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¿UN VASO MEDIO VACIO O MEDIO LLENO?

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Por José López Zamorano
Para La Red Hispana

 


 

Sigilosamente, la administración Trump decidió mantener, al menos por el momento, el Programa de Acción Diferida para Llegados en la Infancia (DACA) que beneficia a más de 790,000 inmigrantes indocumentados que llegaron a los Estados Unidos siendo menores de edad. Al mismo tiempo rescindió su posible ampliación y su variante para adultos DAPA.
 
Son buenas noticias sin duda que cientos de miles de jóvenes, la mayoría mexicanos, puedan seguir no sólo contando con los beneficios de DACA –como los permisos laborales y la protección contra la deportación en la mayoría de los casos– sino que tengan la posibilidad de renovar su extensión por dos años adicionales cuando llegue el momento. 
 

Y es entendible que no haya habido ni bombo ni platillo en el anuncio de esas decisiones de política migratorias. Después de todo, el señor Trump había indicado claramente en su campaña presidencial que planeaba deportar a todos los inmigrantes indocumentados, sin distinción de edad. Dice el dicho que es de sabios cambiar de opinión.
 
El Departamento de Seguridad Interna (DHS) aclaró que el hecho de que la versión original de DACA del 2012 no haya sido rescindida, no debe ser interpretada como relevante para el futuro del programa: “El futuro del programa DACA continúa bajo revisión por esta administración”.
Independientemente que no se trate la decisión final sobre el futuro de DACA, el hecho de que se mantenga el blindaje contra las deportaciones de cientos de miles de jóvenes es una buena noticia. Además, el presidente Trump ha insistido que buscará una solución humanitaria para estos “dreamers” que han mostrado ser tan americanos como cualquier persona nacida aquí, salvo por los papeles.
 
He prestado atención a las múltiples expresiones de decepción por la rescisión de DAPA y de la ampliación de DACA. Y las entiendo. Después de todo, se cierra la puerta a la legalización de más de 4 millones de personas que tienen hijo que son ciudadanos estadounidenses o residentes legales permanentes, entre otros.
 
Ambos programas puestos en marcha en 2014 por el entonces presidente Barack Obama enfrentaban sin embargo un destino incierto en los tribunales estadounidenses y no habían podido ser implementadas debido a la oposición de 26 estados del país.
 
Y aunque comprendo la desilusión no debemos menospreciar la importancia de que se preserve DACA. Después de todo fueron los soñadores los que con su esfuerzo y dedicación cambiaron la mente y el corazón de los políticos. Y ellos seguirán aquí para mostrar a través de su ejemplo de tenacidad y valor que la reforma migratoria es la solución digna y humanitaria que requiere el país.

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