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Caribeños: Una comunidad que da vida a la diversidad de Estados Unidos

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Cada mes de junio Estados Unidos celebra las aportaciones de esa comunidad a la sociedad en general. Este artículo forma parte de dicho reconocimiento.

Son ingeniosos, divertidos, amantes de la buena comida y del ritmo. Son multirraciales y multiculturales. Ellos son los caribeños, una comunidad que, aunque está integrada por diferentes nacionalidades, tienen muchas raíces comunes.

Con una riqueza rítmica inigualable los artistas de estos países (y los nacidos en Estados Unidos de este origen) han dominado el escenario de la música urbana desde hace varias décadas y han catapultado a una enorme cantidad de artistas de primer nivel, como Ricky Martin, Jennifer López, Celia Cruz, Buenavista Social Club, Chayanne, Calle 13, Bad Bunny, Johnny Ventura, por nombrar apenas unos cuantos.

La gastronomía es variada y va desde la Ropa Vieja cubana hasta el Mofongo puertorriqueño, y el Sancocho y el Mangú dominicano.

Una fuerte presencia en Estados Unidos

Según el censo de 2020, en Estados Unidos viven alrededor de 50 millones de hispanos. De ellos, la abrumadora mayoría es de descendencia mexicana: 31 millones de personas reportan ese origen.

El segundo grupo más numeroso es el de los estadounidenses con ancestros puertorriqueños, con 4.6 millones, seguido en tercer lugar por los cubanos, con 1.8 millones, o un 3.5% de la población latina total en este país.

La presencia de esta comunidad es evidente en la mayoría de los estados de la costa Este, como Nueva York, que durante décadas ha sido destino obligado de la diáspora boricua, tanto que incluso hay un gentilicio para los “neoyorricans”, que son los descendientes de los boricuas nacidos en el estado de Nueva York. En el 2018 vivían en ese estado 1,073,673 puertorriqueños.

La dominicana es otra comunidad que ha hecho de la ciudad de Nueva York el corazón de su nación en el extranjero. Actualmente los dominicanos son la comunidad latina más numerosa de Nueva York, según un estudio de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY).

Se calcula que en la ciudad viven cerca de 750.000 dominicanos. Gran parte de ellos viven Washington Heights, en el norte de Manhattan, una zona oficialmente reconocida como “La Pequeña República Dominicana” o comúnmente nombrada como “Merengue Heights”. También se les encuentra en grandes números en Florida,  Massachusetts y Pensilvania.

En Nueva Jersey y Florida, los cubanos han hecho notar su presencia en todos los ámbitos, desde la cultura y la música, hasta la literatura y la política.

Por supuesto que hay otras comunidades, como los jamaiquinos y los haitianos, que se mezclan con sus hermanos de región.

En estados como Nueva York y Nueva Jersey, los puertorriqueños representan el 25.3 por ciento del total de la población latina de la zona que se estima en 24.6 por ciento del total de la población. Detrás de ellos están los dominicanos con un 22.4 por ciento. Los cubanos representan el 3.1 por ciento.

En Illinois, los boricuas constituyen el 9.6 por ciento de los 2.124.850 habitantes latinos del estado.

En Florida, en especial en el condado de Miami-Dade, donde se encuentra “La Pequeña Habana”, más de la mitad de los latinos son cubanos.

En ese estado se calcula que el 53 por ciento de los 1.887.266 latinos, son cubanos. En un cuarto lugar están los puertorriqueños con un 4.9 por ciento y los dominicanos con un 4.6 por ciento.

Algunas ventajas sobre otros latinos

Se estima que el grupo mejor acomodado en términos económicos son los cubanos, no sólo porque con la revolución emigró la clase media, los más adinerados, y personas con elevados niveles académicos.

Pero a eso hay que agregarle las diferentes políticas migratorias hacia la Isla, muchas de ellas emanadas de la época de la llamada guerra fría que le otorgaba a los exiliados documentos para trabajar y vivir legalmente en Estados Unidos.

El caso de los puertorriqueños es similar. A pesar de que no son un estado como los demás que forman la Unión, su estatuto de estado libre y asociado le da la oportunidad de que las personas de esta nacionalidad tengan la ciudadanía estadounidense.

Una historia entrelazada

Por supuesto que no todo es son, salsa, merengue, o plena. La historia de las migraciones caribeñas tiene una fuerte relación con la situación política y económica de la zona, y en la que Estados Unidos siempre ha tenido una fuerte injerencia.

A los primeros asentamientos o barrios de puertorriqueños, cubanos, españoles y otras nacionalidades de origen hispano en ciudades estadounidenses durante el siglo XIX y principios del siglo XX se les llamó colonias.

Durante estos años la presencia antillana e hispana prevaleció en Nueva York, Filadelfia, Nueva Orleáns, Tampa y Cayo Hueso. La trayectoria política de Puerto Rico y Cuba empezó a tomar un nuevo rumbo en 1868 cuando estallaron las insurrecciones del Grito de Lares (23 de septiembre) y el Grito de Yara (10 de octubre).

Los cubanos en Estados Unidos

Si bien la relación migratoria entre Cuba y Estados Unidos venía de antes de la Revolución cubana, a partir de 1959 se intensificó, con miles de cubanos huyendo hacia Estados Unidos.

Según un estudio del Instituto Cubano de Investigaciones de la Universidad Internacional de Florida (FIU), en los primeros tres años del gobierno de Fidel Castro emigraron hacia Estados Unidos 248.100 cubanos, en lo que sería el inicio del éxodo tras el triunfo de la Revolución.

Desde 1966, cientos de miles de cubanos se han beneficiado de una ley conocida como Ley de Ajuste Cubano, que les permite ingresar al país para vivir y trabajar, y los coloca en una vía rápida para obtener la ciudadanía. La ley es el resultado de las tensas relaciones entre Washington y La Habana durante la Guerra Fría.

Entre diciembre de 1965 y abril de 1973, entre el cierre del puerto de Camarioca hasta el final del puente aéreo, otros 260.600 personas dejaron la isla para instalarse en EE.UU, según datos del Centro Cubano de Investigaciones de FIU.

Tras el éxodo del Mariel en 1980, que implicó el viaje de casi 125.000 cubanos, y la crisis de los balseros en 1994 tras el “Maleconazo” (30.900 cubanos emigraron a Estados Unidos), en mayo de 1995 se instaura la política de “pies secos, pies mojados”, que le permitía a los cubanos que llegaran a Estados Unidos -sin visa- convertirse en residentes permanentes, aunque los que eran interceptados en el mar serían devueltos a la isla.

El programa “pies secos, pies mojados” duró hasta enero de 2017, cuando el entonces presidente Barack Obama le puso fin. Se calcula que en los casi 22 años de esa política, casi 650.000 cubanos dejaron la isla para instalarse en Estados Unidos.

Los boricuas y su diáspora

A menudo se piensa que la migración puertorriqueña es, en su mayor parte, un fenómeno de mediados del siglo XX. Si bien es cierto que la magnitud del éxodo masivo de puertorriqueños desde mediados de la década de 1940 a la de 1960—periodo conocido como la Gran Migración—aún no ha sido totalmente superada, la presencia puertorriqueña en la ciudad de Nueva York y algunas otras ciudades estadounidenses se remonta al siglo XIX.

Esta presencia comenzó mucho antes de la Guerra Hispanoamericana y la invasión de la Isla en 1898, cuando España se vio forzada a ceder a Estados Unidos las islas de Cuba y Puerto Rico, además de sus restantes territorios coloniales.

A diferencia de la mayoría de las colonias españolas en las Américas, las cuales para mediados de la década de 1820 se habían convertido en naciones independientes, Puerto Rico y Cuba no lograron liberarse del coloniaje español.

Las autoridades coloniales españolas mantenían un ambiente de represión política en las dos Antillas, el cual limitaba la libertad de expresión y otros derechos civiles. Esta situación llevó al destierro a muchos patriotas antillanos de tendencias autonomistas o separatistas quienes abogaban por reformas al régimen colonial, mayor autonomía para gobernarse, o la total separación de las islas del dominio español.

Numerosos simpatizantes o partidarios de esos sectores, quienes en su mayoría también abogaron por la libertad de la población afrodescendiente esclavizada, fueron forzados a marcharse de Puerto Rico y se refugiaron en varias ciudades europeas y estadounidenses.

Por otro lado, comerciantes, profesionales, estudiantes y otras figuras del ámbito intelectual y político de la Isla también viajaban con frecuencia a EE.UU. durante el transcurso del siglo decimonónico. En aquella época, gran parte de la élite criolla puertorriqueña y de otros países del hemisferio americano veía a la nación del Norte como la representante máxima de los valores democráticos, el progreso, y la modernidad.

La Gran Migración: las décadas de 1940 y 1950

Mientras la sociedad puertorriqueña se transformaba y modernizaba en la década de 1950, como consecuencia del programa de industrialización conocido como Operación Manos a la Obra, el desarrollo industrial a su vez provocó el desempleo y deterioro de la economía agrícola y aceleró la migración masiva a Estados Unidos; patrón que continúa hasta nuestros días.

Las nuevas industrias establecidas en Puerto Rico por inversionistas estadounidenses durante esa época no fueron suficientes para satisfacer las necesidades de empleo causadas por el rápido deterioro del sector agrícola.

Se argumentaba, además, que Puerto Rico era una isla sobrepoblada y de pocos recursos naturales. Estos factores contribuyeron a que el gobierno insular fomentase la migración a Estados Unidos de manera extraoficial como una estrategia para reducir el desempleo y la pobreza. Por otro lado, la migración de trabajadores boricuas aumentó la mano de obra disponible para sostener diversos sectores de la economía estadounidense.

La llamada Gran Migración que se desató mayormente durante las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial que llegó a su fin en 1945, tuvo su mayor impacto en la ciudad de Nueva York, pero también hubo un notable aumento de población puertorriqueña en Chicago, Filadelfia, Newark y otras áreas de Nueva Jersey, y del noreste y medio oeste de Estados Unidos durante las décadas de 1950 y 1960.

Para ayudar a los migrantes en su proceso de transición y adaptación a la sociedad estadounidense, el gobierno de Puerto Rico creó la Oficina de Migración en 1948, el comienzo de lo que poco después sería la División de Migración que estableció oficinas en San Juan, Nueva York, Chicago, y otras ciudades y regiones de la nación a donde eran dirigidos muchos de los trabajadores que llegaban de la Isla. La División de Migración ofrecía información sobre empleos, vivienda y servicios sociales, además de auspiciar proyectos de difusión cultural y clases de inglés para los trabajadores que no podían comunicarse en ese idioma.

La migración fue también facilitada por el transporte aéreo, el cual se inició en Puerto Rico en 1950. La introducción de los aviones de propulsión a chorro (jets) en la década de 1960, acortaron de manera considerable las horas del traslado aéreo a Estados Unidos. La administración gubernamental incluso negoció con las líneas aéreas tarifas a bajo costo para facilitar el movimiento a Estados Unidos.

La metáfora de “la guagua aérea” es hoy en día parte del habla popular para describir el “ir y venir” de población entre Puerto Rico y el territorio estadounidense.

En la actualidad, la migración se ha visto intensificada por los problemas económicos derivados de huracanes y otros desastres naturales.

Quisqueya en el exterior

Las primeras olas de migración dominicana hacia Estados Unidos empezaron en 1960, aumentando en los 70 y 80, llegando a su máximo a mediados de los 90, momento a partir del cual han declinado ligeramente.

Las razones de la emigración hacia Estados Unidos, se explican por factores, históricos, estructurales y políticos. Desde una perspectiva histórica, las relaciones entre República Dominicana y los Estados Unidos se remontan al siglo XIX, cuando se consideró la opción de anexar la isla a Estados Unidos.

Luego, Estados Unidos ocupó República Dominicana entre 1916 y 1924 y posteriormente, volvieron a intervenir en 1965. Estas conexiones históricas facilitaron flujos de información y permitieron la migración cuando cambiaron las relaciones entre ambos países.

Vale la pena anotar que durante la dictadura de Trujillo las posibilidades de dejar la isla eran limitadas y requerían de permisos especiales, por lo que la migración era altamente selectiva y restringida.

Sin embargo, fue la apertura de la economía dominicana posterior a 1961 la que condicionó la masificación de la migración. En un contexto de fuerte desempleo y de agitación política, la migración fue una válvula de escape para la población dominicana.

El cambio de modelo económico que siguió el cambio de régimen ha sido un propulsor de la emigración ya que con el desarrollo de los sectores del turismo y de las zonas francas, se ha excluido el sector productivo de base que no se ha integrado al modelo de servicios en expansión.

Este desempleo ha aumentado su percepción de vulnerabilidad. Además de estas dificultades internas, la emigración aumenta por el atractivo del país de destino, lo que se ve en los jóvenes que quieren salir del país para valorar su formación en otros mercados.

Según los datos del censo del 2000, 65.9% de los residentes de origen dominicano llegaron a EEUU antes de 1989 y 37.5% entraron a EEUU entre 1990 y 2000.

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