Letrero de Silicon Valley en la carretera, con los colores de la bandera de Estados Unidos y un cielo azul despejado.

Con tan sólo 23 años, esta joven mexicana hace una diferencia en Silicon Valley

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Andrea Cecilia Sánchez, con tan sólo 23 años ya tiene un objetivo muy claro: encontrarle la solución a los problemas más grandes del mundo. Y no desperdicia un minuto de su vida, dedicándose desde muy joven a generar un impacto a nivel global.

Originaria de Zacatecas, Andrea, desde muy pequeña se integró a asociaciones civiles con un gran deseo y ambición por aportar y generar nuevas ideas que sean útiles para todo el mundo.

Con tan sólo 15 años, se postuló para estudiar en los Colegios del Mundo Unido (UWC), que se basa en un movimiento educativo que fomenta la paz y el desarrollo sostenible. Si bien obtuvo una beca del 100% para estudiar en Estados Unidos, y una gran oferta de estudiar en otros países, la joven mexicana decidió volver a México y estudiar allí Ingeniería en Innovación y Desarrollo en el Instituto Tecnológico de Monterrey. 

“Hice una concentración en Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible. La motivación fue encontrar desde la ciencia, una ingeniería para contribuir directamente en el uso de recursos” 
comenta Andrea.

El paso siguiente, fue en Corea del Sur, en la Universidad de Kyung Hee, donde llevó a cabo un proyecto referente a los desechos de la comida. Pero finalmente lo que la llevó destino a Silicon Valley fue la fabulosa creación de un dispositivo portátil para la detección de enfermedades.

Junto con Lucía Romo (ingeniera biomédica), y Jorge Garza (ingeniero biotecnólogo), crearon el DE – NEX, dispositivo mecánico y biológico. Este dispositivo permite a partir de una muestra de sangre, detectar si el paciente tiene influenza estacionaria o H1N1. Lo práctico del DE – NEX es que no ocupa baterías ni electricidad. 

El innovador prototipo llevó a su equipo a ganar el Premio Frisa ITESM al desarrollo emprendedor. Y como recompensa la enviaron a Silicon Valley, más precisamente a Plug and Play Tech Center, una aceleradora de negocios donde han surgido DropBox y PayPal.

“En México al emprendedor joven no se le apoya tanto como en Estados Unidos, porque no tiene experiencia. En Estados Unidos no te preguntan cuántos años tienes, ni siquiera qué estudiaste. Te preguntan cómo lo vas a hacer y en cuánto tiempo lo vas a desarrollar. Es lo que les importa. La edad no es un requisito”
comenta Andrea.

Para Andrea ser emprendedor significa fracasar y volver rápido a intentarlo. En la exhaustiva búsqueda en encontrar soluciones a los grandes problemas de la humanidad, se caen proyectos más de una vez, pero esto es lo que permite perfeccionarlos y trabajar para obtener un resultado mejor.

“En Silicon Valley no conocí un emprendedor que dijera ‘mi primera idea fue ésta y con ésto me hice millonario’. No. Todas las historias que conocí eran: ‘tuve que pasar por esto, tuve que perder dinero para tener el impacto que yo quería’. La cultura del emprendimiento no es sinónimo de éxito inmediato, sino más bien fracasar muy rápido, aprender y levantarse. EL FRACASO NO ES UN NO”
añade la joven emprendedora.

Si bien su dispositivo portátil para la detección de enfermedades recibió buenas críticas, por el momento quedará en pausa debido a que la tecnología aún no está lo suficientemente desarrollada. No así para Andrea, quien ahora trabaja en el proyecto de una compañera y busca trabajo en el sector energético. A la joven nada la detiene. 

Actualmente, Andrea, goza de una beca de Jóvenes de Excelencia de Banamex y la Secretaría de Energía para hacer un postgrado en el extranjero.  

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