Rosalba Morales, de inmigrante a embajadora de la cocina tradicional en todo el mundo
Rosalba Morales, la cocinera purépecha, de 45 años es originaria de San Jerónimo, Purenchecuaro, Michoacán. Su vocación por la comida comenzó desde que era niña y agarraba bolitas de masa cuando su madre hacía tortillas. Su gran espíritu curioso la llevó a preguntar y aprender de sus mayores en la cocina. Tal es así, que con tan solo 14 años, comenzó a cocinar “formalmente”.
“Mi mamá nos llevó de la comunidad a los 14 años porque ya no alcanzaba la economía para mantenernos. Nos fuimos a Guadalajara porque allí había trabajo. Llegué a trabajar en un lugar donde tenía que cocinar y cociné. Fui aprendiendo nuevos aromas y sabores. Ahora que estoy grande me gusta cocinar en las fiestas para que todo salga bien” comenta Rosalba.
“Yo aprendí mucho de las personas mayores en las fiestas. Les preguntaba cuánto de sal, me guiaba por lo que ellos decían. Eso es darle su lugar a una persona mayor” dice la cocinera.
Rosalba jamás dejó la cocina pero al crecer tuvo que enfrentarse a situaciones difíciles. Recuerda que cuando tenía 17 años todos en su comunidad hablaban de ir a trabajar a Estados Unidos, e impresionada por lo que escuchaba buscó al mejor “pollero”para que a cruzara al otro lado, pero este se negó.
Siete años después huiría de México, tras sufrir violencia doméstica.
“Salí huyendo de México porque mi pareja me tenía bien amenazada. Vendía tortillas en Morelia, y una señora me dijo: `yo veo que tú tienes muy mala vida. Fíjate que mi hija abrió un negocio en los Estados Unidos y necesita una cocinera. ¿No te gustaría ir para allá?”, recuerda Rosalba.
Rosalba no dudó ni un segundo, finalmente el pollero la llevó a la frontera de Nogales. Lloró durante todo el camino porque dejaba a su niño de año y medio en México. No sabía qué destino incierto la esperaba. Luego de la travesía, Rosalba logró llegar al estado de Washington.
Sus primeros pasos por Estados Unidos, no fueron los más dichosos. Trabajaba en un restaurante de 6am a 6pm, además de que cuando llegaba a la casa de los patrones debía cocinar para ellos y limpiar. Ella sabía que no merecía ese trato, así y todo soporto 1 año en ese empleo hasta que decidió abandonarlo, y recuerda que su patrona ese día le dijo : “en una semana vas a venir a pedir que te de trabajo”. Pero Rosalba nunca volvió y comenzó a trabajar en la carnicería de un amigo.
La cocinera emigró al país del norte en dos ocasiones: de 1997 al 2000 y de 2001 a 2003, y cuando terminó de construir su casa regresó definitivamente.
En su mente siempre rondaba la idea de volver a Estados Unidos, pero decidió quedarse junto a sus allegados.
Debido al machismo y a los malos tratos, Rosalba decidió comenzar a cocinar en su casa. Inició con una mesita y un bracero. Su sazón, fuerza e independencia la llevarían a ser una cocinera reconocida en la región purépecha.
El sabor de la cocina tradicional de Rosalba se corrió y saboreó de plato en plato, hasta que fue contactada por las autoridades de Ciudad Hidalgo, Michoacán.
“Me invitaron como embajadora de su municipio para ir a Chicago, por eso tengo la visa. Después me fui a Turín, Italia, como delegada de la cocina tradicional. Recientemente fui a Canadá y aprendí cosas que me ayudan a seguir creciendo”, comenta Rosalba.
Ante canadienses, asiáticos, estadounidenses y mexicanos preparó buñuelos de trigo, gorditas rellenas y salsas de charales.
La cocinera purépecha pide a los mexicanos volver a los orígenes pues sólo así se le puede hacer frente a la industria de la comida rápida.
“Estamos haciéndole frente en el momento en yo, cocinera de una comunidad indígena, salgo a otros países a decirles porque no debemos seguir comiendo comida chatarra”, dice Rosalba.
“Hay que seguir concientizando, no debemos comer tanta grasa. Debemos cuidar nuestra salud. Hoy en día, los niños mueren hasta de paros cardíacos por obesidad”, se lamenta la cocinera.
La historia de Rosalba definitivamente inspira y enaltece la comida mexicana en el mundo. Cada plato que guisó y cada suspiro que dejó en la frontera la llevaron a ser orgullo nacional.