Los primeros 100 días
Por José López Zamorano
Para La Red Hispana
Es verdad que el ejercicio de evaluar los primeros 100 días de un nuevo gobierno es caprichoso. Algunas de las mayores iniciativas de presidentes previos han requerido tiempo y esfuerzo, por lo que cualquier juicio para determinar el éxito o fracaso de una nueva administración con ese corto rasero, corre el riesgo de resultar irrelevante.
La primera gran iniciativa legislativa del nuevo gobierno, la reforma del sistema de salud, fue vista como una derrota temprana para los republicanos, en particular porque develó las divisiones internas del partido. Tener control de la Casa Blanca, además de mayorías en ambas cámaras del Congreso, es útil pero no garantía de gobernabilidad.
A quienes argumentan que el presidente no ha hecho más que firmar órdenes ejecutivas –28 en total– pero no ha promulgado ninguna ley mayor, la Casa Blanca responde que a George W. Bush le tomó hasta junio de su primer año firmar una legislación importante, a Bill Clinton y Ronald Reagan hasta agosto, a Richard Nixon un año y a Jimmy Carter más de 220 días.
Una encuesta muestra sin embargo que el juicio del público es inapelable y es directamente proporcional a las expectativas de cambio que le fueron ofrecidas en la campaña presidencial.
Aunque una abrumadora porción de los votantes del presidente se mantiene leales y pacientes, la realidad es que su nueva administración ha generado una impresión más desfavorable que favorable por el público estadunidense en general, de acuerdo con un sondeo de The Washington Post.
En uno de los temas centrales de su campana, migración, la caracterización compartida por muchos en la comunidad legal y de organizaciones independientes, es la de un estado de confusión y preocupación, en especial en asuntos delicados, como el futuro de los cientos de miles de “dreamers” que se acogieron a DACA.
A la luz del temor que despertó la detención y/o deportación de algunos dreamers, el presidente salió al paso dejando en claro que no tienen de que preocuparse, pero el procurador Jeff Sessions asegura que toda persona que se encuentra ilegalmente en Estados Unidos, es sujeta a deportación.
Aunque las dos primeras órdenes ejecutivas del presidente para inmigrantes de países de mayoría musulmana siguen estancadas en los tribunales, el número de cruces fronterizos se desplomó a niveles históricos, sin que se haya construido un solo metro del polémico muro en la frontera con México.
Es de hacerse notar que ninguno de los legisladores de estados fronterizos, sean republicanos o demócratas, apoyan aprobar dinero para el muro en el actual presupuesto, y los demócratas amenazado con paralizar el gobierno, de ser necesario, si la Casa Blanca insiste en obtener dinero para el muro o para la llamada fuerza de deportación.
Estados Unidos llega así al umbral de los primeros 100 días en medio de las mismas divisiones que se hicieron patentes en las elecciones. Es verdad que es prematuro emitir un juicio definitivo, pero los próximos días, semanas y meses serán claves para determinar si este país se encamina hacia un acercamiento que permita resolver los grandes retos pendientes o si se mantiene en la ruta de una mayor polarización.