“Era apenas un niño cuando murió mi hijo en Irak”, dice un padre al conmemorar el Día de los Veteranos
A Fernando Suárez del Solar el Día de los Veteranos le recuerda los momentos más tristes de su vida. Esos que vivió a fines de marzo del 2003, cuando un miembro de las fuerzas armadas le notificó oficialmente que su hijo Jesús Alberto Suarez del Solar, de apenas 20 años, había muerto en el frente de batalla en Irak.
“El mundo se me vino abajo”, dice Suárez del Solar, residente de Escondido, California, al recordar los detalles de una vida cegada prematuramente.
“Quería ser francotirador”, recuerda su padre, quien siempre se opuso a que su hijo se enlistara en los Marines.
La familia Suárez como muchas otras en esa región del sur de California, tenía una vida que trascurría en ambos lados de la frontera. De hecho, años atrás habían vivido en Tijuana, donde tenían familiares y toda una red de amistades.
Pero ante una inseguridad creciente en aquella ciudad fronteriza y la posibilidad de tener mayores ingresos, la familia se mudó al condado de San Diego, donde esperaban en algún momento solucionar su estatus migratorio.
Mientras se finalizaban los detalles para la invasión de Irak, el joven Suárez del Solar se preparaba intensamente en Camp Pendleton, la base más importante de ese cuerpo élite de las fuerzas armadas de Estados Unidos.
“No sólo quería ser Marine, en realidad quería ser uno de los mejores”, dijo en una entrevista para Los Angeles Times el sargento Pedro Hernández. “Quería ser de los que destacaban y de los que todos admiraban”.
En las horas previas a la invasión de Irak, y pocos días antes de su muerte, un equipo de ABC-TV lo filmó colocándose en un nido de francotiradores cerca de la frontera iraquí, desde donde vigilaban a un grupo de soldados enemigos que habían sido vistos colocando minas terrestres. Llevaba un pañuelo de camuflaje ajustado a la cabeza mientras colocaba su rifle en un trípode y miraba hacia el desierto.
Una semana después, mientras su unidad blindada avanzaba hacia Bagdad, lo mataron. Nunca se supo con certeza si fue una bala o una bomba, los informes que recibió la familia fueron contradictorios, dice Suarez del Solar. “Con el tiempo supimos que murió bajo fuego amigo”, dice con tristeza.
Aunque han pasado dos décadas desde su pérdida, el dolor de Suarez del Solar no ha desaparecido, especialmente cuando piensa que la invasión de Irak estuvo basada en la mentira de que había armas de destrucción masiva. “No había tales armas, no había tal amenaza, esa guerra fue una mentira”.
Agobiado por el dolor, Suárez del Solar decidió viajar, ese mismo año a Irak, no sólo para reencontrarse con el espíritu de su hijo, sino también para comprender lo que había vivido en sus últimos instantes.
“Recuerdo muy bien cuando llegué a un punto de revisión controlado por soldados norteamericanos en Fallujah. Les dije quien era y que estaba haciendo allá. Un soldado joven me miró a los ojos y me dijo, váyase, es muy peligroso… lo miré atentamente a sus ojos y me di cuenta de que era un niño, apenas tendría unos 20 años, igual que mi hijo y me di cuenta de que estaba aterrado… váyase, váyase de aquí lo antes que pueda. Ahora se que mi hijo también murió aterrado por los horrores de la guerra”.
“Mi hijo fue el primer soldado mexicano que murió en Irak”, dice melancólico su padre, quien después de ese acontecimiento que marcó su vida, se dedicó al activismo político en contra de la guerra y a favor de la paz.
Desde la muerte de su hijo, Suarez del Solar ha dado conferencias de prensa y concedido numerosas entrevistas. Ha criticado la guerra, cuestionando si su hijo murió por «el petróleo de Bush» y construyó un sitio web para oponerse a la guerra.
Asegura que le avergüenza la forma en que se celebra el Día de los Veteranos en todo el país. “Es un día de ceremonias y discursos, pero a lo largo del año viven olvidados y enfrentados a graves problemas de salud mental”, asegura el activista.
En su página de Facebook, Suárez del Solar, expresa abiertamente sus pensamientos.
“El gobierno dice, ‘Gracias por su sacrificio’. ¿Gracias? dan las gracias deportando a familias de soldados caídos, dan las gracias diciéndonos mentiras sobre las causas de las guerras en que murieron nuestros hijos, dan las gracias mintiendo sobre las causas reales de sus muertes, dan las gracias cuando no hay una reforma migratoria justa y humanitaria a las miles de familias de aquellos jóvenes latinos, como mi hijo, que murieron por las barras y las estrellas. Hoy, en el Memorial Day el presidente, el congreso y el senado deberían pedirnos perdón a nosotros, los padres, por sus crímenes, por sus mentiras y aprobar la reforma que daría paz y seguridad aquellos que dan su sudor y las vidas de sus hijos por este país”.
“Nunca he creído en la guerra. Nunca he creído en los ejércitos, y me opuse siempre a que mi hijo se enlistara”, dice Suárez del Solar. “Por eso, he recorrido escuelas secundarias para dar pláticas en contra de la guerra y denunciar las agresivas campañas de reclutamiento enfocadas en los jóvenes latinos”.
El resultado no podría ser más satisfactorio. En su balance de 20 años de activismo ha conversado con cientos de estudiantes a quienes ha convencido de que no sigan la carrera de las armas. “Tengo al menos 500 cartas de jóvenes que tras escucharme decidieron seguir sus estudios y alejarse de las fuerzas armadas”, dice con una sonrisa.
“Ese es el legado de mi hijo. Tal vez su muerte no fue en vano”.