Un museo dirigido con el amor al arte de Roxana Velázquez
Lo he dicho antes. El periodismo es una de esas profesiones apasionantes en la que conoces personas extraordinarias todos los días. Una de ellas es Roxana Velázquez, directora del Museo de Arte de San Diego y la fuerza detrás de esa institución.
El Museo de Arte de San Diego del que Roxana Velázquez es directora tiene un acervo de más de 25.000 piezas de arte de todo el mundo. Cuenta con la colección de arte hindú más importante fuera de la India; tiene una colección impresionante de la pintura española del Siglo de Oro y colecciones de primer nivel de arte latinoamericano y mexicano y si todo eso fuera poco, está listo para iniciar la mayor expansión física de la historia del museo.
Aun así, Velázquez se da el tiempo para reír y disfrutar de una conversación en la que el sujeto central es el arte y el museo que ella encabeza.
La fuerza de ese entusiasmo es que disfruta a fondo de lo que hace. “Tengo casi 14 años en el Museo de Arte de San Diego, pero tengo más de 30 años dirigiendo museos”, dice esta mexicana originaria de Ciudad de México, quien en su momento fue directora del Museo del Palacio de Bellas Artes y del Museo de San Carlos.
Un museo extraordinario
El Museo de Arte de San Diego tiene colecciones permanentes que van desde los egipcios hasta los Budas del siglo XVI, esculturas, pinturas clásicas del siglo XVII y XVIII. “En nuestras salas tenemos al Greco, a Goya, a Murillo… toda una sala de arte de España del Siglo de Oro. Me atrevo a decir que es uno de los museos más completos de toda la región”.
Y todo este tesoro se encuentra en el centro del Parque Balboa, uno de los parques urbanos más bellos del país.
Se entusiasma al describir las colecciones. “Tenemos arte impresionista francés, aquí pueden encontrar a Monet, a Van Gogh, pero también tenemos arte de Latinoamérica. De México tenemos a Diego Rivera, Orozco, Siqueiros, Zúñiga, de Ramos Martínez, todo como parte de las exhibiciones permanentes en más de 20 salas”.
En los últimos catorce años, bajo su dirección, el museo ha ampliado su acervo con obras de gran importancia. “Añadimos 2.560 obras de arte, incluyendo dibujos, pinturas, grabados, fotos, videos, esculturas y objetos. Trabajamos con coleccionistas y donantes privados y compramos algunas piezas espectaculares. Entre ellas, San Francisco en Oración en una Gruta, que es una obra maestra de Francisco Zurbarán, un artista del siglo XVII. Otra pieza de primer nivel es la Ninfa de la Primavera del artista alemán del siglo XVI Lucas Cranach. “En 2017, adquirimos el primer cuadro de John Singer Sargent del museo, John Alfred Parsons Millet”.
Como madre al referirse a sus hijos, Velázquez nos habla de la impresionante colección de arte hindú que consta de más de 1.500 piezas y que le fue donada al museo.
“Es la colección más importante que existe fuera de la India en el mundo y la tenemos aquí y abarca desde los siglos VIII al XVIII, pasando por el imperio mogol, el mundo islámico, la historia de Buda y de los cristianos en la India. De hecho, para mí fue un gran descubrimiento saber la importancia del donativo que habíamos recibido”.
Y una vez que lo supo, se ha encargado de que otros museos del mundo puedan exhibirla. Hasta el momento ha estado en 17 museos en Estados Unidos, Canadá y España entre otros.
Otro logro que puede atribuirse a la capacidad de negociación y convencimiento de Velázquez es la fusión con el Museo de Arte Fotográfico de San Diego que también se encuentra en el Parque Balboa.
“Fue un trabajo de bordado fino, de negociar, de superar obstáculos, pero sobre todo de convencer de las ventajas de unir esfuerzos”.
El resultado es que con esta fusión se han agregado 11.000 obras de arte y se ha ampliado la capacidad del Museo.
Velázquez utiliza sus manos para enfatizar sus palabras. “Creo profundamente en la colaboración y en que el arte debe ser accesible a todo el mundo”.
El arte para el público
Aunque ha recorrido el mundo y conoce más de 700 museos, para que el Museo funcione como una maquinaria perfectamente sincronizada, ha requerido de una gran disciplina y conocimientos concretos de lo que el público quiere.
Y esa parte no la ha obtenido en las aulas, sino del propio público.
“Muchas veces camino por los pasillos, sin que la gente me reconozca, y escucho las conversaciones de las mamás explicándoles a sus hijos el significado de una obra que acaba de ver, o a la inversa, ver al niño contándole a su mamá o a su abuela los pensamientos o sentimientos que le generó una obra. Eso es invaluable y es tal vez la mejor parte de mi trabajo”, dice.
La recuperación de las audiencias
Detrás de esas salas, de esas colecciones y del meticuloso cuidado de las exhibiciones, hay un intenso trabajo de planeación y muchos sueños.
La pandemia se convirtió en un desafío enorme para la mayoría de las instituciones, pero en el caso del Museo de Arte de San Diego, fue la oportunidad de reinventarse y desarrollar nuevas estrategias para llegar a un público más amplio y diverso.
Hoy, el número de asistentes ha crecido más del 20 por ciento con relación a 2019, llegando a un total de casi 500.000 personas al año.
Pero además hay un esfuerzo por incluir otras comunidades.
“Recientemente tuvimos una exposición de arte coreano y pensamos que iba a ser un reto atraer al público y resultó un gran éxito con la asistencia de más de 850 personas”, dice Velázquez.
Estos números representan no sólo que estamos llevando el arte a todos los sectores, sino también que el público sabe que va a encontrar las exhibiciones de gran calidad, dijo Velázquez.
Esa inclusión ha cruzado también la frontera y se desarrolla un proyecto en el que niños de las escuelas de Tijuana, son traídos a Estados Unidos para que puedan visitar el museo. “El patronato provee autobuses, habla con el consulado para facilitar el cruce y mantiene un contacto permanente con las escuelas para poder desarrollar este programa”, dice la directora, quien para lograr todo esto, promovió la inclusión en la junta directiva de una persona de Tijuana, Baja California.
Esta visión transfronteriza no es nueva.
Hace algunos años, Velázquez implementó un programa con el que réplicas de las grandes obras del Museo eran llevadas a las fábricas para que los hijos de las trabajadoras tuvieran la posibilidad de tener un contacto directo con el arte.
“El acceso al arte, debería ser un derecho humano”, dice Velázquez.
En ese mismo rubro se pueden contar la colección de arte hindú, de Somalia, Vietnam, o el arte musulmán, por no decir las extraordinarias colecciones de arte mexicano y latinoamericano.
“Mi filosofía de trabajo es que no sólo sea una visita y luego adiós. La idea es que tenga continuidad, y que el Museo sea parte de su cotidianeidad”.
Y para lograrlo, ideas no le faltan.
En coordinación con otras instituciones del Parque Balboa que llevan a unos 5.000 niños al año a eventos musicales, como conciertos, el Museo desarrollará el programa Clásicos para Niños, para vincular la música con las expresiones artísticas de la época en que se compuso.
“Por ejemplo, si van a tocar música barroca, nuestros curadores de arte europeo van a compartir las piezas que eran contemporáneas a la música que están escuchando, pero después los invitaremos al museo y con el personal de educación les daremos una explicación más amplia para que entiendan el valor y el significado del arte”.
La gran expansión
El museo de Arte de San Diego no ha sido modificado desde mediados de los sesentas, pero hoy se encuentra en un proceso de expansión significativo que será llevado a cabo por la renombrada firma arquitectónica Norman Foster.
Velázquez se ríe ante la pregunta del costo.
“Sólo te puedo decir que cuando me ven llegar los donadores, dicen: ‘aquí viene la directora haciendo su tour del millón de dólares’”.
Sin duda debe ser un proyecto costoso. La remodelación no solo es grandiosa por el tamaño que agregará, sino porque renovara los espacios y permitirá que los visitantes gocen también del espacio en el que se encuentran las obras de arte.
¿De dónde sale toda esa fuerza para estar desarrollando nuevos proyectos? le pregunto.
No lo piensa dos veces.
“Es el amor a lo que hago. Es el amor al arte”, dice convencida. “Y es que el arte es la más alta expresión de un ser humano. ¿Cómo no enamorarse de eso?”
El dato
1450 El Prado, San Diego, CA 92101
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