¿Cómo ayudar a un hijo a salir de una relación tóxica?
¿Quieres que tu hijo pueda salir de una relación tóxica? A menudo sucede que los padres de hijos adolescentes viven situaciones algo alarmantes cuando los jóvenes mantienen relaciones de noviazgo tóxicas: sentimientos de angustia, ansiedad, desequilibrio, falta de respeto, distancia social, falta de atención en las tareas escolares son algunas de las emociones que viven los chicos que no saben cómo seguir cuando quieren mucho a alguien pero a la vez les hace mal y los convierte en personas totalmente diferentes a lo que realmente son.
Como padre, uno se encuentra en la disyuntiva de hasta dónde se puede avanzar y hasta donde es invasión de la vida privada de nuestro hijo… en situaciones como estas donde la vida emocional del joven se ve afectada los límites son muy difusos y en muchas ocasiones no se sabe cómo proceder.
Una relación a temprana edad no es necesariamente inocente y también puede traer episodios fuertes que a largo plazo pueden afectar la vida emocional de la persona.
¿Cómo ayudar a mi hijo o hija a salir de una relación tóxica?
Intervenir sin imponer:
La cautela en estos casos es fundamental. Alterarse y empezar la conversación con un “te lo dije” no causará más que el rechazo del joven y una negativa para sincerarse contigo.
Si estás pensando en prohibirle, para forzarle a salir de una relación tóxica y que deje de verse con esa persona que identificas como dañina, esto puede ser contraproducente. De acuerdo con Juan Camilo Díaz, investigador del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana, lo más conveniente es dialogar sobre los hechos, llenar de confianza al joven y demostrarle que usted está con él para apoyarlo y ayudarlo a tomar decisiones y no para juzgarlo.
Señales a tener en cuenta para detectar si mi hijo está ante una relación tóxica:
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Pueden desarrollar ansiedad por el celular. Una conducta ansiosa y permanente con el celular se incrementa; el joven lo revisa constantemente y si recibe alguna llamada, evita hablar delante de los demás; se encierra para hacerlo.
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Cambia sus conductas al punto que deja de ser él/ella mismo. En cuestión de días o semanas, el adolescente cambia hábitos y actitudes que siempre lo caracterizaron. Eso incluye su forma de hablar, de expresarse, de relacionarse y comunicarse con los demás, e incluso su apariencia deja de ser la misma. El joven adopta otra forma de peinarse, de vestirse o maquillarse, en el caso de las jóvenes, muchas veces para agradar a su pareja.
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Baja o sube de peso de forma abrupta. Algunos jóvenes pierden el apetito repentinamente o, por el contrario, empiezan a comer de manera desenfrenada, según el estado de ánimo derivado del momento por el que atraviesa su relación. Si busca aceptación, puede que empiece a adoptar dietas drásticas para bajar de peso.
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A la defensiva. Cuando los padres formulan preguntan a sus hijos sobre sus parejas y estos se muestran prevenidos, se niegan a hablar de él o ella o simplemente cambian de tema.
Si detectas alguna de estas señales en tu hijo, o bien cambios notorios en su rutina, intenta dialogar y acercarte para brindarle tu apoyo y contención. Con paciencia y amor, podrás ayudarle a salir adelante y a decidir qué es lo mejor para ambos.