Hablemos: La sexualidad en la tercera edad 

La sexualidad es una parte integral de la vida humana que no desaparece con la juventud. A medida que las personas envejecen, la sexualidad puede experimentar cambios significativos, pero sigue siendo una fuente importante de placer, intimidad y conexión emocional. Comprender estos cambios y cómo adaptarse a ellos puede mejorar la calidad de vida y las relaciones íntimas de las personas mayores. 

Cambios físicos y su impacto en la sexualidad 

Uno de los principales obstáculos son los cambios fisiológicos. Con la edad, las personas enfrentan transformaciones en sus cuerpos que pueden afectar su vida sexual. En las mujeres, la atrofia vaginal es un problema significativo. Esta condición se manifiesta en el envejecimiento y muerte de células en la zona íntima, lo que reduce la lubricación vaginal y puede hacer que el sexo sea incómodo o doloroso. Por otro lado, los hombres suelen enfrentar disfunción eréctil, una condición en la que no hay suficiente flujo sanguíneo para lograr una erección satisfactoria. Estos problemas pueden reducir el interés por el sexo y afectar la autoestima. 

Temores y vergüenza 

Además de los cambios físicos, la aceptación de un cuerpo que ya no es el mismo que en la juventud puede ser difícil. Muchas personas mayores sienten temor y vergüenza al no poder producir las mismas sensaciones, placer y deseo en su pareja. Esta inseguridad puede llevar a evitar el contacto íntimo y disminuir la calidad de vida sexual. 

Comunicación y autoconocimiento 

La comunicación abierta sobre gustos e intereses sexuales es vital. La sexualidad no se trata solo del coito; también incluye el autoconocimiento y el conocimiento del cuerpo propio y de la pareja. Reconocer y expresar estos aspectos puede enriquecer la vida sexual y ayudar a superar barreras emocionales. 

Creencias y tabúes religiosos 

Las creencias religiosas y los tabúes culturales son otra barrera importante. Muchas personas mayores crecieron en sociedades donde la sexualidad estaba ligada únicamente a la procreación y no al disfrute. Este tipo de creencias pueden inhibir la expresión de deseos sexuales, especialmente en las mujeres, quienes pueden sentirse culpables o avergonzadas por querer mantener una vida sexual activa. 

Falta de privacidad

La falta de privacidad es un problema común. Muchos adultos mayores viven con familiares o en instituciones como hogares geriátricos, donde compartir espacio puede hacer difícil tener intimidad. Las camas separadas y la falta de un espacio privado limitan las oportunidades para la actividad sexual, lo que afecta negativamente el deseo y la atracción hacia la pareja. 

Impacto en la salud mental y física 

La falta de actividad sexual no siempre se debe a la falta de deseo, sino a la falta de oportunidades. La pérdida de un cónyuge ya sea por muerte o separación, también puede ser una limitante significativa. La ausencia de relaciones sexuales puede llevar a problemas de salud como hipertensión, diabetes, trastornos emocionales, depresión y ansiedad. Sin embargo, una vida sexual activa puede ofrecer beneficios integrales, incluso con las transformaciones que acompañan al envejecimiento. 

Familiares y prejuicios generacionales 

Los prejuicios generacionales también juegan un papel importante. Los familiares a menudo tienen tabúes difíciles de romper, especialmente cuando el adulto mayor es viudo/a, lo que puede llevar a considerar la sexualidad en la vejez como algo inapropiado o «pervertido». Esto no solo afecta la vida sexual de los mayores, sino también su bienestar emocional. 

¿Qué se puede hacer? 

Para superar estas barreras, es crucial eliminar los tabúes y actualizar los conocimientos sobre la sexualidad en la vejez. Es importante reconocer que la actividad sexual no desaparece con la edad y que desear o tener una vida sexual después de los 60 años es natural y saludable. Promover la educación sexual y fomentar la comunicación abierta sobre el tema puede ayudar a los adultos mayores a disfrutar de una vida sexual placentera. 

A medida que las generaciones cambian, las actitudes hacia la sexualidad en la vejez también evolucionan. Aunque queda camino por recorrer, cada vez más se acepta que las relaciones sexuales pueden ser una fuente de disfrute y bienestar en cualquier etapa de la vida. 

Estrategias que pueden ayudar a resolver problemas sexuales en la tercera edad 

• Tener una comunicación abierta sobre los problemas sexuales puede ser difícil, pero es fundamental para encontrar soluciones, ya que ayuda a reducir la ansiedad y el estrés asociados con las disfunciones sexuales y fomenta la intimidad emocional y física. 
• Realizar ejercicio ayuda a mejorar la salud cardiovascular, lo que puede mejorar la función sexual. En este punto, informamos que existen los denominados “ejercicios de Kegel” que fortalecen los músculos del suelo pélvico y pueden ser útiles para las mujeres mayores que experimentan incontinencia urinaria o debilidad muscular. 
• Mantener un estilo de vida saludable suele tener un impacto positivo en la salud sexual. Es decir, seguir una dieta saludable, unos hábitos de sueño suficientes y limitar el consumo de la nicotina, el alcohol y otras drogas. 
• Acudir a terapia cuando se mantiene una disfunción sexual que genera malestar emocional, a los efectos de identificar los factores psicológicos o afectivos que contribuyen a los problemas sexuales y proporcionar herramientas para manejar estas variables. 
•  En general, es importante recordar que las disfunciones sexuales son comunes en la tercera edad y que existen muchas opciones diferentes de tratamiento efectivas. Hablar abiertamente sobre el tema, llevar un estilo de vida saludable y buscar ayuda profesional, si es necesario, pueden ayudar a superar estos obstáculos y a mantener una vida sexual saludable y satisfactoria en esta etapa de la vida. 

Invitado especial:  Dubi De Ossa  / Sexólogo – Terapeuta emocional y de parejas. Redes Sociales:  @entretus4paredes 

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