LVEJO, los líderes que buscan justicia ambiental en Chicago
Para la organización Little Village Environmental Justice, más conocidos como LVEJO, la historia comenzó así. Hace varios años, exactamente en 1994, un grupo de padres se reunió buscando impedir que el colegio de sus hijos, el Joseph E Gary Elementary, adelantará unas renovaciones que tenían planeadas. ¿La razón? Sabían que las partículas de los materiales que se estaban usando para la renovación podían ser tóxicas para sus hijos. La presión que lograron fue tal que el colegio echó para atrás los planes y, desde entonces, LVEJO, ubicada en Chicago, se convirtió en un vigilante ambiental de lo que sucede dentro de su comunidad, Little Village.
Aunque ese fue el comienzo, LVEJO creció y se convirtió en una organización que aprovecha el poder de la comunidad para crear espacios verdes y educar a los jóvenes en uno de los barrios más densamente poblados y marginados de Chicago. Esto lo cuenta Edith Tovar, organizadora comunitaria y parte del equipo de Transición Justa. “Nosotros nos embarcamos en proyectos que toman tiempo, y que buscan unir, conversar con los vecinos y residentes para que se den cuenta que está pasando con la comunidad”.
Parte de estos proyectos, precisamente, fueron lograr el cierre de dos plantas de carbón que estaban en la zona y que jugaron un rol importante en el incremento de los problemas respiratorios en la comunidad. El primero, comenta Tovar, se trataba de la planta Celotex que, además, con el tiempo y tras una limpieza profunda, lograron convertir en el segundo parque público verde que tiene Little Village, con 22 hectáreas. Mientras, el otro caso fue el del cierre de la planta de carbón de Crawford and Fisk. “Fue una victoria no solo para la organización, sino para los residentes, pues mucho del material contaminado también se estaba entrando a las casas y las residencias”, comenta.
Pero este trabajo va más allá del paisaje, ya que la conservación urbana está entrelazada con la justicia ambiental en el caso de muchas comunidades minoritarias en todo Estados Unidos. Es más, en este país el 80% de los residentes que vive en ciudades considera que la conservación del medio ambiente es un problema urbano.
Por esto, lo que Tovar más disfruta de su trabajo son las cosas más simples. Cuenta, por ejemplo, que a través de la organización ella trabaja con el Jardín Semillas de Justicia. Un jardín comunitario que crearon en el espacio donde antes se depositaban los sobrantes de los barriles de petróleo y que ahora alberga las cosechas y reuniones de la comunidad. “Ahora es un lugar mágico, creo yo”, cuenta Tovar. “El jardín lleva solo cinco o seis años funcionando, pero allí es donde hablamos con los residentes sobre justicia alimentaria. Muchos de nuestros vecinos saben mucho de agricultura, porque trajeron esa tradición de sus casas, de cuando no vivían acá, así que es un espacio donde todos aportan”..
Y es que son varios los espacios con los que LVEJO quiere hacerle frente a los problemas ambientales y el cambio climático, pero todos vienen desde la comunidad. Desde las voces de los líderes más jóvenes, a quienes es muy importante darles un espacio. Un trabajo que no ha pasado desapercibido. Es más, en el 2013 Kim Waserman, quien fue la directora ejecutiva de LVEJO desde el 2005 hasta ese año, ganó el Goldman Price, también conocido como el premio Nobel ambiental.
Si quiere conocer más sobre su trabajo o los triunfos de LVEJO, visite www.LatinoVerde.com.