Cada último lunes de mayo, Estados Unidos se detiene para honrar a más de un millón de mujeres y hombres que han fallecido sirviendo en las Fuerzas Armadas. Es un día solemne, lleno de banderas a media asta, coronas de flores y momentos de silencio.
Pero también es una fecha que muchos hispanos pasan por alto o ven como ajena. Sin embargo, el Memorial Day también es nuestro día. Porque nuestros abuelos, padres, hijos e hijas también han vestido el uniforme, también han servido, y muchos también han hecho el sacrificio supremo.
La historia de servicio militar de los latinos en Estados Unidos es larga y profundamente arraigada.
Desde la guerra de independencia donde Bernardo de Gálvez, gobernador hispano de Luisiana lideró una serie de victorias militares contra las fuerzas británicas a lo largo de la costa del Golfo.
Sus campañas, como la toma de Baton Rouge, Mobile y, la más importante, Pensacola (1781), fueron decisivas para desviar recursos británicos del frente principal en las Trece Colonias. De Gálvez es uno de los pocos ciudadanos honorarios de los Estados Unidos.
En la guerra civil, los hispanos de Nuevo México y California desempeñaron un papel crucial en la defensa de esos territorios contra las incursiones confederadas. Regimientos como los "Voluntarios de Nuevo México" estaban compuestos predominantemente por hispanos y fueron fundamentales en la expulsión de las fuerzas confederadas.
Son apenas dos ejemplos que ilustran el valor de las aportaciones de los hispanos en las guerras de Estados Unidos. Hombro con hombro en todos los conflictos. También en la Primera y Segunda Guerra Mundial, Corea, Vietnam, Panamá, Granada, en las Guerras del Golfo y ahora en la guerra contra el terrorismo, en Irak y Afganistán.
Nuestra comunidad ha estado presente en cada conflicto, muchas veces en silencio, muchas veces invisibilizada.
A menudo, estas historias de valor y entrega no aparecen en los libros de texto ni en las películas de guerra, pero están ahí: en las placas con nombres en los cementerios nacionales, en las fotos con uniforme colgadas en nuestras salas, en el dolor que aún viven muchas familias.
En Memorial Day, no solo recordamos a los caídos, también reconocemos el lugar que los latinos ocupan en la historia y la defensa de este país.
Aunque algunos nos ven como ciudadanos de segunda, nuestros hechos hablan más alto que cualquier prejuicio.
A pesar de barreras del idioma, estatus migratorio o discriminación, miles han levantado la mano para servir. Algunos incluso sin tener aún la ciudadanía, demostrando una lealtad que muchos no comprenden.
Recordemos a todos los caídos, pero también a los latinos que no regresaron, a los que sí y aún llevan las heridas —visibles o invisibles—, y a las familias que siguen cargando la ausencia.
Que la conmemoración del Memorial Day sea también una oportunidad para revalorizar nuestra historia, para enseñarles a nuestros hijos que el patriotismo no tiene un solo rostro.
El Memorial Day también es un un legado hispano de honor, deber y patria. Porque esta patria también es nuestra. Y su libertad, también ha sido protegida por nuestras manos.