Cuenta Regresiva
Ante la decisión política del liderazgo republicano y demócrata del Congreso de excluir el urgente asunto sobre los beneficiarios del Programa de Acción Diferida para Llegados en la Infancia (DACA) de las negociaciones para un acuerdo presupuestal, inicia la cuenta regresiva final para aprobarles un alivio migratorio.
30,000 “dreamers” cada mes podrían ser elegibles para la deportación.
Aunque formalmente debería encontrarse una solución antes del próximo 5 de marzo, o de lo contrario alrededor de 30,000 “dreamers” empezarán a ser elegibles para la deportación cada mes, la atención debe centrarse en lograr un acuerdo antes del 19 de enero, cuando vence el actual arreglo presupuestal temporal.
Es natural que muchos “dreamers” se sientan decepcionados que los líderes demócratas de la Cámara Baja y del Senado no hayan mostrado la firmeza para colocar el tema de DACA en el seno de las negociaciones presupuestales, a pesar de que se habían comprometido a hacerlo. Todos fuimos testigos de las divisiones que eso causó en las filas demócratas.
Pero es claro que existen claras señales tanto de legisladores republicanos como de demócratas que tienen intención de abordar el tema de DACA con la reanudación de sesiones del Congreso, y también es evidente que los “dreamers” van a encargarse de que los líderes políticos no busquen ponerlos en el cajón de los olvidos.
Donald Trump afirma que no apoyará ningún tipo de alivio para los beneficiarios de DACA a menos que obtenga el dinero para el muro en la frontera con México.
Por ello preocupa el mensaje enviado por el presidente Donald Trump dos días antes del fin de año donde afirma que no apoyará ningún tipo de alivio para los beneficiarios de DACA a menos que obtenga sus prioridades migratorias: el dinero para el muro en la frontera con México, así como la eliminación de la migración en cadena y la lotería de visas.
No sólo el presidente está cambiando las reglas a la mitad del juego –agregando el tema de la migración en cadena, uno de los componentes de la iniciativa de Ley Dream— sino que coloca el tema de los “dreamers” no como una responsabilidad moral de los líderes políticos del país, sino como una simple pieza de una negociación política.
La posición presidencial tiene el efecto de complicar, no de facilitar un arreglo político justo y oportuno antes del 19 de enero, toda vez que los demócratas apoyan el financiamiento para la seguridad fronteriza, pero no los fondos para el muro, que ven como una promesa de campaña onerosa e inefectiva.
Nuestros “dreamers” nos han demostrado que han sido capaces de lograr cosas que antes parecían impensables. Su ingenio y tenacidad enfrenta una nueva prueba de fuego. Estoy convencido que desplegarán toda su chispa y capacidad organizativa para presionar tenazmente por una solución que refleje lo justo de su causa, aun cuando no incluya el 100% de sus demandas.
La pregunta es si los líderes políticos y legislativos se pondrán a la altura moral de estos jóvenes patriotas, que se merecen una solución permanente, honorable y digna, no ser tratados como mercancías en el mercado de canjes al que Washington nos tiene acostumbrados con cada crisis presupuestal.