Cuerpo parcial de un paciente que dona plasma, mientras una trabajadora de la salud sostiene la sonda.

Las tácticas de las compañías farmacéuticas para atraer a mexicanos que donen plasma en la frontera con EEUU

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Por Stefanie Dodt y Jan Lukas Strozyk, ARD German TV y Dara Lind para Propublica

Las compañías ofrecen altas remuneraciones y bonos por “traer a un amigo” a los mexicanos que cruzan la frontera con visas temporales para donar plasma sanguíneo. La protección para la salud de los donantes que ofrece Estados Unidos es mucho más débil que en la mayoría de los países.

Cada semana, miles de mexicanos cruzan la frontera hacia los Estados Unidos con visas temporales para vender su plasma sanguíneo a compañías farmacéuticas, atraídos con anuncios en Facebook y coloridos volantes en los que les prometen grandes recompensas en efectivo.

Los donantes, incluidos algunos que dicen que los pagos son su único ingreso, pueden ganar hasta $400 al mes si donan dos veces por semana. Así obtienen diversos incentivos, incluyendo “bonos por amigos” si reclutan a más personas. A diferencia de otras naciones —que limitan o prohíben pagar por donaciones de plasma recurrentes debido a la preocupación por la salud de los donantes y el control de calidad— Estados Unidos permite que las empresas paguen a los donantes y ello se ha traducido en una reducción de los estándares de control de la salud de estas personas.

Donar plasma con demasiada frecuencia puede dañar el sistema inmunológico. El nivel del anticuerpo de inmunoglobulina G de un donante debe examinarse cada cuatro meses según las pautas de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés). Pero en Estados Unidos, a los donantes todavía se les permite dar plasma hasta 104 veces al año, mucho más que en la mayoría de los otros países. La venta de plasma está prohibida en México desde 1987.

Génesis, una mexicana de 21 años que estudia para ser paramédico y pidió que no se usara su apellido por protección, dijo que dona plasma dos veces por semana en El Paso, Texas. Dijo también que a menudo se desmaya, que tiene migrañas y entumecimiento en las extremidades. Cuanto más dona plasma, más débil se siente. “Tengo problemas para levantar cosas, problemas con mis músculos”.

Al igual que muchos donantes mexicanos, Génesis entra a Estados Unidos con una visa temporal, que permite a los no inmigrantes visitar a su familia, comprar o “realizar transacciones comerciales, que no impliquen un empleo remunerado en los Estados Unidos”.

Las compañías de plasma sostienen que sus pagos no son salarios según lo definido por la ley. Los clasifican como “compensación” por el tiempo de los donantes, ya que el proceso a menudo requiere largas esperas y una hora o más conectado al equipo de extracción de plasma.

“Los donantes de plasma son compensados ​​por el tiempo y el compromiso de ser un donante de plasma regular”, dijo la compañía farmacéutica Grifols, con sede en Barcelona, ​​España, y que administra 17 centros de donación de plasma a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, más que cualquier otra compañía.

Las compañías también dicen que monitorean cuidadosamente a los donantes y siguen todos los procedimientos de seguridad. Los folletos promocionales muestran que los centros de plasma con sede en Estados Unidos aceptan tarjetas de cruce fronterizo emitidas con visas temporales. La práctica cae en un área gris de la ley federal de inmigración.

A medida que la administración Trump reduce la mayoría del tráfico en la frontera sur, las agencias de inmigración de los Estados Unidos han hecho poco para detener el flujo de mexicanos que usan sus visas B-1 / B-2 para visitar centros de plasma. En entrevistas con ARD German TV, algunos ex empleados de centros de plasma dijeron que rutinariamente recomendaban que los clientes mintieran a los agentes de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés) sobre el propósito de sus visitas.

“Si las personas usan una visa B-1 / B-2 para cruzar la frontera para vender plasma, podrían estar poniendo ese documento en riesgo”, dijo Roger Maier, portavoz de CBP, la agencia que examina las visas en la frontera. “Recomendamos encarecidamente a las personas que no usen sus documentos para esto”.

Maier dijo que los agentes “tenemos discrecionalidad en nuestra capacidad para permitir que las personas ingresen a los Estados Unidos, con base en los documentos que presentan”. Cuando se le preguntó si el uso de visas de visitante para donar plasma viola la ley, dijo: “Lo siento, es un área gris, pero no puedo darle un sí o un no”.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos dijo más tarde que el reglamento de visas no aborda “la legalidad de este propósito específico de viaje”. El Departamento de Justicia y la Oficina del Fiscal Federal para el Distrito Oeste de Texas, que incluye a El Paso, no respondieron a las solicitudes de comentarios.

Estados Unidos es el mayor proveedor de plasma sanguíneo en un mercado global de $21 mil millones. Los datos de la FDA muestran que de los 805 centros de donación de plasma en Estados Unidos, 43 están ubicados a lo largo de la frontera sur, hasta a 62 millas de México.

Las clínicas fronterizas son las más productivas, según los documentos internos de Grifols obtenidos por ARD. Si bien la mayoría de los centros de Estados Unidos reciben alrededor de 1,000 donaciones pagas por semana, los centros en la frontera cuentan con más de 2,300. Los documentos muestran que los centros fronterizos también tienen el rango más alto en frecuencia de donantes: encabezan la lista de centros con clientes que donan 75 veces o más por año.

Las compañías dicen que siguen numerosos protocolos de seguridad y buscan nuevos donantes porque enfrentan una necesidad crítica a medida que aumenta la demanda de productos farmacéuticos indispensables hechos de plasma, un líquido amarillento extraído de la sangre que contiene los anticuerpos que nos defienden contra las enfermedades.

La mayoría de los centros son propiedad de Grifols, CSL —con sede en Australia— y BPL, un nuevo jugador con sede en Reino Unido. GCAM Inc. —con sede en Estados Unidos— cuenta con cuatro centros en la frontera sur.

La FDA exige que las compañías controlen la salud del paciente antes de cada donación. En algunos centros de CSL, el monto del pago depende del peso corporal, que determina la cantidad de plasma sanguíneo que se puede recolectar. Los donantes que pesan entre 110 y 149 libras reciben $20 por donación, mientras que los donantes entre 175 y 400 libras ganan hasta $40. Sin embargo, una persona que no termina la donación, por la razón que sea, no recibe el pago.

Calcular el número exacto de donantes mexicanos que ingresan a los Estados Unidos es difícil porque las empresas no divulgan esta información a agencias estatales o federales. ARD German TV obtuvo los registros de dos semanas de donaciones para todas las instalaciones de Grifols en Estados Unidos a principios de este año, incluidas las de la frontera entre Texas y México.

Empleados de cinco centros de Grifols a lo largo de la frontera —que solicitaron el anonimato para proteger sus trabajos— estimaron que los ciudadanos mexicanos representan entre el 60% y el 90% de los donantes cada día, dependiendo del centro.

Según esas estimaciones, casi 10,000 ciudadanos mexicanos donaron plasma en esos cinco centros Grifols durante cada una de las dos semanas. En la zona fronteriza operan 38 centros adicionales de donación de plasma.

Reporteros de ARD German TV y Searchlight New Mexico, una organización de periodismo de investigación, hablaron con más de 50 donantes de plasma de las ciudades mexicanas de Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Reynosa, Nogales y Matamoros, y descubrieron que la mayoría usa sus pagos de plasma para cubrir necesidades básicas como comida, electricidad, pañales y ropa. Un trabajador típico en Ciudad Juárez gana alrededor de $9 por día.

Génesis vive al otro lado de la frontera con El Paso. Vender plasma sanguíneo en Estados Unidos es su único ingreso; ella cruzó la frontera dos veces por semana durante tres años. Su padre, Gamaliel, le mostró esta manera de ganarse la vida.

Génesis, como la mayoría de los donantes de plasma mexicanos, depende de una visa temporal B-1 / B-2 para entrar. Solo en julio, el Departamento de Estado emitió o renovó 84,804 tarjetas de cruce de fronteras para ciudadanos mexicanos.

La mayoría de los donantes entrevistados por ARD y Searchlight dijeron que les dan a los funcionarios de CBP una razón para sus viajes que oscurece el verdadero propósito. Los donantes están ansiosos e inseguros, pero dispuestos a correr el riesgo. “Entiendo que no es ilegal”, dijo Gamaliel. “Pero si te toca un oficial de mal humor, podrían quitarte tu visa. Así que es mejor no decirlo”. El entrenador físico de 44 años dirige su propio gimnasio en Ciudad Juárez, pero apenas gana $100 al mes. Durante nueve años, ha donado dos veces por semana para cubrir sus necesidades básicas y las de su hija menor.

Génesis explicó que le dice a los agentes de CBP que está visitando a una tía que vive en los Estados Unidos, pero que rara vez lo hace. En cambio, va directamente al laboratorio. Para ella el momento justo antes de cruzar la frontera hacia El Paso es el más estresante. “Nunca puedo estar segura, quién será el oficial de servicio, qué dirán o pensarán. Siempre existe la posibilidad de que no te crean”.

El pretexto es necesario porque, en el mejor de los casos, cruzar a los Estados Unidos para donar plasma por dinero cae en un área cuestionable de la ley. Si bien ni el Departamento de Estado ni la CBP consideran ilegales los pagos por donación de plasma, la ley no define específicamente si las reglas de visa lo prohíben. Todavía no se han realizado investigaciones ni procesamientos de laboratorios de plasma.

La posible responsabilidad de las compañías farmacéuticas es aún más turbia. El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos, que regula la inmigración legal al país, dice que las compañías podrían estar sujetas a cargos si participan en un “patrón o práctica de contratar, con conocimiento de causa, extranjeros no autorizados”, incluidas las personas que están en Estados Unidos legalmente pero que no están autorizadas para trabajar.

Plasma Protein Therapeutics Association, una organización comercial que representa a compañías farmacéuticas con fines de lucro productoras de plasma en América del Norte y Europa, dijo en un correo electrónico que los donantes no son empleados de centros de plasma y que “solo una persona legalmente admitida en Estados Unidos puede ser aceptada como donante”.

CSL y Grifols, las compañías dominantes en la frontera de Estados Unidos, rechazaron las solicitudes de entrevistas pero dieron declaraciones por escrito. Grifols enfatizó que “todos los donantes, independientemente de su procedencia, deben cumplir con todos los requisitos de salud, reglamentarios y legales necesarios para donar. No hay excepciones”. CSL dijo que la compañía “cumple con todas las leyes en los países en los que opera”.

BPL dijo en un comunicado que estaba “siguiendo todas las pautas aplicables que existen para promover la seguridad tanto de los donantes de plasma como de los pacientes que usan terapias derivadas del plasma”.

GCAM no respondió a la solicitud de comentarios.

Grifols ofrece bonos para atraer a los donantes, pero solo si lo hacen con la frecuencia máxima permitida por la FDA reciben el pago completo.

La sangre y las vacunas se encuentran entre las exportaciones estadounidenses más valiosas. En 2018, Estados Unidos recolectó 41 millones de litros de plasma destinados a la producción de medicamentos, y casi la mitad de eso se envió al extranjero.

Alrededor del 78% del plasma sanguíneo exportado desde Estados Unidos terminó en Alemania, España y Austria, donde Grifols, CSL y otros operan grandes plantas de procesamiento de plasma de alta tecnología. Gran parte de los medicamentos producidos luego se vuelven a importar y se venden en Estados Unidos.

Hay poca información sobre las consecuencias a largo plazo de las donaciones frecuentes de plasma. Algunos científicos sostienen que los anticuerpos de un donante deben analizarse después de cada quinta donación, y algunos países europeos como Alemania lo requieren. Pero la FDA en un comunicado defendió el requisito de que los niveles se verifiquen cada cuatro meses diciendo: “Reconocemos que los reguladores en otros países pueden llegar a conclusiones diferentes incluso cuando se consideran los mismos datos”.

Génesis sigue perdiendo peso, lo que la pone peligrosamente cerca del mínimo de 110 libras requerido para la donación. Para evitar ser rechazada en las clínicas por tener bajo peso, lo que ya sucedió en el pasado, Génesis dijo que regularmente engaña a la balanza al poner botellas de agua en sus bolsillos. Su truco nunca se ha notado.

Cuando nuestros reporteros le pidieron a Génesis que examinara sus niveles sanguíneos, los resultados de laboratorio confirmaron lo que ella ya sentía. La prueba mostró un nivel peligrosamente bajo de inmunoglobulina G. Según Paul Strengers, de la Asociación Internacional de Fraccionamiento de Plasma, un grupo comercial para recolectores de plasma sanguíneo sin fines de lucro, la pérdida de anticuerpos puede dañar el sistema inmunológico y provocar infecciones graves como la neumonía. El médico que realizó los análisis de sangre le sugirió que dejara de donar plasma hasta que su cuerpo estuviera completamente recuperado. Pero, dijo Génesis, “detenerme es un lujo que no me puedo permitir”.

Lauren Villagran de Searchlight New Mexico contribuyó en esta historia.

Traducción de Cesar Segovia y Eulimar Núñez.

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