Líderes comunitarios alarmados por el aumento de la tasa de suicidios en hispanos
Si tú mismo o alguien que conoces está sufriendo una crisis de salud mental, contacta a la Línea de Prevención del Suicidio y Crisis del 988, llamando o texteando “988”.
Un grupo, desde adolescentes hasta adultos mayores, se reunió en una oficina dentro de un supermercado, donde letreros de alimentos en español apelan a la gran población hispana en esta ciudad del noroeste de Georgia, dominada por la industria de las alfombras.
La conversación, moderada por la líder comunitaria América Gruner, se centró en la salud mental y el suicidio. A las reuniones de los martes por la noche llegan una docena de personas que, sentadas sobre muebles transformados en improvisadas sillas, comparten sus emotivas historias.
Gruner formó el grupo de apoyo en 2019 después que tres latinos de entre 17 y 22 años se quitaran la vida en esta ciudad, en un período de dos semanas.
“No podíamos esperar a la investigación”, dijo Gruner, fundadora y presidenta de la Coalición de Líderes Latinos. “Queríamos hacer algo al respecto”.
La tasa de suicidio entre las personas hispanas en Estados Unidos ha aumentado significativamente en la última década. La tendencia preocupa a líderes de la comunidad: incluso niños hispanos en edad escolar han intentado hacerse daño o expresado pensamientos suicidas.
Líderes comunitarios e investigadores de salud mental dicen que la pandemia golpeó especialmente fuerte a los jóvenes hispanos. A menudo se espera que los niños inmigrantes asuman más responsabilidades cuando sus padres no hablan inglés, incluso cuando ellos mismos no manejan bien el idioma.
Muchos viven en hogares más pobres con algunos o todos los miembros de la familia sin papeles. Las barreras culturales y de idioma pueden evitar que busquen atención, en un sistema de salud mental cuyo acceso a los servicios ya de por sí es complejo.
“Poder hablar sobre cosas dolorosas en un idioma con el que te sientes cómodo es un tipo de sanación muy específica”, dijo Alejandra Vargas, coordinadora bilingüe del programa en español del Suicide Prevention Center de Didi Hirsch Mental Health Services en Los Ángeles. “Cuando atendemos llamadas en español, se puede sentir ese alivio al otro lado de la línea”, dijo. “Como un: ‘Sí, me van a entender’”.
Los datos provisionales de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) para 2022 muestran un récord de casi 50,000 muertes por suicidio para todos los grupos raciales y étnicos.
Pero sombrías estadísticas de KFF muestran que el aumento en la tasa de muertes por suicidio ha sido más pronunciado entre las comunidades de color: de 2011 a 2021, la tasa de suicidio entre los hispanos aumentó de 5.7 por cada 100,000 personas a 7.9 por cada 100,000, según los datos.
Para niños hispanos de 12 años y menos, la tasa aumentó un 92.3% de 2010 a 2019, según un estudio publicado en el Journal of Community Health.
Es un problema que se repite de costa a costa, tanto en comunidades urbanas como rurales.
El Children’s Institute, una organización de servicios sociales con sede en Los Ángeles y con una clientela principalmente latina, ha informado de un aumento significativo en las visitas a las salas de emergencias y hospitalizaciones entre los jóvenes debido a comportamientos arriesgados y pensamientos suicidas, dijo Diane Elias, vicepresidenta de salud conductual del instituto. Dijo que niños de tan solo 8 años han tenido que ser hospitalizados por intentar hacerse daño.
En Georgia, hogar de una creciente población hispana, la tasa de suicidio aumentó un 55% de 2018 a 2022, según el Departamento de Salud Pública estatal. Ser Familia, una organización de servicios sociales en el área metropolitana de Atlanta, dijo que ha visto números alarmantes de niños hispanos que dicen tener pensamientos suicidas.
“Nuestros niños son intérpretes, pagan facturas, van a citas médicas”, lo que agrega estrés y ansiedad adicionales, dijo Belisa Urbina, directora ejecutiva de Ser Familia.
El suicidio rara vez tiene una causa única; muchos factores pueden aumentar el riesgo. Pueden incluir un intento de suicidio previo, una ruptura o pérdida, historial de depresión u otras afecciones mentales, problemas financieros o laborales, falta de acceso a la atención médica y aislamiento social, dijo Robin Lee, quien lidera el Área de Ciencias Aplicadas en la División de Prevención de Lesiones de los CDC.
Expertos en salud mental dicen que hay muchas presiones sociales y económicas sobre los grupos minoritarios. Para los hispanos, también pueden cumplir un rol obstáculos culturales y sistémicos.
Según el Latino Community Fund Georgia, el estrés vinculado al estatus migratorio ha provocado un aumento en los problemas de salud mental. “No sentir que perteneces y no saber qué te depara el futuro” puede crear sentimientos de incertidumbre y ansiedad, dijo Vargas, la trabajadora de salud mental en Los Ángeles.
Un estudio con 547 adolescentes latinos de 11 a 16 años encontró que la detención o deportación de un familiar se asociaba con probabilidades significativamente más altas de pensamientos suicidas.
“Están llegando oleadas de inmigrantes que son menores, desplazados y a veces sin cuidadores inmediatos”, dijo Elias. “Esto puede poner una carga considerable sobre los niños. Son menores, y se espera que equilibren la autofinanciación y el ganar dinero para apoyar a la familia o ayudarles a migrar a Estados Unidos”.
La falta de acceso a la atención de salud mental es un problema para todos los segmentos de la sociedad, especialmente desde el inicio de la pandemia. Pero las minorías enfrentan obstáculos económicos y sociales adicionales, dijo María Oquendo, ex presidenta de la Asociación Americana de Psiquiátrica e investigadora sobre el tema del suicidio.
Nirmita Panchal, analista sénior de políticas de KFF, dijo que los niños de color “pueden no tener exámenes de salud mental culturalmente sensibles, y sus síntomas de salud mental pueden caracterizarse erróneamente como comportamientos disfuncionales”.
El idioma también sigue siendo una barrera significativa.
“En Georgia, tenemos una tremenda necesidad de proveedores de salud mental bilingües”, dijo Pierluigi Mancini, presidente y CEO del Multicultural Development Institute, una organización de consultoría con sede en Georgia.
Gruner, quien estableció el grupo de apoyo latino en Dalton, dijo que solo conoce a tres proveedores bilingües en esa área. La ciudad está en el condado de Whitfield, donde más de un tercio de los 100,000 residentes son hispanos.
Y el prejuicio puede agregar otro obstáculo.
Un estudio reciente de Rand Corp., que utilizó un proceso de “consumidor secreto”, encontró evidencia de discriminación potencial durante el proceso para programar una cita de salud mental en California. Cerca de 1 de cada 5 llamadas en español terminó con el programador colgando el teléfono o informando al cliente que no había nadie disponible que hablara español para ayudarlo.
La enfermedad mental también puede ser considerada culturalmente un tabú entre muchas personas negras e hispanas. (Los hispanos pueden ser de cualquier raza o combinación de razas).
“Existe una creencia de que los hombres no deberían buscar ayuda, deberían resolver sus problemas ellos mismos”, dijo Francisco, de 55 años, quien participa del grupo de apoyo de Dalton e intentó suicidarse cuando era adolescente.
KFF Health News asistió a la sesión donde él y otros hablaron, usando solo sus nombres de pila por razones de privacidad.
Para abordar la crisis de salud mental, el gobierno federal, en conjunto con los estados, introdujo, en 2022, la Línea de Prevención del Suicidio y Crisis988, para que las personas se conecten con un consejero de crisis y otros recursos.
En julio, agregó un servicio de texto y chat en español para el 988, pero un vocero de la Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y Salud Mental reconoció que se necesita hacer más cosas para conectar con las comunidades en riesgo.
En todo el país, profesionales de salud mental, investigadores y líderes hispanos señalan varias formas para reducir el suicidio.
Es crucial que se destinen más fondos para la salud mental en general, incluidos programas de prevención que aborden las necesidades culturales, legales e idiomáticas, dijo Jagdish Khubchandani, profesor e investigador de la Universidad Estatal de Nuevo México.
Por ahora, algunos líderes locales están llenando los vacíos haciendo trabajo comunitario, por ejemplo, organizando grupos de apoyo para la población hispana.
Miguel Serricchio, de Santa Clarita, California, facilita grupos de apoyo bilingües para personas cuyas vidas han sido sacudidas por el suicidio. Su hijo, Alex, quien estaba enfrentándose a la ansiedad, se quitó la vida en 2016 después de romper con su novia.
“Quería correr la voz”, dijo Serricchio.
Gruner, de 64 años, quien nació en Ciudad de México, escucha a personas en su grupo de apoyo semanal que han pensado en el suicidio, lo han intentado o se preocupan por que sus hijos hagan lo mismo.
Durante la reunión a la que asistió KFF Health News, una mujer llamada Angela dijo que sus tres hijas tenían ansiedad y depresión. “Una de ellas me dijo que sufre porque somos inmigrantes”, dijo. Otra asistente, Katherine, de 16 años, remarcó, entre otros factores, las condiciones de vida inestables. Por un tiempo, dijo, “luchábamos por encontrar un hogar. Compartíamos cuartos con otras familias”, contó. Su amigo Alejandro, también de 16 años, dijo que ha luchado contra pensamientos suicidas después de la muerte de su abuela y de escuchar discusiones entre sus padres.
Vargas dijo que los jóvenes buscan honestidad y que no los juzguen. No quieren que los adultos descarten sus problemas, diciéndoles simplemente que “lo superarán”.
“Aunque el tema del suicidio puede ser realmente aterrador o inquietante, cuando alguien se acerca y te dice que está pensando en el suicidio, puede ser un momento realmente maravilloso, de hermosa esperanza”, dijo Vargas. “Esa apertura es una oportunidad para conectarse y apoyarse mutuamente”.