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La historia de Mati, una sobreviviente de cáncer

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En 2016, durante un examen médico rutinario, Mati recibió una noticia que le cambió la vida. Los exámenes identificaron siete pequeños puntos en su cerebro. Se trataba de un diagnóstico certero de cáncer metastásico nivel cuatro.  

“Matilde, tú no durarás ni 6 meses”, le dijo su médico. “Eso me impactó mucho y pensé: ‘Matilde, corre por tu vida’. Me paré. No me despedí y me fui. En ese momento me di cuenta de que estaba en peligro”, recuerda Mati con lágrimas en los ojos. 

Mati tuvo una larga conversación con su oncóloga y tomó la decisión de entrar a un estudio clínico para pacientes con cáncer, no sólo para tratar de salvar su vida, sino primordialmente para ayudar al avance de la ciencia médica.  

“Allí fue donde empezó la esperanza. Pensé que esto podría ayudar a otras personas más que todo”, rememora. 

Meses después su doctora le dio la buena noticia. Su cáncer estaba en remisión. Fueron las palabras que Mati había estado esperando. Su primera decisión fue acudir a una distribuidora de automóviles y se compró un auto deportivo color rojo. Su nuevo auto no sólo simbolizaba su independencia, sino el inicio de un viaje al futuro. 

Aunque los latinos representamos casi el 20% de la población en Estados Unidos sólo un 10% participan en estudios clínicos del Instituto Nacional de Cáncer y 4% en los estudios de la Administración Federal de Alimentos y Drogas (FDA)

De acuerdo con un sondeo del Centro Pew, un 58% de la población latina considera importantes los estudios clínicos, el porcentaje más bajo de cualquier grupo étnico. A pesar de que los estudios son voluntarios y supervisados por expertos, muchos latinos guardan preocupaciones sobre posible maltrato en investigaciones médicas. 

Este déficit de participación tiene un efecto adverso en el avance del conocimiento científico, toda vez que hace difícil evaluar qué tan seguros y efectivos son los nuevos tratamientos médicos en los miembros de nuestra comunidad, muchos de los cuales sufrimos padecimientos crónicos o altas tasas de incidencia en ciertas enfermedades.  

Conocí a Mati como parte de mi trabajo en una campaña de salud pública sobre la importancia de los estudios clínicos. Ella decidió compartir su historia para dar esperanza a otras personas, porque es un ejemplo viviente de alguien que no sólo se benefició personalmente sino ayudó al avance del conocimiento médico. 

“He tenido 7 años compartiendo con mi familia y teniendo una vida, disfrutando de mi auto, de mi apartamento, disfrutando de la vida. Yo no pensaba que fuera a vivir 6 meses. El estudio clínico salvó mi vida y podría salvar la de otras personas”, me dice. 

Su mensaje a nuestra comunidad es claro y sencillo: “Que sean valientes, que se enrolen en un estudio clínico. Eso les puede alargar la vida o salvar la vida…. Mi historia es una historia de triunfo, una historia de esperanza. Yo les digo: luchen, luchen por su vida”. 

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