Arranca la pesadilla de los republicanos en el congreso
La pesadilla de los republicanos en el congreso es una gran oportunidad para que los moderados construyan una agenda bipartidista. Le va a salir muy caro el triunfo al nuevo presidente de la Cámara de Representantes, el republicano de California Kevin McCarthy.
No sólo necesitó 15 desesperadas y dramáticas rondas de votación para obtener los votos necesarios para asumir el liderazgo en la Cámara Baja, sino que hizo concesiones extraordinarias a una minoría ruidosa de ultraconservadores dentro del Freedom Caucus, la bancada de los radicales en el Congreso.
¿Qué cedió McCarthy? A partir de ahora ¡uno de esos ultraconservadores puede poner en marcha el procedimiento para destituirlo! Es decir, el presidente de la Cámara de Representantes va a operar con una pistola en la cabeza en manos de los ultras del Freedom Caucus. Se va a convertir en un rehén de sus exigencias, por descabelladas que sean.
Pero eso no fue todo. Los miembros del Freedom Caucus tendrán posiciones en comités claves del Congreso, podrán condicionar la elevación del techo de la deuda nacional y tendrán un peso mayor para proponer mayores recortes al gasto doméstico.
¿De qué manera puede afectar esto a nuestra comunidad? En primer lugar, sabemos que aún antes de la votación y a fin de complacer al sector más radical del partido republicano, McCarthy visitó la frontera y anunció que la prioridad número uno sería buscar la aprobación de una nueva ley de control fronterizo.
No hace falta tener una bola de cristal para anticipar que los deseos de los republicanos incluyen reanudar la construcción del muro, restablecer el programa quédate en México y extender el Título 42 para continuar expulsando a millones de inmigrantes, el despliegue de militares en la frontera con México y mucho más.
Algunas de esas exigencias están contenidas en una carta que el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, le entregó de mano propia al presidente Joe Biden, cuando éste realizó hace unos días su primera visita a la frontera, antes de iniciar su visita a México.
Pero también es posible prever que los republicanos buscarán utilizar el debate sobre el techo de la deuda para meterle tijera a programas sociales que benefician a millones de personas de bajos ingresos, especialmente a las minorías de color, latina y afroamericana.
Por fortuna, sus planes se toparán con el poder de veto del presidente Biden. Y dada la raquítica mayoría que tienen los republicanos en la cámara baja, no lo podrán superar.
Sin embargo, existe otro escenario posible: que el presidente Biden aproveche esta circunstancia para forjar una alianza entre demócratas y republicanos moderados, de la misma forma que lo hizo Bill Clinton en 1993 y 1996, cuando logró aprobar de manera bipartidista tanto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte como la reforma de las leyes de beneficencia pública.
Al legendario Winston Churchill se le acredita la frase “nunca desperdicies una buena crisis”.
Así que la pesadilla de los republicanos es una gran oportunidad para que los moderados construyan una agenda bipartidista de gran calado qué restituya en los votantes la confianza de qué el arte de la política, no la violencia ni la polarización, sigue siendo el mejor método para encontrar soluciones a los grandes problemas del país.