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Conoce a los guardianes de la democracia

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La democracia en Estados Unidos recibió una inyección de vitalidad con una cifra impresionante, más de 80 millones de ciudadanos decidieron votar de forma anticipada.

La presencia en persona en las urnas de votación este 5 de noviembre será incluso superior, lo que esperemos marque un nuevo récord de participación cívica, en parte por los votos de nuestra comunidad hispana. 

Se trata de una muestra palpable del valor cívico que, incluso en tiempos de polarización y desafíos, sigue siendo un pilar fundamental de la sociedad estadounidense.

¿Qué motiva a tantas personas a ejercer su derecho al voto? Más allá de una simple decisión logística, el voto refleja un compromiso profundo con el deber cívico y un deseo de influir en el futuro de la nación, de nuestras comunidades y familias.

El acto de votar ofrece a los ciudadanos la oportunidad de cumplir con su deber cívico de manera más accesible. 

Este año hay asuntos de gran trascendencia en juego: la inflación, el acceso a la vivienda, la salud, los derechos reproductivos, la migración y mucho más. 

Con su voto las minorías como la hispana toman un paso decisivo para moldear esas importantes políticas públicas, que no sólo afectan a las y los votantes, sino también a millones que aún no pueden ejercer el derecho de votar. 

En muchas ocasiones, las voces de las minorías  han quedado en segundo plano, pero una participación masiva indica que están tomando cada vez más  un rol protagónico.

Votar es una de las herramientas más poderosas de cualquier ciudadano en una democracia. 

Para las minorías, el voto es una forma de llevar equilibrio al sistema político, promoviendo la diversidad y evitando que ciertos grupos dominen la política.

Esto es fundamental en una democracia donde cada ciudadano debe tener un peso equivalente en las decisiones del país.

A lo largo de la historia de este país, las minorías han luchado por derechos y justicia. Al votar, pueden respaldar políticas y candidatos que promuevan la igualdad y la equidad, beneficiando a las generaciones futuras y protegiendo los logros alcanzados en derechos civiles.

Pero la democracia no se agota con el acto de votar. 

Es esencial que los ciudadanos se mantengan bien informados y activos en los asuntos más relevantes de sus comunidades, a través de la organización o participación en organizaciones comunitarias, incluso postulándose a cargos de elección popular. Todos somos líderes en potencia. 

Y después de votar es importante defender el principio básico de que los perdedores acepten los resultados y no pongan innecesariamente en riesgo la vitalidad de la democracia y la fragilidad del tejido social. 

Las democracias no nacen, se construyen a veces con sangre, sudor y lágrimas y se alimentan diariamente con tolerancia a quienes piensan distinto y respeto igualitario sin distinción de raza, género, religión o situación migratoria. 

Todos somos tutores y guardianes del proceso democrático, antes, durante y después de las elecciones.

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