Una pareja se abraza amorosamente con un paisaje de naturaleza detrás.

El conocimiento de tu pareja se parece al acto de pelar y cortar una cebolla 

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Por Cecilia Alegría La Dra. Amor

Todos hemos experimentado alguna vez las lágrimas que afloran como resultado de picar una cebolla, sobre todo si es roja (de esas que usamos los peruanos para el ceviche). Pero tal vez no muchos han prestado atención al hecho de que pelar la cáscara de la cebolla no nos hace llorar, mientras que la raíz contiene una concentración más alta de los compuestos irritantes y por eso lagrimeamos más cuando llegamos a ella. 

Lo mismo ocurre en la relación de pareja. La cáscara equivale al acercamiento al mundo inexplorado que supone esa otra persona tan distinta a nosotros. Mientras pelamos la cáscara todo nos resulta agradable, liviano, ligero. Pero cuando nos toca avanzar y explorar las capas profundas de nuestro ser amado, podemos terminar llorando cuando descubrimos su raíz de amargura, entre tantas otras cosas irritantes que podemos hallar en ella, así como ella en nosotros. 

Lo recomendable entonces es no quedarse a nivel de cáscara por mucho tiempo, si no, por el contrario, asomarse a las capas interiores con premura, tan pronto como sea posible. Por eso el camino correcto de las relaciones amorosas debiera ser el de la amistad prolongada, sin intimidad sexual, para poder apreciar a la otra persona con objetividad, sin la presencia de las hormonas que nos vuelven “locos” (o por lo menos “ciegos”). Si llegas a conocer los defectos de tu amigo(a) y, a pesar de eso, sientes que podrían pasar a otro plano y desarrollar una relación de pareja con miras a un futuro juntos, te encontrarás en el escenario ideal. 

Cuando te quedas en el plano de la cáscara, te contentas con saber cuáles son sus gustos y deseos, sus intereses y preferencias. Mientras que cuando avanzas al plano de la raíz, a la capa más profunda, llegas a conocer sus valores y virtudes, sus principios y temores, y como ya lo mencioné, sus defectos. 

Ahora bien, si te encuentras ya en una relación que no se dio con amistad como paso previo, te sugiero monitorear cómo avanzan en los niveles de comunicación de pareja que presento en mi pirámide del mismo nombre. 

No te quedes en la comunicación superficial ni siquiera en la de los hechos (en la que se cuentan lo que hicieron durante el día). Ingresa a la comunicación de las opiniones, desde la primera cita, explorando qué piensa esa persona en materias que tú consideras importante (política, religión, preservación del medio ambiente, metas y objetivos personales, etc.). 

Es probable que la comunicación de las emociones y sentimientos no llegue de inmediato, pero es igualmente importante. Una pregunta introductoria a una conversación de este tipo sería: ¿Qué emociones suscita en ti el recuerdo de tu infancia? 

La comunicación íntima que suele darse cuando la pareja se conoce bien y se tiene confianza, profundiza tanto que llega a esa raíz de la cebolla que hace llorar, pero resulta que es un llanto bueno, catártico, liberador. Su ejemplo máximo es cuando los esposos se cuentan sus traumas y heridas del alma de la infancia. El nivel de vulnerabilidad es alto. Una inigualable intimidad emocional surge entre estos seres humanos como recompensa. 

Cecilia Alegría “Dra. Amor” es autora del libro “Del amor tóxico al amor extraordinario”. Para más información visita: www.ladoctoraamor.com 

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