José Alfaro, nuevo director de Community Justice, busca frenar la violencia armada
Para José Alfaro nuevo director ejecutivo de Community Justice, el tema de la violencia es muy cercano, no sólo porque la vivió de cerca mientras crecía en Jamaica, Nueva York, sino también porque sus padres huyeron de El Salvador, también para evitar ser víctimas de ese fenómeno social.
Alfaro tiene claro que su trabajo al frente de Community Justice viene con una gran responsabilidad, ya que las comunidades de color son afectadas desproporcionadamente por la violencia armada.
En un país como Estados Unidos, donde hay más armas que habitantes, la labor de prevenir la violencia no es sencilla. El problema es tan serio que recientemente el cirujano general de Estados Unidos, Vivek Murthy declaró oficialmente que la violencia con armas de fuego debe ser considerada como una crisis de salud pública.
Par darse una idea de la gravedad del problema, basta señalar que desde 2020, las lesiones relacionadas con armas de fuego han sido la principal causa de muerte entre los niños y adolescentes estadounidenses (de 1 a 19 años), superando los accidentes automovilísticos, el cáncer y la sobredosis e intoxicación por drogas. En 2022, un total de 48.204 personas murieron por lesiones relacionadas con armas de fuego, incluidos suicidios, homicidios y muertes no intencionales. Esto es más de 8.000 vidas perdidas que en 2019 y más de 16.000 vidas más que en 2010.
Y las cosas no parecen mejorar. Desde la pandemia el número de armas que han adquirido los norteamericanos se ha disparado. Por eso la presencia de Alfaro al frente de esta organización puede tener un gran impacto, ya que su objetivo es trabajar directamente en las comunidades de minorías que son las que tradicionalmente más afectadas han sido por el tema de la violencia.
“El ochenta y seis por ciento de las muertes relacionadas con armas de fuego entre los niños y adolescentes negros fueron homicidios, seguidos por los niños y adolescentes hispanos (76%)”, dijo Alfaro.
La violencia en carne propia
Después de huir de la guerra civil que azotó a El Salvador en la década de los 80’s, la familia se asentó en Jamaica, Nueva York. Para los 90’s Alfaro ya se había involucrado directamente en las pandillas y pudo observar de cerca cómo la violencia afectaba a sus conocidos más cercanos. Entendió entonces que había una relación muy cercana entre pobreza, racismo y falta de modelos que afectaban a los jóvenes de los barrios.
“Vi que había un racismo estructural y otros factores socioeconómicos, como la pobreza y la falta de educación, que limitan las oportunidades y ayudan a crear entornos en los que la violencia prospera con toda facilidad”.
Es paradójico, dice, porque cientos de miles de personas de todo el mundo salen de sus países y vienen a Estados Unidos huyendo de la violencia y lo que encuentran en los barrios es más violencia”, dijo Alfaro. “Debemos terminar con ese ciclo”.
Un liderazgo en ascenso
Después de dejar las pandillas, Alfaro obtuvo su GED y acudió a la universidad en la Universidad Estatal de Morgan. Comenzó su carrera como educador comunitario en la ciudad de Baltimore, luego trabajó en campañas políticas locales en Connecticut, así como en la campaña presidencial del senador Bernie Sanders en 2016.
Poco después encabezó los esfuerzos de organización nacional en defensa de los derechos reproductivos en la Federación de Planned Parenthood of America e involucró a las comunidades latinas en Everytown for Gun Safety, la organización de prevención de la violencia con armas de fuego más grande del país.
A medida que estos votantes deciden por quién votar, Alfaro dijo que es importante que observen cómo los candidatos hablan sobre la violencia armada y cómo involucran a los sobrevivientes de la violencia armada, así como que estén atentos a cómo “buscan invertir en programas de intervención contra la violencia”.
¿Qué se puede hacer contra la violencia armada, especialmente si los políticos no hacen caso por sus vínculos con organizaciones que favorecen las armas?
“El cambio ocurre trabajando en los diferentes ámbitos, en el político convenciendo a los legisladores y abajo, en los vecindarios donde trabajan las organizaciones directamente con las comunidades evitando los hechos de violencia”.
Alfaro habla de experiencias exitosas tanto en Baltimore como en Nueva York, donde las organizaciones comunitarias han logrado reducir la violencia armada, en algunos casos en más del 30 por ciento. “La vía es invertir recursos en las organizaciones comunitarias que trabajan directamente con la gente”.
Parte de nuestro trabajo aseguró Alfaro es abogar en las legislaturas para asegurar que el dinero llegue a estas organizaciones y que tengan recursos para desarrollar sus programas directamente en las calles.
Dependiendo de las características de cada vecindario, las organizaciones dedican sus recursos. “En algunos casos se busca reducir la presencia de armas en las calles, en otros casos se apoyan programas contra la violencia demótica o en la promoción del deporte”.
A sus 38 años, Alfaro está convencido de que la organización en las comunidades es la diferencia entre una vida plena y una vida cargada de violencia.
Recursos contra la violencia
National Childhood Traumatic Stress Network (inglés y español)
Center for Gun Violence Solutions at Johns Hopkins University
Everytown for Gun Safety Resources