Proponen estrategia federal de salud mental para frenar muertes maternas
Milagros Aquino buscaba un nuevo lugar para vivir y estaba intentando acostumbrarse a la comida después de mudarse a Bridgeport, desde Perú, con su esposo y su hijo pequeño en 2023.
Cuando Aquino, que ahora tiene 31 años, se quedó embarazada en mayo de ese año, “de repente todo fue peor que antes”, dijo. “Estaba muy triste y me pasaba el día en la cama. Me sentía realmente perdida y me limitaba a sobrevivir”.
El caso de Aquino no es único.
Según estudios, la depresión perinatal afecta a un 20% de las mujeres en Estados Unidos durante el embarazo, el posparto o ambos. En algunos estados, la ansiedad o la depresión afectan a casi una cuarta parte de las madres primerizas o de las embarazadas.
Muchas mujeres en el país no reciben tratamiento porque no existe un sistema generalizado de detección de enfermedades mentales en las madres, a pesar de las recomendaciones. Expertos afirman que la falta de detección ha provocado un aumento de las tasas de enfermedad mental, suicidio y sobredosis de drogas, que ahora son las principales causas de muerte en el primer año después que una mujer da a luz.
“Se trata de un problema sistémico, médico y de derechos humanos”, afirmó Lindsay R. Standeven, psiquiatra perinatal y directora clínica y educativa del Johns Hopkins Reproductive Mental Health Center.
Según Standeven, entre las causas profundas del problema figuran las disparidades raciales y socioeconómicas en la atención materna y la falta de sistemas de apoyo para las nuevas madres.
También apuntó a la escasez de profesionales de salud mental, la insuficiente formación en salud mental materna de los proveedores y el insuficiente reembolso por estos servicios. Por último, Standeven señaló que el problema se ve agravado por la falta de políticas nacionales de licencia por maternidad y el acceso a las armas.
Estos factores contribuyeron a un aumento del 105% de la depresión posparto entre 2010 y 2021, según el American Journal of Obstetrics & Gynecology.
En el caso de Aquino, no fue hasta las últimas semanas de su embarazo, cuando empezó a hacer acupuntura para aliviar su estrés. Una trabajadora social la ayudó a recibir atención a través de la Emme Coalition, una organización que conecta a niñas y mujeres con ayuda financiera, servicios de asesoramiento en salud mental y otros recursos.
Las madres a las que se diagnostica con depresión o ansiedad perinatal durante o después del embarazo corren un riesgo tres veces mayor de comportamiento suicida y seis veces mayor de suicidio que las madres sin un trastorno del estado de ánimo, según estudios recientes, estadounidenses e internacionales, publicados en JAMA Network Open y The BMJ.
Las consecuencias de la crisis de salud mental materna son especialmente graves en las comunidades rurales que se han convertido en desiertos para la atención de la maternidad, ya que los pequeños hospitales cierran sus unidades de parto por la caída de las tasas de natalidad o por problemas económicos o de personal.
Hace pocos días, el Grupo de Trabajo sobre Salud Mental Materna —codirigido por la Oficina de Salud de la Mujer y la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias, y constituido en septiembre para dar respuesta a este problema— recomendó crear centros de atención de maternidad que pudieran servir como núcleos de atención integrada, e instalaciones de parto, aprovechando los servicios y el personal ya existentes en las comunidades.
Según Joy Burkhard, miembro del grupo de trabajo y directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro Policy Center for Maternal Mental Health, el grupo de trabajo determinará en breve qué partes del plan requerirán la intervención del Congreso y financiación para su puesta en práctica, y cuáles serán “las opciones más factibles”.
Para Burkhard, es esencial un acceso equitativo a la salud. El grupo de trabajo recomendó que los funcionarios federales determinen las zonas en las que deben ubicarse los centros de maternidad basándose en datos que identifiquen a las desatendidas. “La América rural”, dijo, “es lo primero y lo más importante”.
Hay escasez de atención en “zonas poco probables”, como el condado de Los Angeles, donde recientemente se han cerrado algunas maternidades, explicó Burkhard. Las zonas urbanas desatendidas también podrían er elegibles para los nuevos centros.
“Lo único que piden las madres es un atención de la maternidad que tenga sentido. Ahora mismo no existe nada de eso”, añadió.
Se han diseñado varios programas piloto para ayudar a las madres con dificultades, que consisten en formar y equipar a comadronas y doulas, personas que orientan y apoyan a las madres de recién nacidos.
En Montana, las tasas de depresión materna antes, durante y después del embarazo son superiores a la media nacional. De 2017 a 2020, aproximadamente el 15% de las madres experimentaron depresión posparto y el 27% experimentaron depresión perinatal, según el Sistema de Monitoreo de Evaluación de Riesgos del Embarazo de Montana.
El estado tuvo la sexta tasa de mortalidad materna más alta del país en 2019, cuando recibió una subvención federal para comenzar a capacitar a las doulas.
Hasta la fecha, el programa ha capacitado a 108 doulas, muchas de las cuales son nativas americanas. Los nativos americanos representan el 6,6% de la población de Montana.
Según un estudio publicado en Obstetrics and Gynecology, las nativas, sobre todo las de zonas rurales, tienen el doble de morbilidad y mortalidad maternas que las mujeres blancas no hispanas a nivel nacional.
Stephanie Fitch, gestora de subvenciones de Montana Obstetrics & Maternal Support en la Clínica Billings, afirmó que la formación de doulas “tiene el potencial de contrarrestar las barreras sistémicas que afectan desproporcionadamente a nuestras comunidades tribales y mejorar la salud general de la comunidad”.
Doce estados y Washington, DC tienen cobertura de Medicaid para la atención de doulas, según el National Health Law Program. Son California, Florida, Maryland, Massachusetts, Michigan, Minnesota, Nevada, Nueva Jersey, Oklahoma, Oregon, Rhode Island y Virginia.
Medicaid paga alrededor del 41% de los partos en Estados Unidos, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades(CDC).
Jacqueline Carrizo, la doula asignada a Aquino a través de la Emme Coalition, desempeñó un papel importante en su recuperación. Según dijo Aquino, nunca podría haber pasado por un “momento tan oscuro sola”. Con el apoyo de Carrizo, “pude salir adelante”, afirmó.
Los factores genéticos y ambientales, o un trastorno mental previo, pueden aumentar el riesgo de depresión o ansiedad durante el embarazo. Pero los trastornos del estado de ánimo pueden afectar a cualquiera.
Teresa Martínez, de 30 años, de Price, Utah, había luchado contra la ansiedad y la infertilidad durante años antes de concebir a su primer hijo. Pero la alegría y el alivio de dar a luz en 2012 duraron poco.
Sin previo aviso, “una nube oscura se cernió sobre mí”, dijo.
Martínez tenía miedo de decírselo a su marido. “Como mujer, te sientes muy presionada y no quieres el estigma de no ser una buena madre”, explicó.
En los últimos años, se han puesto en marcha programas en todo el país para ayudar a los médicos a reconocer los trastornos del estado de ánimo de las madres y poder asistirlas antes de que se produzcan daños.
Uno de los programas más exitosos es el Massachusetts Child Psychiatry Access Program for Moms, que comenzó hace una década y desde entonces se ha extendido a 29 estados. El programa, financiado con fondos federales y estatales, proporciona herramientas y formación a médicos y otros profesionales para detectar e identificar trastornos, clasificar a los pacientes y ofrecer opciones de tratamiento.
Pero la expansión de los programas de salud mental materna se está produciendo en medio de la escasez de recursos en gran parte de la América rural. Muchos programas a lo largo del país se han quedado sin fondos.
El grupo de trabajo federal propuso que el Congreso financie y cree programas de consulta similares al de Massachusetts, pero no para sustituir a los que ya existen, dijo Burkhard.
En abril, Missouri se convirtió en el último estado en adoptar el modelo de Massachusetts.
Las residentes con Medicaid tienen 10 veces más probabilidades de morir en el primer año de embarazo que las que tienen seguro privado. De 2018 a 2020, un promedio de 70 mujeres de Missouri murieron cada año durante el embarazo o dentro del año posterior al parto, según las estadísticas del gobierno estatal.
Wendy Ell, directora ejecutiva del Proyecto de Acceso a la Salud Materna en Missouri, calificó su servicio como un “recurso que salva vidas”, gratuito y de fácil acceso para cualquier proveedor de atención médica en el estado que atienda a pacientes en el período perinatal.
Unos 50 profesionales de salud se han inscrito en el programa de Ell desde su puesta en marcha. En los 30 minutos siguientes a la solicitud, los profesionales pueden consultar por teléfono a uno de los tres psiquiatras perinatales. Pero mientras los médicos pueden recibir asesoramiento de los psiquiatras, los recursos de salud mental para las pacientes no son tan fáciles de conseguir.
El grupo de trabajo pidió financiamiento federal para formar a más profesionales de la salud mental y ubicarlos en zonas con grandes necesidades, como Missouri. El grupo de trabajo también recomendó formar y certificar a una plantilla más diversa de trabajadores comunitarios de salud mental, asesores de pacientes, doulas y especialistas de apoyo a colegas en las zonas donde más se necesitan.
Se ha diseñado un nuevo plan de estudios voluntario sobre psiquiatría reproductiva para ayudar a los residentes, becarios y profesionales de la salud mental con escasa o nula formación sobre el tratamiento de las enfermedades psiquiátricas en el periodo perinatal.
Un pequeño sondeo reveló que el plan de estudios mejoraba significativamente la capacidad de los psiquiatras para tratar a las mujeres en el período perinatal con enfermedades mentales, afirmó Standeven, que contribuyó al programa de formación y es uno de los autores del sondeo.
Nancy Byatt, psiquiatra perinatal de la Facultad de Medicina Chan de la Universidad de Massachusetts, que dirigió el lanzamiento del Massachusetts Child Psychiatry Access Program for Moms en 2014, dijo que todavía hay mucho trabajo por hacer.
“Creo que lo más importante es que hemos avanzado mucho y, en ese sentido, tengo cierta esperanza”, señaló Byatt.
Los informes de Cheryl Platzman Weinstock cuentan con el apoyo de una subvención del National Institute for Health Care Management Foundation.
Para ayuda, se puede llamar o enviar un mensaje de texto a la National Maternal Mental Health Hotline al 1-833-TLC-MAMA (1-833-852-6262) o contactar a 988 Suicide & Crisis Lifeline marcando o texteando “988”. Hay disponible servicios en español.