¿Qué le pasa por la cabeza? Entendiendo el cerebro adolescente (sin volverse loco en el intento)

como lidear con un hijo adolescente

¿Te suena familiar? “¡No me hables!”, seguido de un portazo. O un silencio eterno frente a una pregunta simple como “¿cómo te fue hoy?”. Criar a un adolescente puede sentirse como vivir en una montaña rusa emocional... sin cinturón de seguridad. Pero antes de caer en la desesperación, hay algo que puede ayudarte a ver todo desde otra perspectiva: el cerebro.

Escrito por: Victoria Cipolla, Licenciada en Psicología especializada en crianza respetuosa y paternidad efectiva.

Tu hijo no está “en contra tuyo”. Su cerebro está en construcción.

Entre los 10 y los 17 años, el cerebro adolescente atraviesa una remodelación profunda. Algunas áreas, como la del juicio y el autocontrol (lóbulo prefrontal), todavía están “en obras”. Mientras tanto, otras zonas como el sistema límbico —la que regula las emociones— están más activas que nunca. El resultado: respuestas impulsivas, cambios de humor, necesidad de pertenecer al grupo, y una fuerte búsqueda de identidad.

¿Qué puedes hacer como adulto?

  1. No tomes todo como algo personal. Tu hijo no te odia, está aprendiendo a manejar sus emociones. A veces mal, pero está aprendiendo.
  2. Pon límites claros, pero con empatía. Necesitan estructura, aunque no lo admitan.
  3. Escucha más, hablá menos. Muchas veces solo necesitan que estés ahí, sin juicio.
  4. Recordá que el vínculo se construye todos los días. No busques conversaciones profundas en medio de una pelea. Elegí momentos tranquilos para conectar.

Cuidar la relación es más importante que tener razón.

Como adultos, tenemos el desafío de ser su ancla cuando ellos sienten que están a la deriva. No siempre es fácil, pero entender lo que pasa “por dentro” puede ayudarte a acompañar mejor, sin caer en el desgaste emocional.

“Nadie me entiende”: emociones adolescentes al rojo vivo

“Entró bien del colegio y a los cinco minutos estaba llorando porque le dije que no podía salir”.
“Pasa de estar contento a gritarme como si lo odiara”.
“No sé qué le pasa, no me habla. Y si le hablo, explota”.

¿Te suena familiar? Si estás conviviendo con un adolescente, seguro alguna de estas escenas se repite en tu casa. Y no es casualidad: la adolescencia es una montaña rusa emocional… y no es solo una frase hecha. Hay neurociencia detrás.

¿Por qué sienten todo tan fuerte?

Durante la adolescencia, el cerebro emocional (especialmente la amígdala, que regula el miedo, la ira, la ansiedad) está a full. Pero la parte del cerebro que ayuda a regular esas emociones —la corteza prefrontal— todavía está en construcción.

Es como si tuvieran un auto con motor potente (emociones intensas) pero con frenos que todavía no funcionan del todo bien (autorregulación). Y encima, van aprendiendo a manejar en plena autopista.

No es manipulación, es desborde

Muchas veces los adultos interpretamos ciertas reacciones como “manipulación”, “capricho” o “drama innecesario”. Pero en realidad, lo que hay es una baja tolerancia a la frustración y una dificultad real para poner en palabras lo que sienten.

Y sí, claro que a veces exageran. Pero no lo hacen a propósito. Para ellos, eso que les pasa es enorme. No tienen perspectiva todavía. Ahí es donde entra nuestro rol como adultos: ser su ancla.

¿Qué puedes hacer para ayudar sin perder la paciencia?

🧩 Valida sus emociones: No minimices lo que siente. Un simple “Entiendo que estés enojado” puede ser más útil que mil sermones.

🧩 Poné nombre a lo que le pasa: A veces no saben si están tristes, frustrados, ansiosos o con miedo. Ayudarlos a identificar la emoción les da herramientas. “¿Puede ser que estés frustrada porque no salió como querías?”

🧩 No reacciones desde la bronca: Si vos también te subes a la montaña rusa, nadie frena. Tómate un segundo antes de contestar. A veces, lo mejor es decir: “Lo hablamos en un rato, ahora estamos muy alterados los dos”.

🧩 Dales espacio sin abandonar: Acompañar no siempre es hablar. A veces es estar cerca, disponible, sin invadir. Un mate, una merienda, un: “Si querés contarme, estoy”.

En plena tormenta emocional, necesitan adultos estables, que no se dejen arrastrar por el caos, que les enseñen que está bien sentir, pero también que se puede aprender a manejar eso que sentimos.

A veces alcanza con que no sumemos más fuego al incendio. Otras, con que estemos cerca, aunque parezca que no nos registran. Y otras, simplemente con recordar que están en proceso. Que no son su reacción más intensa ni su peor día.

Suscríbete a nuestro Newsletter

Información semanal sobre los temas que más te interesan

También puede interesarte:

Sarampión
Mientras un brote en Texas continúa expandiéndose, publicaciones en redes sociales han afirmado sin suficiente respaldo que las infecciones por...
como lidear con un hijo adolescente

¿Te suena familiar? “¡No me hables!”, seguido de un portazo. O un silencio eterno frente a una pregunta simple como...

Es preocupante ver la oleada de desinformación que circula sobre los derechos de los titulares de la tarjeta verde o...

Discrepancias políticas en la pareja

¿El amor basta cuando hay diferencias políticas? El final de Love Is Blind 8 reaviva una conversación necesaria sobre valores,...

Suscríbete a nuestro Newsletter!

Información semanal sobre los temas que más te interesan.