Huracán desde la atmósfera, en vista satelital.

Impacto de huracán Idalia resalta necesidad de aumentar la resiliencia climática

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A finales de agosto, el huracán Idalia azotó la región del Big Bend, tocando tierra como huracán de categoría 3 tras alcanzar brevemente la categoría 4. El desarrollo y la intensificación de Idalia a lo largo de la costa del Golfo de Florida no sólo fue un duro recordatorio de los efectos acelerados y sin precedentes del cambio climático sobre los fenómenos meteorológicos extremos, sino que resaltó la necesidad urgente de mejorar las medidas de resiliencia climática y la importancia crítica de invertir en la preparación y ayudar a las comunidades a reducir su vulnerabilidad a los peligros provocados por el cambio climático.

La cruda realidad es que fenómenos meteorológicos extremos como Idalia, que se calcula que causará hasta 20.000 millones de dólares en daños y pérdidas, ya no son incidentes aislados, sino un patrón alarmante que exige acción inmediata. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) prevé que el número de huracanes de categoría 4 o 5 podría aumentar en un 10% este siglo.

El calentamiento de los océanos ha contribuido al aumento del nivel del mar y a temperaturas del agua que superan los promedios históricos. Estas temperaturas récord de la superficie del mar han llevado a la NOAA a actualizar su pronóstico de una temporada de huracanes por encima de lo normal al 60%.

“Las calientes aguas superficiales del Golfo de México, producto del calentamiento global, contribuyeron a la rápida intensificación del huracán IDALIA, de tormenta tropical a categoría 4 en menos de un día. Un claro ejemplo de la huella del cambio climático en los eventos extremos cada vez más frecuentes que se dan por todo el mundo”, afirmó Ricardo Alvarez, experto en diseño ambiental y adaptación al cambio climático y autor de Hurricane Mitigation for the Built Environment. “Es indiscutible que los procesos naturales se ven alterados bajo la influencia de la actividad humana, en nuestras manos está mitigar la misma.”

Las comunidades costeras se encuentran amenazadas

La intensificación de la temporada de huracanes impulsada por el cambio climático tiene graves repercusiones para las comunidades costeras, que sufren la peor parte de estas fuerzas destructivas. Entre las más afectadas se encuentran las comunidades latinas de EE.UU., que a menudo residen en regiones costeras vulnerables. Las personas afroamericanas e hispanas tienen más probabilidades de vivir en zonas de alto riesgo de inundación por desastres naturales. Estas comunidades son más propensas a enfrentarse a recursos inadecuados y a un acceso limitado a la ayuda en caso de catástrofe, lo que agrava el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos sobre sus vidas. Con un aumento de 100 cm del nivel medio del mar, los hispanos y latinos de EE.UU. tienen un 47% más de probabilidades de vivir en zonas de alto impacto con riesgo de inundación que las personas no hispanas/latinas.

Invirtiendo en resiliencia

En agosto, la administración de Biden anunció la asignación de 3.000 millones de dólares para ayudar a las comunidades a aumentar su resiliencia frente a la doble amenaza del cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos. El objetivo de esta inversión es reforzar las infraestructuras, mejorar los planes de preparación ante catástrofes y proporcionar un apoyo crucial a las comunidades marginadas que se enfrentan a la peor parte de los retos relacionados con el clima.

“Nuestros socios locales y comunitarios son los primeros en responder cuando se producen fenómenos meteorológicos extremos, y se encuentran al frente de la construcción de la resiliencia de nuestra nación a los impactos del cambio climático”, dijo el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro N. Mayorkas. “Al invertir hoy en el fortalecimiento de nuestra infraestructura crítica, en particular para las comunidades más marginadas y vulnerables, la agenda Invertir en América del Presidente Biden va a mantener a los estadounidenses y sus comunidades más seguras y resilientes.”

Las huellas del cambio climático son cada vez más pronunciadas en la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos. Nuestro país se encuentra en un momento crucial en el que nuestra respuesta puede determinar la trayectoria futura de estos efectos. Esta aportación de fondos para la resiliencia climática, que forma parte de la iniciativa Justice40 de la administración, supone un compromiso nacional con la justicia medioambiental como nunca antes. Esta financiación y otros esfuerzos impulsarán el objetivo de que el 40% de los beneficios de determinadas inversiones federales beneficien a las comunidades desfavorecidas, marginadas y agobiadas por los efectos del cambio climático.

La intensificación de Idalia sirve como recordatorio inquebrantable de la necesidad de invertir en resiliencia climática, especialmente en las comunidades de color, para combatir las consecuencias del cambio climático.

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