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Las conexiones mortales entre el cambio climático y la migración

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Miles de personas han muerto intentando ingresar a los Estados Unidos desde México. La migración por la frontera se vuelve aún más peligrosa con el cambio climático .

La política de seguridad fronteriza de los Estados Unidos en el suroeste está diseñada para disuadir la migración no autorizada en los puntos de entrada urbanos fuertemente vigilados. Por lo tanto, los inmigrantes indocumentados con poco acceso al agua pasan a menudo días a pie en las áreas remotas del sofocante Desierto de Sonora, ubicado en los estados mexicanos de Sonora, Baja California, Baja California Sur, y los estados de Arizona y California en los Estados Unidos.

Más de 7,000 migrantes murieron durante los intentos de cruzar la frontera sur entre 2000 y 2020, según el Control Fronterizo de los Estados Unidos. Es probable que el número real de muertos sea mucho mayor, porque algunos cuerpos nunca se recuperan.

El antropólogo de la Universidad de California, Los Angeles (UCLA), Jason De León, dirige el Proyecto de Migración Indocumentada (Undocumented Migration Project), un estudio a largo plazo sobre la migración no autorizada. En un estudio reciente, De Léon y sus colegas modelaron el riesgo de deshidratación y muerte durante los cruces fronterizos de los indocumentados, en el presente y con una proyección a 30 años. Descubrieron que a medida que las temperaturas se calientan y las condiciones del desierto se vuelven más extremas, es probable que más migrantes mueran por deshidratación severa.

Yale Climate Connections (YCC) habló con De Léon sobre las conexiones mortales entre la migración y el cambio climático.

Esta entrevista ha sido ligeramente editada y resumida para mayor claridad.


Yale Climate Connections: ¿Cuáles son los principales impulsores de la migración indocumentada a través de la frontera entre Estados Unidos y México?

Jason De León: Las principales razones por las que las personas intentan migrar sin documentos incluyen la pobreza, la inestabilidad política, la violencia de diferentes formas, el hambre, la devaluación de la moneda y, cada vez más, el cambio climático.

Hay personas que están huyendo de lugares como el oeste de México debido a las sequías. Están huyendo de lugares como Honduras debido a la intensidad y la frecuencia de los huracanes que están devastando estos lugares. Y entonces, tienes a todos estos migrantes que de repente tienen que huir de sus países de origen debido a los impactos del calentamiento global. Se dirigen hacia un país como Estados Unidos, que es en gran parte responsable, y uno de los actores clave en la creación de este problema del calentamiento global. Y luego, están tratando de cruzar a través del desierto de Sonora en Arizona, donde enfrentan un riesgo aún mayor a medida que estos lugares se calientan debido al cambio climático. Y así, estas personas se ven afectadas por el cambio climático en múltiples puntos de su viaje.

Para mí, la relación entre el cambio climático y la migración es una de las partes menos estudiadas e incomprendidas de nuestra crisis migratoria global. Creo que la gente suele querer separar esas dos cosas. Y si observamos América Central en los últimos dos años, es muy claro que a medida que el cambio climático comience a devastar estos países muy pobres, la gente comenzará a irse en cantidades cada vez mayores. Ya estamos notando los refugiados climáticos y Estados Unidos tendrá que lidiar con este avance hacia el futuro. Este no es un problema que se pueda resolver con el muro fronterizo. Este no es un problema que pueda resolverse incluso con programas de trabajadores invitados. Esta es una crisis global en torno al cambio climático que debemos abordar de muchas, muchas maneras diferentes y a gran escala para manejar mejor este problema.

Cuando la gente ve a un grupo de niños pequeños solos en la frontera entre Estados Unidos y México, o llevados por un contrabandista y en otras ocasiones, caminando con sus padresa través del Río Grande o por el desierto, las personas dicen: “Oh, Dios mío, no puedo creer que le hagan eso a sus hijos”. Creo que la pregunta que deberíamos hacernos es ¿qué tan malo debe ser en tu país de origen para que corras ese tipo de riesgos con tus hijos? Cuando veo eso pienso que las cosas deben ser horribles, porque lo último que un padre quiere hacer es poner a sus hijos en peligro. Pero estas personas tienen que hacerlo porque lo que les espera en su hogar, en un lugar como Honduras, es hambruna, huracanes, inestabilidad política, violencia desenfrenada de pandillas. Así que están realmente atrapados entre la espada y la pared, y te dirán cosas como: “Preferiría arriesgar mi vida en el desierto de Sonora en Arizona que ver morir a mis hijos en San Pedro Sula de hambre, o por falta de atención médica, o por un disparo de  alguna pandilla”. Al menos en el desierto de Arizona, esas personas dirán que están tomando cierto control sobre su destino.

YCC: ¿Cuáles son los mayores riesgos que enfrentan los migrantes al intentar ingresar a los Estados Unidos?

Jason De León: A mediados de la década de 1990, Estados Unidos desarrolló una política de patrulla fronteriza llamada Prevención a través de la disuasión (“Prevention Through Deterrence”). Lo que esa política trata de hacer es fortalecer los puertos de entrada urbanos, por ejemplo, San Diego, El Paso, la ciudad de Nogales en el sur de Arizona. Y hace que sea imposible cruzar ilegalmente a través de una de esas zonas debido a la pesada infraestructura. Hay muchos agentes en tierra y sensores de movimiento, helicópteros y vehículos.

Debido al aumento de la seguridad, las personas caminan hacia áreas cada vez más remotas donde es difícil que la patrulla fronteriza llegue, pero también se está duplicando o triplicando la cantidad de tiempo que pasan caminando en el desierto. Entonces, cuando comencé este proyecto en 2009, la mayoría de la gente caminaba dos o tres días en el desierto, y ahora no es raro encontrar a alguien que ha estado caminando por ahí durante casi dos semanas.

Actualmente, los indocumentados tienen que caminar a veces más de 100 millas a través de terrenos vastos y traicioneros como el desierto de Sonora en Arizona o los bosques del sur de Texas. La idea es que si obligamos a esas personas a tratar de cruzar por esos lugares, se verán disuadidas por el costo físico de atravesar ese terreno. Entonces, de muchas maneras, hemos armado el desierto como una forma de frenar la migración, y ha matado a miles de personas. Ha llevado a la desaparición de miles de personas. Y este ha sido nuestro principal paradigma de seguridad a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México desde mediados de los 90.

Tenemos que tener en cuenta que durante muchas décadas, las principales personas que venían a los Estados Unidos desde el sur más lejano venían de México. Pero a partir de hace poco más de 10 años, realmente comenzamos a ver un aumento de personas que venían de otros países y que ahora tenían que cruzar toda América Central y México para llegar a los Estados Unidos. Entonces, estamos hablando de personas de Guatemala, El Salvador, aunque la mayoría de las personas vienen de Honduras y de lugares más lejanos como Cuba, Venezuela y África. Esas personas ahora tienen que cruzar varios países. A menudo tienen que lidiar con agentes de inmigración corruptos en varios lugares. Son blanco de secuestros, asaltos y asesinatos. Y ahora los migrantes no solo tienen que cruzar el desierto de Sonora en Arizona, también tienen que cruzar este campo minado en el que se ha convertido México.

YCC: Usted y sus colegas estudiaron la pérdida de agua de los migrantes durante los meses de verano. ¿Por qué eligió ese factor de riesgo específico? ¿Qué aprendió?

Jason De León: Sabes, he escrito mucho sobre las experiencias de aquellos que cruzan la frontera: ¿Qué les sucede a los que mueren en el desierto? ¿Qué pasa con los que desaparecen? Pero gran parte de esa experiencia ha sido como forense o etnográfico, es decir, hablando con las familias de los desaparecidos y de los fallecidos, o hablando con los inmigrantes vivos sobre sus experiencias. Y realmente queríamos tratar de encontrar una manera de cuantificar el impacto fisiológico que tiene la prevención a través de la disuasión en el cuerpo.

Ya te podría haber dicho que la falta de agua es lo que te va a matar, porque es imposible llevar suficiente agua. Ya sabía esto anecdóticamente. Con el estudio aprendimos qué tan rápido se deshidrata el cuerpo y podemos realmente cuantificar la velocidad a la que las personas pierden agua.

A menudo se enfrentan a un calor extremo, por lo que pierden agua a un ritmo elevado y no pueden reponerla. Sabemos que el riesgo de muerte es muy elevado, por eso estábamos interesados ​​en realmente tratar de cuantificar cómo se ve la pérdida de agua a nivel del cuerpo.

Ten en cuenta que en los modelos que hicimos dibujamos una línea recta del punto A al punto B, y dijimos, si un migrante caminara de aquí para allá en el transcurso de tres o cuatro días perdería mucha agua, de hecho, se quedaría sin agua el tercer o cuarto día, esto suponiendo que las personas caminan por la vía más recta sin obstáculos en su camino. Pero lo que sabemos, es que las personas están tomando rutas muy tortuosas para llegar a un lugar como Tucson, por lo que serpentean a través de las montañas y agregan días y días a sus viajes. Y así, están en estos viajes con una probabilidad de muerte mucho mayor de lo que sugerirían nuestros escenarios.

U.S. Mexico border monument

Un homenaje en la frontera de Tijuana-San Diego por aquellos que han muerto intentando cruzar. Cada ataúd representa un año y el número de muertos. (Crédito de la foto: © Tomas Castelazo, www.tomascastelazo.com / Wikimedia Commons / CC BY-SA 3.0)

YCC: ¿Qué se puede hacer para salvar vidas?

Jason De León: Es una gran pregunta y siempre la más difícil de responder. Para mí hay un par de cosas diferentes. En principio, debemos entender que tenemos una política fronteriza que arma el desierto de Arizona y ha matado a miles de personas, ha desaparecido a miles más, y ha brutalizado físicamente a millones de migrantes.

Para mí, uno de los primeros grandes pasos es dejar de usar esta política. Y si la gente quiere venir aquí y solicitar asilo, que lo haga. Que vengan aquí legalmente para pasar por el proceso legal.

Creo que debemos mejorar nuestro programa de visas de trabajo que le permite a las personas moverse de un lado a otro. Y los programas de visas de trabajo son muy complicados porque a menudo conducen a mucha explotación, una problemática que ya vivimos en los años 50 y 60, la cual terminó convirtiéndose en un problema tan grande con los abusos contra los trabajadores temporales que nos deshicimos del programa por completo. Pero creo que necesitamos algo nuevo que sea más sensible y seguro para aquellos que queremos que vengan aquí y trabajen y que puedan moverse de un lado a otro. Creo que debemos analizar detenidamente cuánto dependemos de la mano de obra inmigrante en este país y reconocer y valorar el valor que esa gente nos brinda y tratarlos mejor.

Pero también, ayudar a estos países a lidiar con el cambio climático y todos los demás problemas que están sucediendo en sus países de origen en los que a menudo Estados Unidos tiene una gran participación. Si pensamos en la estabilidad política en América Central, Estados Unidos se ha estado desestabilizando Centroamérica desde principios del siglo XX. Podríamos pensar en las formas en que hemos utilizado las exportaciones y la producción de bienes estadounidenses en lugares como México a tasas más bajas que hacen que esos trabajos sean realmente insostenibles para quienes intentan ganarse la vida. Creo que debemos descubrir cómo tener acuerdos comerciales más equitativos, pero también ayudar a esos países a combatir el cambio climático que está sucediendo en sus países, la corrupción política, la guerra contra las drogas. En la guerra contra las drogas que está ocurriendo en México, son los consumidores estadounidenses y europeos quienes están impulsando ese mercado. Así que son muchas cosas diferentes y la gente a menudo se frustra cuando le preguntan a un antropólogo cómo arreglar estas cosas porque es muy complicado. Pero también creo que una gran parte de esto es simplemente comprender que un muro fronterizo no puede resolver ningún tipo de problema, o que la reforma migratoria puede ocurrir exclusivamente en la frontera entre Estados Unidos y México, ya que es un problema mucho mayor, es un problema global que debemos abordar tanto a nivel nacional como internacional.

Este artículo fue escrito por Sarah Kennedy y publicado originalmente en Yale Climate Connections.

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