Pedro Corzo: “Yo no iré a Cuba mientras haya dictadura en mi país”
El 20 de mayo la República de Cuba celebra un aniversario más de su independencia. Con ese motivo entrevistamos al periodista e historiador cubano Pedro Corzo quien nos ayudó a entender la oposición al régimen castrista desde sus entrañas.
Corzo estuvo preso en el Presidio Modelo de Isla de Pinos durante ocho años por conspirar contra el régimen de Castro desde el mismo 1959. Realizó actividades contra el régimen, ayudó a grupos insurgentes que operaban en las montañas, trabajó en la lucha clandestina y dirigió un tabloide contrario a la dictadura.
Corzo es escritor, conferencista y presentador de radio. Ha producido documentales históricos, como “Zapata”, “Boitel” y “Los sin derechos”. Entre sus libros se encuentran “Cuba, Cronología”, “Perfiles del Poder”, “La Porfía de la razón”, “Guevara: Anatomía de un Mito”, “Cuba, desplazados y pueblos cautivos” y “El espionaje cubano en Estados Unidos”.
Actualmente Corzo vive en Miami, Florida, donde se asienta una gran parte del exilio cubano. Desde allá nos habló acerca de la compleja relación entre Cuba y Estados Unidos. “Una relación profunda, con altibajos que ha dejado grandes beneficios a ambas naciones desde sus inicios”.
Esa relación tiene uno de sus puntos de inicio en la guerra hispanocubana en 1898 que tuvo una enorme importancia a nivel mundial. “Con esa derrota militar España dejó de tener la categoría de potencia de primer orden y la conviertió en un imperio de segunda categoría. Para Estados Unidos en cambio, significó convertirse en un poder mundial ante los ojos de la comunidad internacional”, dice Corzo.
Con un conocimiento muy preciso de la historia de Cuba, Corzo narra las dificultades de la isla a lo largo del siglo XX.
“De 122 años de independencia hemos tenido 65 años bajo un régimen populista y demagógico en sus inicios, y totalitarista al final, que ha dañado profundamente las instituciones republicanas de mi país, todo esto enmarcado en una profunda hostilidad hacia Estados Unidos”.
Corzo asegura que la enemistad hacia la Unión Americana es parte de una estrategia seguida por Fidel Castro, quien incluso antes de asumir el poder, declaró (“como Hitler cuando eligió a los judíos) que Estados Unidos sería el enemigo de la revolución.
La llave del golfo
Cuba siempre ha tenido un sitio privilegiado por la geografía. “Cuando viví en Venezuela, me decían que Cuba era la Llave del golfo, ya que la Isla era el punto de entrada a América Latina desde Europa y viceversa”.
Esa posición estratégica le dio a Cuba una intensa vida comercial y cultural que se refleja en prácticamente todos los ámbitos de la vida cultural, como la música, la literatura y las artes plásticas.
Pero la vida independiente no ha sido fácil.
Tras el triunfo de Estados Unidos en la guerra hispanocubana, este país impuso a Cuba la Enmienda Platt, una ley promulgada por el Congreso de Estados Unidos en los inicios del siglo XX y puesta como un añadido condicional a la Constitución cubana, con la que se abrogaba el derecho a “defender a la Isla en caso de que los intereses norteamericanos se vieran en peligro”.
El contenido de la enmienda causó indignación entre el pueblo cubano que había sufrido treinta años de lucha para conseguir su emancipación. “Pero esto es algo que Estados Unidos ha hecho históricamente y, en el caso cubano, se lo atribuyó con rango constitucional”, dice Corzo.
Después de la derogación de la Enmienda Platt en 1933, Cuba pudo disfrutar de una soberanía plena que trajo un período de estabilidad que desembocó en la dictadura del coronel Gerardo Machado Morales que fue desbancado del poder por una revuelta popular en la que Estados Unidos, sin tener ya la autoridad constitucional, tuvo una participación notable.
“Entonces la Isla vivió un período de 25 años de progreso económico que llegó a su fin de la mano del régimen de Fulgencio Bautista, quien se hizo del poder a través de un golpe de estado que dio el 10 de mayo de 1952. Con eso terminó una etapa de estabilidad en la que tuvimos tres presidentes electos que traspasaron el poder de manera pacífica, algo muy poco común en la América Latina de esa época”.
Y después viene el ataque al cuartel Moncada por parte de Fidel Castro y la toma del poder el 1 de enero de 1959 con una agenda populista. “Vivimos entonces, parafraseando a Gabriel García Márquez, la crónica de un conflicto anunciado, en el que Estados Unidos sería el enemigo y Cuba la víctima”.
Corzo recuerda todavía el momento de la llegada del castrismo.
“Yo tenía 15 años y estaba en plena adolescencia, me atrevería a decir que el pueblo cubano vio con esperanza esa revolución, con fe de un mejor futuro, pero cualquier observador de fuera se daba cuenta que Fidel era un dictador, pero no un dictador cualquiera, sino uno con vocación imperial, que soñaba con promover su influencia más allá de cuba”.
Tanto que sólo 1959 promovió cuatro intervenciones en República Dominicana, Haití, Nicaragua y Panamá. “Las cuatro fracasaron”, dice Corzo.
La presencia cubana en Estados Unidos
Según datos de la Oficina del Censo de los Estados Unidos de 2019, 1.359.990 personas nacidas en Cuba habitaban suelo estadounidense. Representa la tercera comunidad hispana, detrás de México (casi 11 millones de personas) y El Salvador (1.412.101).
De acuerdo con las últimas estimaciones, Cuba tiene una población de 11.032.343 personas, con lo que la comunidad en Estados Unidos equivale a más del 10% de la población de ese país.
Según un estudio del Instituto Cubano de Investigaciones de la Universidad Internacional de Florida (FIU), en los primeros tres años del gobierno de Fidel Castro emigraron hacia Estados Unidos 248.100 cubanos, en lo que sería el inicio del éxodo tras el triunfo de la Revolución.
Desde 1966, cientos de miles de cubanos se han beneficiado de una ley conocida como Ley de Ajuste Cubano, que les permite ingresar al país para vivir y trabajar, y los coloca en una vía rápida para obtener la ciudadanía. La ley es el resultado de las tensas relaciones entre Washington y La Habana durante la Guerra Fría.
La salida de ciudadanos cubanos hacia EE. UU. tuvo otros puntos importantes en los últimos 65 años. Entre diciembre de 1965 y abril de 1973, entre el cierre del puerto de Camarioca hasta el final del puente aéreo, otros 260.600 personas dejaron la isla para instalarse en EE. UU, según datos del Centro Cubano de Investigaciones de FIU.
Tras el éxodo del Mariel en 1980, que implicó el viaje de casi 125.000 cubanos, y la crisis de los balseros en 1994 tras el “Maleconazo” (30.900 cubanos emigraron a Estados Unidos), en mayo de 1995 se instaura la política de “pies secos, pies mojados”, que le permitía a los cubanos que llegaran a Estados Unidos -sin visa- convertirse en residentes permanentes, aunque los que eran interceptados en el mar serían devueltos a la isla.
El programa “pies secos, pies mojados” duró hasta enero de 2017, cuando el entonces presidente Barack Obama le puso fin. Se calcula que, en los casi 22 años de esa política, casi 650.000 cubanos dejaron la isla para instalarse en Estados Unidos.
El 77% de la población cubana en Estados Unidos reside en Florida, según datos del período 2014-2018. Muy por detrás aparecen Texas y Nueva Jersey, con el 4% cada uno, y California, con el 3%.
Gran influencia política
Hasta el 2021 había 10 cubanoestadounidenses en el Congreso de Estados Unidos, una representación que ningún otro grupo latino ha tenido. Ellos son los senadores Marco Rubio (republicano, Florida), Ted Cruz (republicano, Texas) y Robert Menéndez (demócrata, Nueva Jersey), además de los representantes Mario Díaz-Balart (republicano, Florida), Carlos Giménez (republicano, Florida), Anthony González (republicano, Ohio), Nicole Malliotakis (republicana, Nueva York), Alex Mooney (republicano, Virginia occidental), María Elvira Salazar (republicana, Florida), y Albio Sires (demócrata, Nueva Jersey).
Siendo el Miami el polo de atracción de más del 70 por ciento de los cubanos en Estados Unidos, su presencia ha redefinido el sur de la Florida. “Hasta hace 50 años Miami era apenas un pueblo”, dice Corzo. “Hoy es una ciudad vibrante y en pleno desarrollo, gracias principalmente a la comunidad cubana, aunque en los últimos años han llegado también grandes corrientes migratorias de otras nacionalidades”.
De cara al futuro
Corzo no es optimista. No ve un cambio cercano, aunque tiene la esperanza de que las cosas están empezando a cambiar. “Muchos de los presos políticos actuales, más de 1.100 son más jóvenes que yo. Muchos tienen entre 30 y 40 años, eso me indica que la dictadura no ha logrado matar las ansias de libertad del pueblo cubano”.
Yo quiero ver un futuro luminoso en el que los cubanos puedan entrar y salir libremente, dice Corzo. “Quiero que cuando este régimen termine, podamos elegir libremente a nuestros gobernantes, sin restricciones, sueno con eso”.
No regresare a cuba, mientras haya dictadura en mi país es un derecho y un deber. Respeto al que vaya por sus kotivos, pero yo no voy.
¿Ha regresado a Cuba?, le pregunto.
No. No lo he hecho y no lo voy a hacer mientras haya dictadura en mi país. Es un derecho y un deber. Respeto a los que van, ellos tienen sus motivos, pero yo, no voy”.