Bien educados: cómo la identidad latina le ayuda a los niños a prosperar
Los valores que las personas latinas fomentan en los niños les ayudan a ser amables y a estar conectados con los demás.
“He llegado a creer que para prosperar, un niño debe tener al menos un adulto en su vida que le muestre amor incondicional, respeto y confianza. Para mí fue Abuelita”. —Sonia Sotomayor, mi amado mundo
Si eres padre de niños pequeños, es probable que hayas disfrutado de Encanto (quizás hasta en múltiples ocasiones). La película cuenta la historia de La Familia Madrigal, una familia colombiana muy unida en la que todos (bueno, casi todos) tienen un don especial que utilizan en beneficio de quienes los rodean. En la película, la Abuela subraya este punto mientras canta: “Juramos ayudar siempre a quienes nos rodean y ganar el milagro que de alguna manera nos encontró”.
Este énfasis en brindar ayuda a los demás se puede encontrar en todos los grupos latinos y refleja las creencias y actitudes culturales tradicionales. Las comunidades latinas, al igual que otras sociedades principalmente agrarias y de orientación colectivista, prosperan haciendo lo mejor para la familia y la comunidad en general, y promueven la cooperación, la empatía y la ayuda hacia los demás. De hecho, hay evidencia de que los jóvenes de ascendencia latinoamericana (como de Brasil y México) muestran una mayor cooperación y una menor competitividad que los jóvenes de ascendencia europea americana blanca.
A pesar de las presiones que los jóvenes inmigrantes latinos pueden sentir para adaptarse a la cultura europea americana, las investigaciones sugieren que las creencias y actitudes cooperativas de su propia cultura son importantes para su salud y bienestar. Al ayudar a los niños a cultivar estos valores, nosotros, como padres, podemos ayudarlos a convertirse en adultos y miembros amables y equilibrados de la comunidad.
Valores culturales fundamentales para las familias latinas
La Abuela en Encanto y la ‘Abuelita’ de la jueza Sotomayor fueron figuras centrales en la familia, y cada una transmitió tradiciones familiares a las generaciones futuras. Transitar los valores culturales tradicionales y apoyar a los niños es una tarea importante para quienes brindan cuidados a niños, incluidos padres, hermanos, abuelos, tías, tíos y otros familiares.
Aunque los valores y los comportamientos se enseñan y se fomentan primero en el contexto de la familia, pueden dar lugar a hábitos que se generalicen hacia personas ajenas a la familia. Los valores centrales de las culturas latinas tradicionales incluyen:
El familiarismo (o familismo) subraya una afinidad y una obligación hacia la familia de uno, y verse a uno mismo como parte del sistema familiar. Un componente clave del familiarismo incluye la obligación de un miembro de la familia de cumplir con su papel en la familia brindando apoyo emocional y material a los demás. Por ejemplo, alentando a los niños mayores a que brinden cuidados a los abuelos o a los hermanos menores.
Otro aspecto de los valores del familiarismo incluye la reciprocidad, o el dar y recibir dentro de las relaciones. De acuerdo con esta creencia, se puede alentar a los niños a compartir con los demás y ser menos posesivos con sus cosas.
Finalmente, el familiarismo promueve la subyugación del yo, donde se alienta a los niños a dejar de lado sus propias necesidades y deseos y considerar las necesidades de los demás. A los niños se les enseña a considerar y evaluar las perspectivas y necesidades de los demás al tomar decisiones.
El respeto por los demás alienta a las personas a reconocer la jerarquía dentro de las relaciones y ceder ante la sabiduría de aquellos con más experiencia. Se espera que los niños actúen con cortesía hacia sus mayores y aquellas personas en posiciones de autoridad, como los maestros y padres.
A diferencia del familiarismo, no existen límites relacionales que dicten la expresión de estos valores. En un estudio, al hablar del respeto por los demás, una madre latina enfatizó este punto: “Siempre les digo a mis hijos que hay que respetar hasta a los niños más pequeños. . . mostrar respeto con todos”. Se alienta a que los niños traten a todas las personas con dignidad, que no respondan a quienes tienen autoridad sobre ellos y que no se burlen de los demás, incluidos los maestros y los compañeros.
La creencia de que los niños deben ser “bien educados” no se refiere simplemente a tener una educación formal en el sentido académico. Más bien, también significa que los niños deben demostrar cualidades buenas y sobresalientes. El comportamiento de los niños se refleja en la familia y, por lo tanto, los niños deben actuar de manera responsable y moral hacia todos los demás. Los niños siempre deben tratar de ser cálidos, honestos, educados, respetuosos y responsables. Se espera que sean obedientes y actúen de acuerdo con su rol social dentro de la familia más amplia y su comunidad.
Los beneficios de una fuerte identidad cultural
Estos valores culturales y los valores latinos tradicionales, como la religiosidad y la humildad, están intrínsecamente orientados hacia los demás y tienen fuertes elementos de prosocialidad (actuar de manera que beneficie a los demás). Como resultado, puede no ser sorprendente que los jóvenes latinos con una fuerte identidad étnica/racial tiendan a actuar de manera más prosocial (y también experimenten un mayor bienestar).
Por ejemplo, la investigación sugiere que los jóvenes que reportan fuertes valores de familiarismo están más dispuestos a cuidar a los hermanos y tienen una relación más positiva entre hermanos en general.
Los niños latinos reciben fuertes lecciones de empatía. Un estudio reciente cualitativo descubrió que cuando las madres latinas hablan con sus hijos sobre los conflictos entre hermanos, usan un lenguaje orientado a los demás para presentar la perspectiva del otro hermano. Por ejemplo, una madre en el estudio le comunicó a su hijo: “Lo que pasa es que tu hermano es mucho más pequeño y siempre quiere saber lo que estás haciendo. Si le das un mal ejemplo, lo hará… Porque está aprendiendo de ti. Eres su ejemplo”.
Esta madre, así como otras en el estudio, promovieron la toma de perspectiva al recordarle a su hijo que el comportamiento molesto de un hermano puede deberse a que miran al niño focal como un modelo a seguir, quieren pasar tiempo juntos o quieren ser incluidos al jugar. Esta habilidad para ver desde otra perspectiva parece trasladarse más allá de la familia, ya que los jóvenes que respaldan con más fuerza el familiarismo demuestran una mayor perspectiva en general, lo que puede ayudarlos a formar otras relaciones positivas.
Además, los valores latinos promueven la capacidad de los jóvenes para regular su propio comportamiento y emociones. Los valores del familiarismo requieren que los niños consideren las necesidades de los demás antes de actuar por uno mismo. En lugar de dejarse llevar por sus sentimientos o deseos personales, los jóvenes deben tomar el tiempo para atender las necesidades del grupo.
Las madres latinas alientan a los niños a reevaluar sus sentimientos hacia sus hermanos al participar en la autorreflexión, una habilidad que se necesita para evaluar y regular las emociones. Por ejemplo, en el estudio reciente cualitativo, una madre animó a la reflexión al hablar con su hijo al decirle: “Cuando el día termina tú piensas: ‘Wow, no me voy a pelear con mi hermanita’. ¿Realmente peleamos demasiado?’ ¿Tienes sentimientos como, ‘Ella es mi hermana y la amo mucho’?”. Del mismo modo, los valores de respeto y de ser bien educado alientan a los jóvenes a actuar con respeto y obediencia hacia los demás, lo que requiere monitorear su propio comportamiento.
Estos valores promueven aún más el bienestar de los jóvenes, incluidos los jóvenes inmigrantes, que enfrentan el desafío de navegar entre dos culturas. Los valores latinos pueden entrar en conflicto con los de sociedades principalmente individualistas, como la competencia, la ambición y el logro personal, y el materialismo. Pero los jóvenes que adoptan una identidad bicultural (un autoconcepto que abarca tanto la minoría étnica/racial como la cultura mayoritaria) y aquellos que reportan una fuerte identidad étnica/racial muestran mejor salud, éxito académico y comportamiento.
Al experimentar los factores estresantes y las presiones para aculturarse a la sociedad mayoritaria, algunos jóvenes inmigrantes pueden confiar en los fuertes valores de familiarismo. El familiarismo puede disminuir la participación de los jóvenes en comportamientos delictivos (como el consumo de sustancias, romper reglas o la agresión) al mantener relaciones sólidas entre padres e hijos.
El familiarismo también puede mejorar la vida académica de los jóvenes. De hecho, los jóvenes que respaldan el familiarismo participan más en la escuela, tienen menos dificultades académicas, tienen menos ausencias a la escuela y dedican más tiempo a la tarea, quizás gracias al estímulo de sus padres para que se desempeñen bien en la escuela. Los expertos también sugieren que los jóvenes latinos, de quienes se espera que asuman un papel activo y responsable en la familia, también tienen más probabilidades de asumir un papel activo en su entorno escolar.
Prácticas para los cuidadores
Enseñarle a los niños a adoptar valores culturales tradicionales, abrazar su herencia étnica/racial y participar en comportamientos prosociales son los objetivos principales de muchos padres o cuidadores latinos. Los investigadores sugieren enfoques intencionales que puedes usar para ayudarle a lograr estos objetivos.
1. Comunica claramente las expectativas culturales y de comportamiento
Estas expectativas enfatizan el papel del niño en la contribución al bien mayor de su comunidad o familia. Puedes enfatizar aún más sobre la responsabilidad personal y social asignando tareas familiares y domésticas y enfatizando el papel de tu hijo en la familia en general. Por ejemplo, puedes asignar las responsabilidades para el cuidado de hermanos a niños mayores.
2. Refuerza los buenos comportamientos (como ayudar a los demás) usando recompensas sociales como elogios, afecto o reconocimiento
Las recompensas sociales son más efectivas en la promoción de un cambio de comportamiento positivo que dar recompensas materiales como dinero o juguetes. Las recompensas sociales pueden ser especialmente efectivas cuando se conectan los comportamientos positivos de tus hijos con tu propio sentido de identidad. Por ejemplo, puedes comentar sobre los comportamientos positivos de los niños diciendo: “Eres una persona muy considerada” o “Marcas una diferencia para quienes te rodean”.
3. Cuando un niño transgrede, ofrece explicaciones claras y bien pensadas de las expectativas del comportamiento y de las razones de esas expectativas
Por ejemplo, si un niño se porta mal en la escuela, puedes enfatizar la importancia de que cumpla con sus estándares y expectativas morales, que los maestros son figuras de autoridad importantes que generalmente tienen en mente el mejor interés del niño y las consecuencias beneficiosas de comportarse bien para ellos mismos. Cuando se combinan con ejemplos de cómo comportarse apropiadamente en situaciones difíciles, estas conversaciones pueden ayudar a los niños a comprender sus reglas y expectativas morales y enseñarles qué hacer en lugar de qué no hacer.
4. Sustituye castigos duros como la disciplina física por formas alternativas de disciplina que promuevan la autorregulación y la autorreflexión
Por ejemplo, puedes implementar tiempos de espera o castigos, en los que se aliente a los niños a reflexionar sobre sus sentimientos naturales de culpa por las transgresiones y considerar formas alternativas de comportamiento que podrían lograr sus objetivos.
Además, debes abstenerte de prácticas punitivas severas y de inducir la vergüenza al criticar el carácter de tu hijo. La vergüenza y los castigos severos con frecuencia inducen miedo, interrumpen la comunicación abierta entre el cuidador y el niño, socavan las relaciones estrechas y cálidas entre el cuidador y el niño y modelan comportamientos agresivos. En consecuencia, los niños pueden considerar aceptable la agresión verbal y física para resolver conflictos y desacuerdos.
Establecer reglas y expectativas apropiadas y usar estrategias disciplinarias no duras son más efectivas cuando se combinan con la calidez de los cuidadores. Esta calidez les comunica a los niños que la disciplina o las directivas de comportamiento provienen de un lugar de cuidado y amor y que, aunque puedan cometer errores, todavía son aceptados. Cuando los niños reciben mensajes morales claros combinados con calidez y aceptación, es más probable que internalicen sus valores culturales y morales que pueden conducir a un crecimiento positivo.
Estas recomendaciones siempre deben considerarse a la luz de las circunstancias sociales y personales específicas de su familia y tu hijo. Pero en general son prácticas y experiencias que pueden resultar útiles y constructivas para criar otra generación de niños que son bien educados.