“Los tamales son el regalo que desenvolvemos en familia”, dice emprendedor mexicano
“Mucha gente se equivoca al pensar que el dinero es una bendición”, dice Juan Negrete. “La verdadera bendición es el trabajo”, asegura este empresario originario de Atecucario, Michoacán, mientras elabora los tamales que va a vender durante la próxima jornada laboral en su panadería “Guadalajara”, en la ciudad de Chino en el sur de California.
Llegó a Estados Unidos cuando tenía 15 años. Hoy a sus 43, trabaja junto a su esposa en el negocio familiar en el que participan todos.
En realidad, dice Negrete, el negocio es de su esposa Eliana, y es ella la que se encarga de que todo esté en orden. “Yo soy su empleado y tengo que hacer bien mi trabajo para que me siga contratando, dice con una sonrisa.
Un día antes se van de compras. Buscan las hojas de maíz, luego los chiles y los tomates para hacer la salsa. Luego van seleccionando la cane de puerco y de pollo que van a usar al día siguiente.
Al amanecer empiezan el proceso.
Todos tienen una labor asignada que cumplen con la precisión de un reloj para que los tamales estén listos cuando abran las puertas.
Y eso es muy importante, porque la panadería es una parada obligada de decenas de trabajadores que empiezan su jornada muy temprano. Llegan en sus camionetas jardineros, electricistas, obreros de la construcción, oficinistas y la mayoría llega preguntando por los tamales de puerco, pollo o queso con rajas.
“Se han ganado la fama”, dice Eloísa Martínez, originaria de El Salvador, mientras espera su orden de cinco tamales, dos de pollo, dos de puerco y uno de queso con rajas.
Atraído por la publicidad boca en boa los visité muy temprano y los encontré concentrados en el proceso de preparación. Mientras Juan Negrete embarraba la masa en la hoja de maíz, José le colocaba el relleno y lo pasaba a Giovanni (hijo de Juan), quien se encargaba de cerrarlo y colocarlo en una bandeja. Al final del proceso, Crispina los coloca en la olla y a esperar.
En unos 45 minutos se empieza a sentir el aroma que inunda la cocina. En 45 minutos más estarán listos.
En su cocina se reúne la experiencia y la sazón de Michoacán, Jalisco, Guanajuato y Oaxaca, y como siempre en estos casos, todos se enorgullecen de tener la mejor comida de México. Y si se trata de experiencia, Giovanni de 21 años asegura que desde los 5 empezó a conocer el negocio y hoy es un experto en el arte de cerrar los tamales.
Por su parte Eliana su hermana de 23 años hace su parte en la caja del negocio. Con las ventajas que le dan de ser 100 por ciento bilingüe, le explica a un cliente que no habla español las diferencias entre un bolillo y una telera y ofrece todo tipo de información sobre los diferents panes que ahí se venden.
“Los tamales son muy populares entre los mexicanos”, dice Negrete, “porque es el regalo que desenvolvemos junto a la familia”.
A toda velocidad la producción de tamales
En un día normal, el equipo formado por los Negrete y sus empleados, elaboran un promedio de 1.000 tamales por día, pero a partir de las fiestas de Acción de Gracias y hasta el 6 de enero, venden un promedio de siete a ocho mil tamales diarios. “Para nosotros las fiestas significan más trabajo, pero le damos gracias a Dios”, dice Negrete mientras sigue embarrando las hojas de tamal previamente humedecidas para hacerlas más flexibles.
“Le damos gracias a Dios por tener salud, por permitirnos trabajar y tener a una familia”, dice Negrete, quien asegura que solo hay una vida y hay que vivirla a plenitud.
Crispina Juárez trabaja con la familia desde 18 años, es originaria de San Agustín Loxicha en la sierra sur de Oaxaca, y está de acuerdo. “Si tienen trabajo, cuídenlo, y disfruten de sus familias en estas fiestas”, dice mientras acomoda los ingredientes que utilizará en los tamales. “Disfrútenla todos los días, porque la vida no la tenemos comprada”.