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Poniendo en práctica el amor hacia nuestros hijos

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Los pequeños momentos con nuestros hijos construyen el amor como sentimiento y le permiten conocer esta sensación por medio de experiencias propias y compartidas con sus pares. Ya desde bebés, experimentan y sienten el cariño de sus padres, y a medida que van creciendo van descubriendo la mirada y los gestos de su entorno pudiendo identificarlo como amor… un abrazo, una mirada, una sonrisa o un momento compartido, todas estas pequeñas vivencias le permitirán a tu hijo construir el amor para poder recibirlo y también darlo.

 

Según investigaciones

llevadas a cabo por Barbara Fredrickson, profesora estadounidense en el departamento de psicología de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, las emociones positivas como el amor, la alegría y la gratitud nos ayudan a crecer y a ser mejores versiones de nosotros mismos. Sin embargo pudo detectar que el amor, era más relevante que todas las otras emociones positivas, pues sus beneficios eran enormes y únicos en el crecimiento.

Beneficios del amor:

  • Puede frenar el envejecimiento

  • Amplía la conciencia sobre las necesidades de los demás, permitiendo ver más allá de uno mismo, generando empatía por el momento que está atravesando el otro;

  • Aumenta los sentimientos de conexión social y de unidad con el entorno.

En una entrevista, la psicóloga Fredrickson amplía el concepto del amor, refiriéndose a éste como un sentimiento que se vive de a momentos, incluso pudiendo ser de muy breve duración y de una positividad compartida que se acompaña, estableciendo conexiones cálidas y positivas, entre padres e hijos.

“Sabemos por investigaciones sobre padres, bebés y niños pequeños que la conexión positiva y receptiva es un recurso importante que ayuda a desarrollar un mayor sentido de unión y confianza entre padres e hijos”

Afirma la psicóloga.

 

Pues ampliando el concepto y el sentimiento del amor, más allá del romanticismo, Fredrickson sostiene que el amor es mucho más que eso y que los beneficios en los más pequeños de sentir el amor en cuerpo y mente son muchísimos y deben ser estimulados desde el momento de su nacimiento.

 

Dentro de sus estudios, la psicóloga, hace referencia a una investigación llevada a cabo por el Laboratorio de Neurociencia de Ruth Feldman, donde demuestran los efectos fisiológicos, es decir físicos, que experimenta el ser humano a través de amor. ¿Cómo? Pues por medio de la oxitocina. 

El amor tiene efectos físicos en el cuerpo

La oxitocina es el neuropéptido que se ha relacionado con la conexión social, la unión, el cuidado y la protección de las personas que aman. A menudo se ha relacionado con grandes momentos de vinculación como la actividad sexual, el parto y la lactancia, también mostrando cambios sutiles asociados a momentos cálidos de conexión. Estas formas en las que las personas, incluidos los padres y sus hijos, comparten experiencias positivas tienen claras firmas biológicas.

Pues bajo este concepto e investigaciones científicas, resulta relevante que desde pequeños nuestros hijos conozcan el amor en su máxima expresión.  Algo que parece sencillo puede resultar complejo, pues resulta que el amor no se resumen al romanticismo únicamente, sino que va asociado de manera directa a la calidez de los vínculos sociales y a la conexión con el otro, con sus sentimientos y sus circunstancias que lo atraviesan, casi ligado de manera directa con la empatía.

 

Resonancia de la positividad

Fredrickson hace hincapié en lo que ella llama “resonancia de la positividad” y que básicamente consiste en aquellos pequeños momentos de conexión con nuestros hijos, como puede ser: sonreírle a tu bebé y tratar de hacer que te devuelva la sonrisa, regulando, claro la intensidad con que se busca generar el sentimiento, pues de lo contrario si la intensidad es demasiado elevada podría hacer que el niño llore a pesar de que la intención sea hacerlo divertir. 

 

Podrá sonar sencillo, pero dada la actualidad que nos atraviesa, donde los medios digitales roban varios de los momentos que podemos compartir con nuestros hijos, enseñarle este sentimiento en particular puede resultar algo complicado. La clave reside en buscar conectar por medio de los sentidos, en compartir pequeños momentos de gratitud en todas las edades de nuestros hijos, reforzando el vínculo y la conexión con sus sentimientos. Esa resonancia de la positividad de la que Fredrickson hace referencia, si no se alimenta con el pasar de los años, se va perdiendo y marchitando, impidiendo de cierto modos a los padres conectar con sus hijos.

 

Compartir desde bebés momentos de calidez, sencillos pero de calidad, hará que tu hijo pueda conocer el amor como lo que es, una conexión, un baile con el otro, un momento compartido, sencillo pero gratificante, donde el mayor premio no es algo material sino una emoción que puede durar segundos pero que llena el corazón beneficiando a todo el cuerpo. 


Criando niños valientes y cariñosos” es una iniciativa del Greater Good Science Center para ayudar a cerrar la brecha entre la investigación y la vida cotidiana de los padres, brindando herramientas para la crianza de niños que tratan a los demás con compasión y respeto.

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