Según un nuevo estudio, la atención plena podría ayudarte a tener una experiencia de crianza más feliz y saludable.
En esta era de información, los padres estamos rodeados de consejos sobre cómo criar mejor a nuestros hijos: ¡8 maneras de ser un mejor papá! o ¿Eres demasiado consentidor? Aunque muchos consejos son bien intencionados, a veces pueden resultar abrumadores—sobre todo para quienes tenemos hijos pequeños.
Puede ser difícil encontrar el tiempo para comprometernos con los cambios que consideramos importantes, como preparar la comida del bebé en casa o hacer ejercicio diario. La mayoría de los padres simplemente no tenemos las horas, ni la energía mental, para convertir la superación personal en un trabajo de medio tiempo. Aun así, debe haber algo útil que podamos aprovechar de toda esa información. ¿Será posible inspirarnos con tantos consejos sobre “cómo ser mejores padres”, en lugar de sentirnos desanimados por sus exigencias?
Un nuevo estudio de la Universidad Católica de Chile sugiere que los padres podemos respirar con alivio. ¿Por qué? Porque, al parecer, la clave para criar mejor y sentirnos mejor mentalmente puede ser tan sencilla como soltar las preocupaciones y dejar de juzgarnos. En otras palabras: practicar la atención plena o mindfulness.
Las investigadoras entrevistaron a 62 mamás de niños en edad preescolar sobre su nivel de atención plena y su estilo de crianza consciente. La atención plena se define como estar consciente y aceptar nuestros pensamientos y emociones en el momento presente. Cuando la aplicamos a la crianza, significa dejar de lado las críticas hacia nuestras propias decisiones para poder enfocarnos en estar realmente presentes con nuestros hijos. En lugar de pensar “¿va a llorar toda la noche?” o “seguro es porque no cenó lo suficiente”, el padre o madre consciente acepta el llanto y actúa paso a paso.
Claro, practicar mindfulness no significa que te tenga que gustar el llanto; más bien se trata de reconocer la situación presente y mostrar compasión hacia ti y tu hijo. Del mismo modo, el papá o mamá de un niño pequeño que no quiere ponerse los zapatos no tiene que celebrar su terquedad (aunque la determinación de un niño de dos años es admirable). Pero sí puede atender su estado emocional actual y aceptar el berrinche, en lugar de reaccionar con enojo o culpa. Las investigadoras creen que esto podría tener efectos positivos más allá de reducir el estrés, como dar un buen ejemplo a los niños e incluso favorecer su desarrollo cerebral.
Además de evaluar su nivel de atención plena, las mamás respondieron encuestas sobre depresión, ansiedad, estrés general y estrés parental. Como se esperaba, las madres con mayor mindfulness se sentían menos estresadas, ansiosas y deprimidas.
Al analizar los datos más a fondo, se descubrió que la capacidad de una madre para describir y nombrar sus experiencias sin juzgarse (“necesito unas horas sola, y está bien”) predecía sus niveles de depresión, estrés, y crianza consciente. En otras palabras, los padres que pueden reconocer sus desafíos sin culparse ni culpar a otros, tienden a tener una mentalidad más sana y una relación más armoniosa con sus hijos.
Consejos para practicar la crianza consciente
Lo mejor para los padres con poco tiempo es que las mamás del estudio no participaron en ningún curso de meditación formal ni siguieron rutinas diarias de mindfulness. Es decir, no necesitas una clase semanal ni un podcast diario para aplicar estos principios. Basta con practicar el estar presente. Aquí algunos consejos:
- Reconoce que todo es temporal. Los niños cambian constantemente, dejando atrás hábitos y comportamientos con cada semana que pasa. Un buen consejo que me dieron una vez fue agregar “…por ahora” al final de mis observaciones. “No duerme toda la noche… por ahora.” “Solo quiere usar su disfraz de Superman… por ahora.”
- Acepta a tu hijo tal como es. Cuando convivimos tanto tiempo con nuestros hijos, es fácil enfocarnos demasiado en una conducta difícil o compararlos con otros (“Su hermano sí come verduras”). La mayoría de los adultos equilibrados fueron niños con rasgos difíciles (yo, por ejemplo, hacía berrinches enormes), y todo salió bien. Los niños son naturalmente caóticos e impredecibles.
- Acéptate a ti mismo y tu forma de criar. Tu papel es brindar amor y seguridad incondicional, no anticipar cada necesidad ni evitar todas las experiencias negativas. Si te descubres tratando de alcanzar un ideal imposible o cuestionando cada decisión, tal vez sea momento de dejar los libros de crianza (o dejar de seguir ese blog) y escuchar más tus propios instintos.
Esperemos que futuras investigaciones sigan alentando a los padres a no aferrarse a los errores del pasado ni preocuparse tanto por el futuro. Por ahora, vivir el presente puede ser el mejor camino para cuidar mejor de nosotros mismos y de nuestros hijos.