Seis maneras de ayudar a tu hijo a lidiar con la exclusión social

Niño excluido socialmente

Aunque los padres puedan sentirse impotentes cuando un niño atraviesa la exclusión social, hay mucho que pueden hacer para ayudarlo a sobrellevar esta dolorosa experiencia.


La madre de una niña de tercer grado se sienta en mi oficina, con el rostro entre las manos. Entre sollozos ahogados, me dice que no sabe qué hacer. Ha intentado todo para ayudar a su hija a reparar sus amistades en la escuela: organizar encuentros con las familias de las otras niñas, reunirse con la maestra y la directora, e incluso planificar una pijamada grupal para reunirlas, pero nada ha funcionado. Su hija ha sido apartada del grupo de amigas que formó desde preescolar, y esta madre se siente impotente.

Su hija es víctima de lo que se conoce como agresión relacional. Por razones que quizá nunca entienda, sus tres mejores amigas formaron una nueva alianza y la excluyeron. Se burlan de ella, difunden rumores y la dejan fuera de sus actividades, animando a otras a hacer lo mismo. Ellas parecen no sentir remordimiento, mientras que la niña sufre ansiedad, pesadillas y dificultades académicas.

La agresión relacional puede ocurrir en persona o en línea e incluir chismes, difusión de rumores, humillación pública, formación de alianzas y exclusión social. A diferencia del acoso físico o verbal, puede ser difícil de detectar. El recreo, los pasillos, el almuerzo y el camino hacia o desde la escuela son puntos críticos para este tipo de agresión, pero el daño también puede ocurrir fuera de la escuela, a menudo sin que los adultos lo noten.

Desafortunadamente, esta niña —y su madre— no están solas. Según estadísticas del Proyecto Ofelia, una organización nacional sin fines de lucro experta en agresión relacional, el 48% de los estudiantes entre quinto y duodécimo grado participan o presencian este tipo de comportamiento con regularidad, y los jóvenes de 11 a 15 años informan estar expuestos a un promedio de 33 actos de agresión relacional en una semana típica. Se estima que la proporción de jóvenes que experimentan ciberacoso llega al 40% o más.

Como detallo en mi libro No More Mean Girls (“No más chicas crueles”), ser víctima de agresión relacional puede tener consecuencias a largo plazo. De hecho, se dice que duele tanto como los golpes físicos y sus efectos negativos pueden durar años. Los niños que la sufren tienen más probabilidades de faltar a la escuela, rendir peor académicamente, estar socialmente aislados y presentar dolores de cabeza o estómago, problemas de conducta, trastornos alimenticios, pensamientos suicidas, consumo de sustancias, síntomas de depresión y ansiedad, soledad y baja autoestima. No es de extrañar que esa madre esté preocupada.

Pero hay buenas noticias: los padres pueden ayudar a sus hijos a enfrentar la exclusión social enseñándoles habilidades para sobrellevarla y alentándolos a buscar amistades saludables. Aunque el instinto natural pueda ser involucrar a la escuela, hablar con los padres de otros niños o entrar en modo de “solución de problemas”, lo que los niños más necesitan es apoyo, empatía y espacio para manejar la situación. Prueba algunas de estas estrategias adaptadas de No More Mean Girls.

Observa las señales

Como los niños suelen sentir vergüenza o culpa al ser víctimas, no siempre lo dicen de inmediato. Muchos esperan hasta sentirse completamente abrumados antes de pedir ayuda. Por eso, es importante que los padres estén atentos a señales de advertencia que indiquen que su hijo puede estar experimentando agresión relacional:

  • Conductas ansiosas o nerviosas
  • Quejas físicas frecuentes, como dolores de cabeza o de estómago, especialmente antes de la escuela o eventos sociales
  • Mencionar que almuerza o juega solo con frecuencia
  • Mostrarse retraído o deprimido
  • Cambios en el rendimiento académico
  • Comportamiento desafiante en clase o en casa, o incluso asumir el rol de agresor
  • Decir que no tiene amigos o que “todos lo odian”
  • Hablar sobre la muerte o autolesionarse (como cortarse)
  • Problemas de sueño: dificultad para dormirse, despertares frecuentes, pesadillas o dormir en exceso
  • Cambios en los hábitos alimenticios

Una vez que notes estas señales, conviene hablar con tu hijo o consultar con la escuela para averiguar si la agresión relacional podría ser la causa.

Usa iniciadores de conversación

Una de las razones por las que los niños dudan en hablar sobre este tema es porque es difícil hacerlo. No quieren que sus padres piensen que son incapaces de hacer amigos.

La comunicación abierta y honesta con los hijos es esencial durante la infancia media y la adolescencia temprana. Necesitan saber que sus padres los escucharán sin juzgarlos y les brindarán amor y apoyo incondicional. Para fomentar conversaciones profundas y sin distracciones, puedes crear un conjunto de preguntas o temas para iniciar el diálogo cuando pasen tiempo juntos. Ayuda mucho establecer un ritual semanal de charla tranquila y chocolate caliente (o algún otro detalle reconfortante).

Ejemplos de iniciadores de conversación

Algunos ejemplos podrían incluir:

  • Algo gracioso que me pasó esta semana fue…
  • Si pudiera escaparme a cualquier lugar por un día, iría a…
  • Algo difícil que tuve que enfrentar esta semana fue…
  • Ojalá que mis amigos…
  • Algo que no sabes sobre mí es…
  • Mi forma favorita de pasar un día libre es…

Ir sacando estas preguntas de un sobre, por turnos, crea un ambiente relajado que fomenta la conexión y ayuda a tu hijo a abrirse sobre temas difíciles.

Crea un árbol de amistades

A los niños normalmente se les pide hacer un árbol genealógico en la escuela, pero hacer un árbol de amistades es una excelente manera de ayudarlos a darse cuenta de que tienen muchas relaciones diferentes en su vida. Así como la familia se extiende más allá de las personas que viven en casa, las amistades florecen en distintos contextos.

Empieza el árbol con los amigos que tu hijo conoce mejor (incluso si no pasa mucho tiempo con ellos), pero anímalo a pensar también en amigos que haya hecho en deportes, en grupos religiosos, en clases extracurriculares o incluso en el parque del vecindario. Al llenar las ramas con amigos de diversos entornos, los niños aprenden a enfocarse en las relaciones positivas de su vida.
Cuando ven que tienen más amigos que solo los del almuerzo escolar, se sienten con poder para fortalecer esos otros lazos e incluso crear nuevos al probar clubes, deportes o actividades diferentes.

Crea un cartel personal

Cuando los amigos excluyen constantemente a un niño, este suele internalizar el mensaje de que no es agradable o que no es un buen amigo. Es importante ayudarlos a reconectarse con sus fortalezas internas y reconocer que sí son buenos compañeros.

Dale a tu hijo una cartulina pequeña y pídele que piense en sus cualidades positivas. Pueden ser cosas como contar chistes divertidos, inventar juegos originales o dar buenos cumplidos. Luego, explícale que las vallas publicitarias se usan para llamar la atención y resaltar lo mejor. Pídele que escriba su nombre en el centro de la cartulina y cree un cartel colorido que muestre sus rasgos positivos.
Esta actividad ayuda a los niños a reconocer sus fortalezas y enfocarse en lo mejor de sí mismos.

Resuelvan el problema juntos

Este ensayo está adaptado del libro No More Mean Girls: The Secret to Raising Strong, Confident, and Compassionate Girls (TarcherPerigee, 2018, 336 páginas).

Una situación que veo una y otra vez es que los padres están decididos a “arreglar” las cosas por sus hijos. Cuando finalmente los niños reúnen el valor para compartir lo que sienten, los padres suelen sacar el teléfono y comenzar a enviar mensajes a otros padres, escribir a la escuela o publicar en redes sociales para conseguir apoyo. Como resultado, los niños tienden a cerrarse nuevamente.

Una mejor estrategia es resolver el problema junto a tu hijo.
El primer paso es escuchar realmente lo que está diciendo. Haz preguntas para asegurarte de entender, empatiza con él o ella y pídele que te ayude a tomar notas para recordar detalles que puedan ser útiles al buscar ayuda. Comunícale que entiendes lo dolorosa que es la situación y que estás ahí para acompañarlo.

Luego, pasen a la fase de soluciones. Es importante generar ideas juntos para empoderar a tu hijo a actuar. De esta manera, le enseñas a enfrentar situaciones similares en el futuro.
Intenten pensar en cuatro o cinco posibles soluciones y hablen sobre los pros y contras de cada una. Finalmente, elaboren un plan de acción conjunto.

Crea un kit para afrontar la situación

Ya sea que tu hijo haya sido excluido de uno o dos eventos sociales o que experimente exclusión frecuente en la escuela, necesita tener herramientas para manejar la carga emocional.
Recomiendo a los padres que coloquen un pequeño paquete de tarjetas de afrontar la situación en la mochila del niño, ya que es difícil recordar qué hacer en momentos de estrés.

Cada niño es diferente, así que conviene crear las tarjetas juntos, pero aquí tienes algunos ejemplos:

  • Mi persona de confianza en la escuela es ________. Puedo pedirle apoyo.
  • Respirar profundo me ayuda a calmarme. Inhalo (cuento 4), sostengo (cuento 4), exhalo (cuento 4).
  • Recordar a mi amigo ________ de otra clase para pasar tiempo con él/ella en el recreo.
  • Tensar y relajar los músculos me ayuda a liberar el estrés. Puedo empezar por las manos.

Es completamente normal que los niños tengan altibajos en sus amistades, pero un patrón constante de exclusión social (u otros actos de agresión relacional) debe abordarse con la maestra y la administración escolar.
Toma notas cuando tu hijo comparta historias específicas y guarda capturas de pantalla si el comportamiento ocurre en línea. Si notas síntomas de ansiedad o depresión que interfieren con su vida diaria (escuela, actividades, sueño, alimentación), lo mejor es buscar una evaluación con un profesional de salud mental con licencia.

Los padres pueden realmente ayudar a sus hijos a superar la exclusión social, pero necesitan las herramientas adecuadas.
Reconociendo sus sentimientos, buscando soluciones juntos y ayudándolos a descubrir sus propios recursos, los padres pueden acompañar a sus hijos en esta experiencia dolorosa y, al mismo tiempo, prepararlos para enfrentar cualquier adversidad futura con más confianza y resiliencia.

Escrito por Katie HurleyEste artículo es original de Greater Good, la revista en línea publicada por el Greater Good Science Center, de UC Berkeley.

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