Al menos 42 millones de personas de más bajos ingresos en el país dejarán de recibir de manera inminente, a partir del primero de noviembre, los beneficios del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP).
La mayoría de beneficiarios de SNAP son niños, personas mayores o personas con discapacidad. El 86% de todos los beneficios del SNAP se destina a hogares que incluyen a un niño, una persona mayor o una persona con discapacidad, según datos del Departamento de Agricultura (USDA).
Alrededor del 37% de beneficiarios son blancos no hispanos; afroamericanos: 26%; hispanos: 16%; asiáticos: 3%; y nativos americanos: alrededor del 2%.
El ingreso bruto mensual promedio de un hogar que recibe el SNAP es de $872 y el ingreso neto es de $398. La gran mayoría de los hogares beneficiarios del SNAP no reciben prestaciones sociales en efectivo.
“Los demócratas del Senado han votado 12 veces para no financiar el programa de cupones de alimentos… En resumen, el pozo se ha secado. Por el momento, no se entregarán beneficios el 1 de noviembre”, notificó el USDA en su sitio web.
Aunque los demócratas respondieron que el USDA cuenta con reservas de contingencia que podrían ayudar a cubrir las prestaciones de noviembre, un memorando obtenido por la publicación Axios mantiene que el USDA no podía utilizar esos fondos para cubrir las prestaciones regulares del año fiscal 2026.
“Esto supuso una aparente desviación de su plan de cierre del 30 de septiembre (que ya fue retirado de su sitio web), que establecía: «Es evidente la intención del Congreso de que las operaciones de SNAP continúen, ya que el programa ha recibido fondos de contingencia plurianuales”, explicó Axios. El fondo de contingencia ha permitido cubrir los pagos durante el primer mes del cierre.
Es previsible que los bancos de comida patrocinados por organizaciones comunitarias y religiosas resentirá en breve una demanda inédita de personas en busca de los más básicos alimentos para sus familias.
La suspensión de pagos de SNAP confirma que el cierre del gobierno de los Estados Unidos es un ejercicio de política de alto riesgo que, lamentablemente, tiene repercusiones profundamente reales y a menudo crueles para los ciudadanos más vulnerables.
Republicanos y demócratas deben actuar de inmediato, no sólo para resolver el cierre del gobierno, sino para blindar de manera permanente los fondos de programas esenciales de nutrición y bienestar social de las peleas políticas partidistas.
Es hora de recordar que detrás de cada cifra en el presupuesto hay un rostro: un niño, un anciano, una familia. La seguridad alimentaria debe ser una prioridad innegociable.