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¿Por qué a unos les afectó más que a otros el COVID-19?

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Dr. Carlos Jaramillo

Se han cumplido cuatro años de uno de los eventos más difíciles que nos tocó vivir de manera comunitaria: la pandemia del virus SARSCoV2que produjo la enfermedad COVID-19 y que a todos nos tomó por sorpresa.

Este virus se desató mostrando que tenía la capacidad para generar una gran respuesta inflamatoria, especialmente en un cuerpo que ya estaba crónicamente inflamado, por eso revestía mayor gravedad en las personas que padecían obesidad, cáncer, enfermedades autoinmunes, hipertensión arterial, diabetes, hígado graso, triglicéridos altos y síndrome metabólico y que, además, quienes tenían grandes niveles de estrés metabólico, químico o físico, eran propensos a terminar en cuidados intensivos.

La falta de información aumentó la desesperación entonces nos encerramos en casa y esa acción se transformó a nivel mundial en uno de los momentos donde más aumentó el consumo de alimentos ultra procesados y de alcohol.

Las noticias continuaron mostrando que existían otros factores asociados como la deficiencia de vitamina D, la pérdida de masa muscular o enfermedades crónicas previamente diagnosticadas que aumentaban el riesgo de padecer lo que se denominó COVID grave. Entonces, ¿por qué había gente que tenía la infección y era asintomática, otros que sufrían algún problema leve y otros terminaron con una enfermedad tan grave que murieron?

En promedio, la mayoría de las personas que fallecieron tenían entre cuatro o cinco antecedentes de alguna de las enfermedades anteriormente mencionadas, o sea toda una serie de condiciones que hoy son la principal causa de muerte, sobre todo cuando derivan en enfermedades cardiovasculares o cáncer.

Claro que en ese momento esas estadísticas nos parecían abrumadoras y entonces todos los esfuerzos fueron puestos para desarrollar una vacuna absolutamente genial que conseguía que las personas que se infectaban no tuvieran esa gran respuesta inflamatoria.

De esta manera nos olvidamos del problema y seguimos adelante sin entender el mensaje, sin ver la realidad que nos estaba diciendo que un virus tenía la capacidad de prender un fósforo en un cuerpo que era como una habitación llena de pólvora.

Solo algún gobierno de Centroamérica hizo una campaña sobre la importancia de los hábitos, el resto se enfocó únicamente en ampliar la vacunación, extender las cuarentenas, usar tapabocas, lavarse las manos y aumentar la cantidad de camas del sector de cuidados intensivos.

Por supuesto que todo eso era necesario pero también se debió hacer un llamado advirtiendo que la gravedad de este virus no habría ocurrido si no nos estuviéramos enfermando todos los días de la manera que lo hacemos y si no siguiéramos sumergidos en un sistema al que no le interesa el deterioro de la salud que produce en las personas con sus alimentos y sus productos y que la única solución que tiene para ofrecernos es un tratamiento agudo en una sala de urgencias o en una unidad de cuidados intensivos.

La importancia de cambiar los hábitos

Hoy, cuatro años después, el mensaje no fue claro. Durante el 2020 la principal causa de muerte en el mundo siguió siendo la enfermedad cardiovascular y la segunda, el cáncer. Eso nos muestra que la gente no se moría por el COVID-19 sino que fallecía con dicho virus ya que este aceleraba lo que era su mal estado previo de salud.

Cuatro años después, seguimos como quien está de espaldas y con audífonos puestos hacia el tsunami que se desata detrás suyo. Ignorar algo no significa que las cosas no estén ahí o que no vayan a suceder.

Todavía tenemos la posibilidad de hacer cambios, de darnos cuenta que hay mega industrias a quienes no les interesa nuestra salud y continúan inundando el mercado con sus productos sin ningún tipo de restricción.

Es importante saber que los gobiernos no van a modificar nada porque estas empresas pagan millones de dólares en impuestos que terminan en el Senado o en el Congreso, entonces la ley no va a cambiar nunca, sólo nosotros podemos tomar otras decisiones.

Cuando pensemos en nuestra salud basados en las herramientas científicas las cosas comenzarán a ser diferentes y así podremos prepararnos de mejor manera, no para otra pandemia sino para la vida misma y eso está completamente en nuestras manos.

El doctor Jaramillo es egresado de Medicina de la Universidad de La Sabana, certificado como médico funcional en Estados Unidos y autor de libros como El milagro metabólico y El milagro antiestrés. Recientemente lanzó su tercer libro, Como: el arte de comer bien para estar bien.

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