las noticias y las imágenes de la invasión rusa de Ucrania han preocupado a familias de todo el mundo. Cuando los niños recurren a nosotros para que los ayudemos a comprender noticias aterradoras, es posible que tengamos miedo de decir demasiado, o no lo suficiente. Con esto evitamos una conversación que podría ser una forma poderosa de ayudar a los niños a aprender sobre sí mismos y el mundo.
Abigail Gewirtz es profesora de psicología en la Universidad Estatal de Arizona y lidera una investigación que explora intervenciones para fortalecer a las familias afectadas por eventos traumáticos, como un padre enviado a la guerra o una familia que se ve obligada a emigrar de su país de origen debido a conflictos cívicos y violentos. Gewirt, es psicóloga clínica infantil de formación y ha pasado los últimos 20 años trabajando para ayudar a los padres a ser los mejores maestros de sus hijos, especialmente en tiempos difíciles, para ayudar a promover la resiliencia de los niños. Es autora del libro publicado recientemente When the World Feels Like a Scary Place: Essential Conversations for Anxious Parents & Worried Kids (Cuando el mundo se siente como un lugar aterrador: conversaciones esenciales para padres ansiosos y niños preocupados).
Entrevistamos a Gewirtz sobre cómo los padres pueden sostener conversaciones difíciles con sus hijos sobre la guerra y las noticias aterradoras.
Maryam Abdullah: Como padres, podemos sentirnos realmente abrumados por las noticias de niños y familias que sufren en todo el mundo. ¿Qué pueden hacer los padres primero para prepararse antes de hablar con sus hijos sobre noticias estresantes?
Abigail Gewirtz: Aunque nos encanta pensar que sabemos a qué están expuestos nuestros hijos cuando ingresan a la escuela primaria, en realidad no lo sabemos. Sabemos que los niños tienen celulares cada vez más jóvenes. Puedes estar bastante seguro de que, ya sea en su teléfono o en el de un amigo, tu hijo está viendo imágenes de guerra, hasta imágenes que no quieres que vea.
Hoy estamos hablando de Ucrania: imágenes de personas que huyen de sus hogares, de bombas que caen sobre hospitales, de cosas horribles que suceden. Y lo que estamos viendo está sucediendo en el contexto de dos años de una pandemia devastadora que ha matado a millones en todo el mundo. La gente, lo está sintiendo. Tendemos a pensar en nosotros mismos como operando desde cierta base emocional, y si ese es el caso, la línea de base de los últimos dos años ha sido más difícil.
Parece que no hay tregua. Como padres, simplemente reconocer eso es un primer paso realmente poderoso e importante porque hasta que no reconoces cuál es tu nivel de estrés, cómo te sientes, no podrás ayudar a alguien más.
Realmente animo a los padres a pensar e identificar lo que sienten y dónde lo sienten (en sus cuerpos). Luego, considera cómo puedes ayudarte a tí mismo a sentirte mejor. ¿Cómo te calmas? ¿Qué es lo que necesitas para ti, para tu pareja, con la ayuda de tu pareja, o de un amigo cuando te sientes realmente estresado? Haz eso primero. Ponte tu propio chaleco salvavidas antes de ayudar a otros.
MA: Los padres pueden sentirse sin palabras cuando los niños les hacen preguntas difíciles, como “¿qué va a pasar con esos niños y sus familias?” o “¿eso me pasará a mí?”. ¿Qué orientación puedes dar a los padres para tratar de equilibrar la tensión entre querer ser honestos sobre lo que está pasando y querer proteger a sus hijos pequeños y mayores del sufrimiento en el mundo?
AG: Le diste en el clavo en términos de la difícil tensión entre ser honesto pero también evitarle a tus hijos los detalles sangrientos, horribles, aterradores y espeluznantes.
El primer paso es lidiar con nuestras propias emociones sobre el tema antes de tener la conversación con nuestro hijo. Tu hijo de siete años podría decir: “Mi amigo me mostró fotos de niños con la ropa rasgada, huyendo y dijo que sus casas habían sido destruidas. ¿Eso nos va a pasar a nosotros?” Es posible que por un momento te sientas abrumado por tus propias emociones acerca de lo horrible que es, e impulsado por tus sentimientos digas algo de lo que podrías arrepentirte, como “Sí, es terrible, esto podría llevarnos a otra guerra mundial si nos descuidamos. ¿Quién sabe lo que va a pasar? Estoy tan asustada”. Ese tipo de respuesta puede asustar mucho a un niño pequeño porque le transmite que su madre se siente impotente, aterrorizada y abrumada. Así que considera guardar esos pensamientos para ti. Ponlos a un lado y piensa en lo que quieres compartir con tus hijos. Sé intencional, en lugar de impulsivo emocionalmente.
Con un niño pequeño, es realmente importante ayudarlo a comprender dónde está ocurriendo esta guerra (que no es en casa, ni en los Estados Unidos), así como explicarle lo que está sucediendo en términos simples, no darle al niño más información de la que necesita, que pueda entender o la que quieres que tenga.
Por supuesto, cada padre se rige por sus propios valores, y cada quien, tiene que decidir qué quiere compartir. Con un niño de siete años, por ejemplo, podrías decir: “Sí, está sucediendo una guerra. La guerra es algo malo porque algunas personas tienen que huir de sus hogares para mantenerse a salvo. Algunos de esos niños se parecen a ti, podrían tener la misma edad que tú, eso debe dar mucho miedo. Esa guerra está ocurriendo muy, muy lejos de nosotros. Aquí, los adultos, personas como yo, tu papá, tu mamá, tu maestra, todos nosotros, estamos haciendo todo lo posible para mantenerte a salvo. Ese es nuestro trabajo. Es el trabajo de los adultos mantener a los niños seguros. Es el trabajo de los líderes del país tratar de mantener a su gente a salvo”.
Ese es un buen paso para hablar sobre el heroísmo del presidente Zelensky, por ejemplo. Cuando se habla de la guerra con niños mayores, es muy importante resaltar el heroísmo en la guerra entre los líderes y la gente común por igual. Por ejemplo, “Se van con su mami. Su papá se queda atrás para proteger a su país, su hogar y su familia”.
Pero realmente quiero resaltar que esta conversación debe ocurrir sólo después de que hayas tenido la oportunidad de escuchar lo que tu hijo piensa, sabe, ha escuchado, lo que le preocupa, dónde lo siente en su cuerpo, para que tengas la oportunidad de validar cómo se siente tu hijo.
MA: ¿Qué pasa con los niños que tienen familias extendidas en la guerra o que son refugiados? ¿Cómo pueden los padres que tienen hijos con este tipo de experiencias familiares hablar con sus hijos sobre lo que está pasando?
AG: Mencionaste dos circunstancias específicas. Una en la que los padres hablan con su hijo sobre el conflicto en Ucrania y ellos mismos han tenido la experiencia de huir a los Estados Unidos. La otra situación es aquella en la que una familia puede tener parientes en Ucrania.
Estas situaciones son similares en el sentido de que cuanto más cerca estamos de la experiencia de la guerra y el conflicto, más difícil es para nosotros como adultos poder procesar nuestras propias emociones. Si tú eres un padre que huyó de una zona de conflicto, de Siria, Irak o Afganistán, por ejemplo, sentirás una mayor sensación de estrés cuando veas que esto les sucede a otros.
Llamamos a estas experiencias recordatorios traumáticos. Un recordatorio de trauma puede ser un olor, una imagen, un sonido o un sabor que te recuerda algo terrible que te sucedió. Lo que sabemos acerca de esos recordatorios es que nos ponen más nerviosos, nos hacen más propensos a reaccionar y a ser superados por nuestras emociones. Es por eso que es aún más importante tener una salida para ti mismo, para asegurarte de que te están cuidando y que tienes la oportunidad de poder tomarte un tiempo para dejar que esas emociones disminuyan antes de responderle a tu hijo.
Lleva al niño (y al padre) con la familia a Ucrania. Tu hijo sabe que estás al teléfono todo el tiempo tratando de averiguar el paradero de tu familia y si están a salvo. Nuestros hijos son detectives del más alto nivel, tu hijo se dará cuenta de tu preocupación. Aquí es donde la honestidad es realmente importante, no tiene sentido negarlo. Podrías decir: “Sí, mamá y papá están preocupados porque tenemos una familia a la que amamos y queremos que estén a salvo. Estamos haciendo todo lo posible para ayudarlos, estas son algunas de las cosas que están sucediendo”.
Lo realmente importante que los padres deben entender es que, al igual que nosotros, los niños necesitan sentir que hay algo que pueden hacer. Todos nos sentimos peor si nos sentimos totalmente indefensos, nuestros hijos no son una excepción. Entonces, después de tener esa conversación en la que tu hijo te hace preguntas y tú las respondes con cuidado, ten precaución de dejar de lado tus propias preocupaciones y realmente ser receptivo a sus cuestionantes, esa es la oportunidad de decir: “Sé que todos nos sentimos un poco abrumados por lo que está pasando, especialmente cuando vemos la televisión, pero me pregunto si hay algo que podamos hacer por nosotros mismos. Puede ser algo que nos ayude a todos a calmarnos juntos, también podría ser algo que ayude a las personas, ya sea para las personas que vienen aquí o las que tienen dificultades para llegar a la frontera”. Es importante recordar nosotros primero, y recordar a nuestros hijos después, que siempre hay algo que podemos hacer, por pequeño que sea, para ayudar en la situación.
MA: Para los preadolescentes o adolescentes mayores que tienen acceso a las redes sociales, si surge, ¿cómo se habla de la amenaza de una guerra nuclear?
AG: Empiezas hablando de las redes sociales. En tiempos de guerra y amenazas, las redes sociales pueden ser una herramienta increíblemente valiosa para que las personas que no tienen acceso a noticias periódicas (como las de Ucrania) puedan comunicarse con los demás. Sin embargo, como todos sabemos, las redes sociales pueden ser una fuente muy peligrosa de desinformación, nuestros hijos son vulnerables a esa información errónea porque no saben qué es realidad y qué es ficción… a veces nosotros tampoco. Es realmente importante que los padres de niños de todas las edades ayuden a los niños a comprender que hay hechos y rumores, para que siempre acudan a ellos para verificar los hechos.
En mi libro, Cuando el mundo se siente como un lugar aterrador, hablo de no decirles a los niños “Eso no es cierto”, porque es poco probable que los niños se lo crean a sus padres, al menos a los niños de cierta edad. En lugar de eso, ayuda a los niños a descubrir por sí mismos qué es real y qué no, preferiblemente juntos, como una actividad familiar: “Veamos si esto es real o no”.
No recomiendo hablar de la guerra nuclear con niños pequeños porque es extremadamente difícil de entender. Es diferente con los niños mayores. Un chico de 16 años, por ejemplo, ha aprendido la historia de las amenazas nucleares. Creo que está bien, entonces, recurrir a la historia y simplemente decir: “Suceden cosas peligrosas cuando un país invade a otro, pero, afortunadamente, tenemos mucha gente que ha sido capacitada en comunicación estratégica y que comprende cómo negociar en situaciones de guerra. La probabilidad de una guerra nuclear es extremadamente pequeña. No hay una sola persona que quiera una guerra nuclear porque es horrible y la realidad es que lo que ves es gente haciendo todo lo posible para evitarla”.
MA: ¿A qué tipos de signos deben estar atentos los padres que podrían indicar que sus hijos están cada vez más ansiosos por las noticias? ¿Y qué pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos si notan estas señales?
AG: Lamentablemente, lo que sabemos es que en los últimos años desde el comienzo de la pandemia, incluso antes de la misma, la ansiedad y la depresión han ido en aumento en los niños. La pandemia ha sido particularmente dura para las familias. Es muy importante que los padres estén atentos a los signos de ansiedad y depresión en los niños.
¿Cuáles son las cosas que hay que buscar? Tus hijos no están durmiendo, entran en tu habitación por la noche o están hablando por teléfono toda la noche. Parecen cada vez más preocupados. Hablan mucho de temas existenciales como la guerra nuclear, si vale la pena vivir la vida; parecen estar más concentrados en pensamientos negativos, o atrapados en sus cabezas en la medida en que no están haciendo las cosas que deberían hacer, como la tarea, los deportes o salir con amigos.
Si ves que tus hijos se preocupan cada vez más, no cierres la conversación. Sé un oído atento. A algunos padres les preocupa que cuando permiten que sus hijos hablen, estos se alteran y perturban cada vez más. Para esos niños, es realmente importante ayudarlos a calmarse a sí mismos validándolos y luego ofreciéndoles un descanso: “¿Por qué no simplemente lees tu libro favorito/miras un poco la televisión/tomas una bocanada de aire/paseas al perro/comes un bocadillo, luego volvemos a esto y hablamos cuando ambos nos sintamos un poco más tranquilos. ¿Digamos en media hora?”.
Cuando los niños lloran mucho más que antes, eso podría ser motivo de preocupación. Ciertamente, cuando los síntomas duran un mes o más, ese es el momento de hablar con un profesional de la salud mental. Si tu hijo alguna vez informa que siente que quiere hacerse daño a sí mismo o que desearía no estar vivo, es una llamada urgente de ayuda de salud mental.
MA: ¿Cuál es uno de los consejos más importantes que te gustaría que los padres recordaran sobre la comunicación con sus hijos cuando el mundo se siente como un lugar aterrador, que aún no hemos mencionado en nuestra conversación?
AG: Diría que simplemente se comuniquen con sus hijos cuando el mundo no se sienta como un lugar aterrador, sobre cosas aburridas, comunes y cotidianas. Toma 10 minutos para tener una conversación con tu hijo todos los días sobre cualquier cosa. No tiene que ser una conversación cara a cara, intensa, uno a uno. Puede ser mientras paseas a un perro, mientras estás en el auto, o alrededor de la mesa es un gran lugar para hacerlo. Adquiere el hábito de tener conversaciones.
Tengo cuatro hijos. ¡Recuerdo esos días en los que todo lo que podíamos hacer era sacar a todos de la casa para ir a la escuela, vestirnos y desayunar! Lo que es fácil de olvidar en la bruma de la crianza de los hijos son las conversaciones que van más allá de “¡Date prisa! Llegamos tarde. ¡Ponte los zapatos!”. Si podemos tomarnos algo de tiempo (sólo 10 minutos al día antes de acostarnos, en la cena, de camino a casa desde la escuela) para poder tener esas conversaciones, entonces será mucho más fácil hablar de cosas cuando el mundo se siente como un lugar aterrador.