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Conoce al Dr. Q.: un neurocirujano de origen mexicano, reconocido por su lucha contra el cáncer

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Por Agustina Plá

Desde sus principios humildes en Mexicali, México, el Dr. Quiñones-Hinojosa saltó literalmente la reja fronteriza a los Estado Unidos por un mejor futuro. Con una determinación y pasión sin igual, trabajó para convertirse en un científico y neurocirujano con reconocimiento internacional en el Hospital de Johns Hopkins en Baltimore, Maryland. No importa si está consolando un paciente, en el quirófano, o trabajando en su investigación de vanguardia, el Dr. Q siempre está accesible, inventivo y determinado.

Quiñones comenzó como el primogénito de seis, creciendo en las afueras de Mexicali, México. Entusiasta, comenzó a trabajar a los cinco años, vendiendo comida a conductores en gasolineras para ganar un dinero extra para su familia. Aunque eran una familia humilde, Q mismo era excepcional en las escuelas públicas, y se graduó con una licencia de enseñanza de una universidad local cuando tenía solo 18 años. Posteriormente decidió que era hora de unirse a su familia extendida al norte, para avanzar su carrera y regresar a ayudar a su familia y su país. Pero esto se volvió  un sueño falso para el joven Alfredo.

En 1987, a los 19 años, Alfredo Quiñones-Hinojosa literalmente brincó la barda fronteriza entre México y Estados Unidos. La policía de la frontera lo capturó y mandó de regreso pero más tarde ese día volvió a intentarlo y lo logró. Esto solo fue el principio, ya que no tenía dinero, y en ese entonces no sabía inglés.

«Yo conocía los riesgos,» decía. «Tenía grandes sueños, y prefería arriesgar mi vida a quedarme en México…aunque yo nunca sentí que mi vida fuera dura. Era un privilegio para mi el estar aquí. Disfrute cada paso porque yo sabía que todo iba hacia algo más grande

Quiñones llegó a Fresno, California donde trabajó por dos años como pizcador de algodón, pintor, y soldador. Su casa era una casa móvil parchada con madera contrachapada, y después compartió un departamento de una recamara con cinco miembros de su familia. Un día en el campo le dijo a su primo que quería ir a la escuela, aprender inglés, y tener un mejor futuro, pero su primo lo miró con sorpresa y le dijo: «éste es tu futuro, tú viniste a este país a trabajar en el campo así como nosotros.» Negado a aceptarlo, Alfredo comenzó a mantenerse en la escuela, aprendiendo inglés, dando apoyo a otros estudiantes habla hispanos en matemáticas y ciencia, practicando sus habilidades de comunicación en el equipo de debate, y trabajando como soldador para una compañía ferrocarrilera.

En 1992, Quiñones felizmente renunció su trabajo de ferrocarrilero para siempre, y recibió una beca para la Universidad de California Berkeley donde estudió psicología. Aunque batalló al hablar y escribir tareas, Alfredo tomó muchas clases de calculo, física, y química para mantener sus promedio alto. Ahí encontró un asesor en el departamento de psicología, Joe Martínez, y su laboratorio de neurobiología capturó la imaginación de Q. Él tenía grandes planes. Mientras decidía entre la escuela de leyes o de medicina pensaba en su abuela. Ella era una curandera en Mexicali, México y lo inspiró a escoger medicina. Q hizo una tesis en neurociencias, y fue animado por Martínez y su otro asesor, director del Centro de Excelencia Hispano de UC Berkeley Hugo Mora, a aplicar a la Escuela de Medicina de Harvard, donde fue aceptado.

Q mismo se volvió muy distinguido no solo académicamente, sino también por sus actividades comunitarias ayudando a los estudiantes menos afortunados al darles un lugar donde quedarse. Sus años en Harvard incluyeron grandes cantidades de fellowships en investigación y honores académicos, su ciudadanía Americana, el nacimiento de su hija, y finalmente graduándose cum laude (con honores) y dando el discurso en la ceremonia de graduación para su escuela de medicina en Harvard clase de 1999.

Para los siguientes seis años el Dr. Quiñones (como ya oficialmente era) hizo su internado, residencia, y trabajo post-doctoral en la Universidad de California San Francisco. Durante este tiempo encontró su llamado como neurocirujano y en el 2005 fue a Johns Hopkins como profesor y cirujano especializado en cáncer cerebral y tumores pituitarios. Sus títulos oficiales hoy incluyen Profesor Asociado de Cirugía Neurológica, Profesor Asociado de Oncología, Director del Programa de Cirugía de Tumores Cerebrales en Johns Hopkins Bayview Medical Center, y Director del Programa de Cirugía Pituitaria en el Hospital Johns Hopkins.

En lo últimos años su trabajo se ha centrado no sólo en el quirófano, sino también en su laboratorio trabajando en su investigación para intentar curar el cáncer. El cree que existen unas células madres naturales en el cerebro que, si se ponen en el lugar correcto, pueden detener la migración de células cancerosas en el cerebro, trabajando más efectivamente y natural que cualquier cirugía o tratamiento de radiación actualmente empleado. Todavía hay mucho trabajo por hacer, pero el Dr. Quiñones-Hinojosa espera el día cuando no sienta que está entrando el cerebro ilegalmente, y el cáncer se convertirá una enfermedad no más molesta que el resfriado común.

Actualmente el Dr. Q se encuentra trabajando en el hospital Mayo Clinic en Jacksonville, Florida.

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