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El populismo herido

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Por José López Zamorano
Para La Red Hispana

 

 

 

 

 

 

No es la primera vez que los ojos del mundo han estado volcados en Francia, el país que legó a la humanidad su célebre Declaración de los Derechos del Hombre y de los ciudadanos en 1789 y cuyo lema revolucionario de “libertad, igualdad y fraternidad” ha sido fuente de inspiración en incontables episodios históricos.
 
Las elecciones del domingo pasado entre el banquero Emmanuel Macron y la nacionalista Marine Le Pen atrajeron una atención sin precedentes porque no sólo estaba en juego el destino de Francia, sino la definición de dos apuestas políticas y filosóficas marcadamente contrapuestas y cuyo desenlace debe importar a todos.
 
No fue por ello casual que, ante la percepción de lo que estaba en juego, tanto el presidente Donald Trump como el ex presidente Barack Obama, hayan decidido no tan veladamente dejar en claro su apoyo a Le Pen y Macron, respectivamente.
 
El presidente Trump no pudo ocultar su preferencia por Le Pen en una entrevista con The Associated Press cuando aseguró que ella era la más fuerte en el tema fronterizo. “Quien sea más dura contra el terrorismo radical islámico y quien sea la más fuerte en las fronteras, le irá bien en la elección”, sostuvo Trump.
 
En contraste, un mensaje videograbado de Obama resaltó a Macron como el candidato de los valores liberales y el promotor de fortalecer el papel de Francia en Europa y en el mundo. “en la perla a las esperanzas de la gente, no a sus miedos”, señaló.
 


El contundente triunfo de Macron con el 66.1% de los votos representa por ello una victoria para quienes creen en los valores fundamentales de la apertura, la tolerancia, la diversidad y la inclusión, frente a las ideas del Frente Nacional de Le Pen que defendía posiciones anti migratorias, nativistas y xenófobas.

El populismo quedó herido y desfalleciente, pero no muerto. A pesar de haber obtenido sólo el 33.9% de los votos, se trata del nivel más alto de apoyo al Frente Nacional. En otras palabras, una tercera parte de los electores franceses no apoyaron a Macron, por lo cual uno de sus primeros retos será unificar al país en una visión compartida.
 
Pero el apoyo detrás de Le Pen y de su filosofía, como antes lo hubo a los republicanos en Estados Unidos y al Brexit en Gran Bretaña, muestra que hay grandes segmentos de la población atentos a narrativas que les ofrecen alternativas –realistas o no— a sus preocupaciones legítimas sobre su bienestar personal y su seguridad económica.
 
El triunfo de Macron, un candidato con un movimiento, pero sin un partido, muestra que es posible construir propuestas políticas y programáticas alternativas que apelan a valores colectivos positivos y no a exacerbar la ansiedad y el miedo con propuestas simplistas y aislacionistas.

 

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